Frente a mí había una habitación completamente blanca, atados a una silla, se encontraban mis víctimas, una sonrisa de lado decoraba mi rostro ¿Podría sentirme más satisfecha que ahora? ¡Sí! Sin duda alguna, cuando comenzaran a escupir información como si estuvieran intoxicados. —¿Me recuerdan? — pregunté recostándome a la puerta —porque yo no los he olvidado — elevé mis hombros. —Ahora somos únicamente, ustedes y yo ¿Les gustaría tener un poco más de diversión? Antes de que yo continuara hablando, Taylor y Nathan se abrieron paso con los instrumentos que había pedido con anterioridad. Era extraño que alguien pidiera eso ¿Habían olvidado que la historia tiene mucho que enseñarnos? —Por favor, Sharon, no los mates… no sería adecuado — pidió Taylor tomándome con suavidad del brazo. —Esto durará todo el tiempo que ellos — los señalé —deseen que dure. Incluso si están dispuestos a hablar antes de que la verdadera rotura comience— mis ojos se posaron sobre los prisioneros —hablan o muer
Taylor y Nathan fueron informados del lugar en el que se encontraba Susan, eso según las palabras de una prisionera que desfallecía de hambre. Esperaría hasta que Taylor o Nathan confirmaran que la palabra de la camarera había sido cierta, o de lo contrario, me encargaría de encerrarla por un largo tiempo hasta que todos olvidaran su existencia. No toleraría que alguien intentara pasarse de listo conmigo, no lo había llegado a permitir y tampoco sucedería en un futuro. —En este momento, están asegurándose de que, todo lo que ha salido por sus labios es cierto. Si intenta engañarnos, su destino será mucho peor de lo que vivió en este momento. Y usted — me dirigí al hombre — ha estado tan callado que me hace pensar que se resignó a pasar sus últimas horas así, ¿Me equivoco? — logré ver como tragaba grueso. Ese hombre era peor que un animal y, aún, se negaba a cooperar sabiendo que le traería algunos beneficios, por lo menos se vería acortada su condena por complicidad. —¿Cómo podría co
Cuando mis ojos se abrieron una vez más, estaba en el hospital. Sabrina, que era una de mis compañeras en el lugar, estaba a mi lado. A las afueras de la habitación se encontraban los señores Johnson, por fin veía al señor estar fuera por sí mismo y no fingiendo no saber caminar, ni quejarse por el dolor inexistente de espalda. Los ojos del señor se posaron sobre los míos y tomando la mano de su esposa, se acercaron a mi cama. —¡¿Cómo te atreves a hacer algo así?! — se quejó el señor Johnson mientras fruncía dramáticamente el ceño. —No debería preocuparse, señor, ¿No ha escuchado el dicho? Mala hierba nunca muere — expuse con una pequeña sonrisa —¿Hay alguna noticia de Taylor o de Nathan? — desconocía la hora y cuánto había pasado yo dormida. Ese par de ratas ¿Qué había pasado con ellos? —¿El comandante se ha comunicado con usted? — pregunté mientras sobaba mi cabeza. Ellos no me dieron respuesta, las posibilidades de que esas dos ratas de laboratorio continuaran en el mismo sitio
Él terminó arrastrando a Nathan a la parte trasera de la camioneta. Susan estaba al lado de Taylor, Nathan detrás del asiento del conductor, por mi parte, me encontraba justo detrás de Susan, sería mucho más accesible interceptarla si algo salía mal. ¿Quién era el jefe del que ella estaba hablando? Esto confirmaba mis sospechas, había alguien por encima de Susan, la cual la había usado para no untar sus manos. Con anterioridad había dicho que la sed de venganza era mucho peor de lo que podríamos imaginar, y cegaba los ojos de su portador. —Conduce lejos de los militares, haz que parezca que nos ha atrapado… si no lo hace, tendré que deshacerme de usted. Haga algo para conservar la vida — ordené. Podía ver a Susan a través del retrovisor, ella tenía una sonrisa satisfecha en su rostro, a pesar de no hablar mucho, se veía que estaba tranquila, que pensaba que había salido de esta. —Señorita, ¿A dónde deberíamos dirigirnos? — pregunté. No iríamos a ese sitio, claro estaba, pero nos daría
El hombre se mantuvo en silencio por un poco más de tiempo, ¿mi respuesta le había parecido sensata o un poco descabellada? No tenía manera de saberlo y era algo que, en ese momento, no ameritaba mi atención. Mi padre era el hombre que estaba detrás de todo esto, el hombre que podría darme respuesta a mis interrogantes estaba corriendo peligro, hasta ahora, muchos habían hablado acerca del presidente y de que «él no es una buena persona». ¿Cuál era la línea de la justicia que debía seguir? ¿A qué parte debería creer? A juzgar por lo sucedido hace años, el lugar que llenaba a mamá de felicidad era este lado del mundo, y Rusia, a diferencia de lo que yo siempre pensé, era uno que reflejaba dolor, ¿Dónde podría hallar las respuestas correctas? ¿En quién debería confiar? —Comandante, hay algo que sí o sí debe saber— expuse con seriedad —Susan, no escapó de prisión sola, y no había posibilidad de que ella lograra sobornar a los guardias en su condición. Ella debió haber recibido ayuda de
R O K S A N A (Sharon) —¿Crees lo que te estoy diciendo? — preguntó el señor Johnson mientras tomaba mi mano. Mi mente estaba en blanco, no sabía desde dónde debería comenzar a digerir la información recibida, ¿debería creer o mantener la duda en ