R O K S A N A (Sharon) Unos minutos atrás, la camarera me había explicado que el hombre que estaba siendo golpeado era su tío y que no permitiría que nadie dañara a su familia ¿Tan poca virtud y moralidad tenía esa escoria para tolerar el abuso que Verónica sufrió? ¿Cómo podría defender a un criminal? —Bienvenida— sonreí abriendo la puerta de mi departamento —no es el mejor lugar de todos, pero al menos no estarás sola. Será hasta que Larry salga de su visita a los oficiales— una radiante sonrisa se posó en los labios de Verónica, era como si ella hubiera encontrado el final de ese arco multicolor. —¡Gracias! — exclamó y me abrazó con demasiada fuerza, aún estaba temblando, ella aún se encontraba nerviosa. —No sé cómo podría agradecerles— un suspiro se escapó de sus labios. Se veía tan inocente y tan honesta. Una parte de mí se alegraba de que los sentidos de Nathan no estuvieran mal en esta ocasión. —Nathan. Cuida aquí de Verónica, yo saldré un momento, debo asegurarme de que la
—¿Vestirme cómo Verónica? — preguntó con un poco de duda. —¿No deberías ser tú la que se viste de ella? — cuestionó elevando una de sus cejas mientras tragaba grueso. —No tenemos tiempo para discutir, además de eso, debo estar preparada para defenderte— sonreí —si simulo estar acostada, no será tan rápido a comparación— di unos golpecitos en su hombro —ve rápido. En los dos minutos siguientes, Taylor ya estaba en posición, por mi parte estaba detrás de una de las puertas, ellos entrarían muy posiblemente por la entrada principal y no me verán. Ninguno pensaría que Verónica estaría en una casa diferente, ella había dicho que le había costado hallar amigos desde que llegó a la ciudad. La cerradura comenzó a hacer unos pequeños sonidos, lo que indicaban que la prima y el tío de Verónica estaban en el lugar. La puerta se abrió y el sonido de sus pasos inundaba la habitación. Taylor se encontraba en su posición, recostado en el sofá, se había puesto uno de los abrigos de Verónica lo q
Con una pequeña y nerviosa sonrisa, marqué una segunda vez, más les valía que respondieran porque del caso contrario estas ratas podrían escapar una vez más, y estaba segura de que, si lo hacían, se esconderían peor que una cucaracha. —Sharon ¿Sucedió algo? — preguntó Nathan al otro lado de la línea. Sentía como un peso me era quitado de encima, solo era cuestión de tiempo para que Verónica se enterara de lo que estaba sucediendo en su casa, rogaba a que ella pudiera comprender rápidamente qué información, yo quería que ella diera, que siguiera el juego de mis palabras. —Hola cariño, ¿Vero está contigo? — mi voz sonaba bastante tranquila, eso era lo que necesitaba, ahora podría hacer que estos quedaran apresados en su foso. De solo pensar en lo horrible que habían tratado a Verónica me llenaba de coraje, con solo ver cómo ese hombre pasaba sus manos por sobre Taylor, me daban náuseas ¿Cuánto tuvo que haber vivido la pequeña Verónica? —Ella se estaba dando un baño, han pasado algunos
A la mañana siguiente, ya estaba en la Casa Blanca. Todo estaba tan calmado que me incomodaba un poco, era como si algo estuviera a punto de suceder. Quizá, lo sentía así porque eran realmente escasos los momentos en los que podía sentirme en calma. —Sharon— saludó Taylor a mis espaldas. Yo estaba a punto de abrir la puerta de la habitación del señor Johnson. —¿Podemos hablar? — cuestionó sin esperar a que yo respondiera, sino que tomando mi brazo me arrastró hasta su habitación. —¿Qué sucedió en la noche? ¿Pudieron sacar información? El FBI ha de haber logrado llegar a un acuerdo con ellos ¿No es así? — cuestioné sin casi darle tiempo de responder; sin embargo, la manera en la que Taylor me observaba, daba a entender que no se trataba de una buena noticia. —Ambos parecen piedras, no dicen nada ni se inmutan a hacer algún movimiento— suspiró en medio de un gruñido. —Créeme que intentaron muchas cosas, desde sobornarlos, amenazarlos, golpearlos, ¡Nada funciona! — exclamó con impotenc
Frente a mí había una habitación completamente blanca, atados a una silla, se encontraban mis víctimas, una sonrisa de lado decoraba mi rostro ¿Podría sentirme más satisfecha que ahora? ¡Sí! Sin duda alguna, cuando comenzaran a escupir información como si estuvieran intoxicados. —¿Me recuerdan? — pregunté recostándome a la puerta —porque yo no los he olvidado — elevé mis hombros. —Ahora somos únicamente, ustedes y yo ¿Les gustaría tener un poco más de diversión? Antes de que yo continuara hablando, Taylor y Nathan se abrieron paso con los instrumentos que había pedido con anterioridad. Era extraño que alguien pidiera eso ¿Habían olvidado que la historia tiene mucho que enseñarnos? —Por favor, Sharon, no los mates… no sería adecuado — pidió Taylor tomándome con suavidad del brazo. —Esto durará todo el tiempo que ellos — los señalé —deseen que dure. Incluso si están dispuestos a hablar antes de que la verdadera rotura comience— mis ojos se posaron sobre los prisioneros —hablan o muer
Taylor y Nathan fueron informados del lugar en el que se encontraba Susan, eso según las palabras de una prisionera que desfallecía de hambre. Esperaría hasta que Taylor o Nathan confirmaran que la palabra de la camarera había sido cierta, o de lo contrario, me encargaría de encerrarla por un largo tiempo hasta que todos olvidaran su existencia. No toleraría que alguien intentara pasarse de listo conmigo, no lo había llegado a permitir y tampoco sucedería en un futuro. —En este momento, están asegurándose de que, todo lo que ha salido por sus labios es cierto. Si intenta engañarnos, su destino será mucho peor de lo que vivió en este momento. Y usted — me dirigí al hombre — ha estado tan callado que me hace pensar que se resignó a pasar sus últimas horas así, ¿Me equivoco? — logré ver como tragaba grueso. Ese hombre era peor que un animal y, aún, se negaba a cooperar sabiendo que le traería algunos beneficios, por lo menos se vería acortada su condena por complicidad. —¿Cómo podría co
Cuando mis ojos se abrieron una vez más, estaba en el hospital. Sabrina, que era una de mis compañeras en el lugar, estaba a mi lado. A las afueras de la habitación se encontraban los señores Johnson, por fin veía al señor estar fuera por sí mismo y no fingiendo no saber caminar, ni quejarse por el dolor inexistente de espalda. Los ojos del señor se posaron sobre los míos y tomando la mano de su esposa, se acercaron a mi cama. —¡¿Cómo te atreves a hacer algo así?! — se quejó el señor Johnson mientras fruncía dramáticamente el ceño. —No debería preocuparse, señor, ¿No ha escuchado el dicho? Mala hierba nunca muere — expuse con una pequeña sonrisa —¿Hay alguna noticia de Taylor o de Nathan? — desconocía la hora y cuánto había pasado yo dormida. Ese par de ratas ¿Qué había pasado con ellos? —¿El comandante se ha comunicado con usted? — pregunté mientras sobaba mi cabeza. Ellos no me dieron respuesta, las posibilidades de que esas dos ratas de laboratorio continuaran en el mismo sitio
Él terminó arrastrando a Nathan a la parte trasera de la camioneta. Susan estaba al lado de Taylor, Nathan detrás del asiento del conductor, por mi parte, me encontraba justo detrás de Susan, sería mucho más accesible interceptarla si algo salía mal. ¿Quién era el jefe del que ella estaba hablando? Esto confirmaba mis sospechas, había alguien por encima de Susan, la cual la había usado para no untar sus manos. Con anterioridad había dicho que la sed de venganza era mucho peor de lo que podríamos imaginar, y cegaba los ojos de su portador. —Conduce lejos de los militares, haz que parezca que nos ha atrapado… si no lo hace, tendré que deshacerme de usted. Haga algo para conservar la vida — ordené. Podía ver a Susan a través del retrovisor, ella tenía una sonrisa satisfecha en su rostro, a pesar de no hablar mucho, se veía que estaba tranquila, que pensaba que había salido de esta. —Señorita, ¿A dónde deberíamos dirigirnos? — pregunté. No iríamos a ese sitio, claro estaba, pero nos daría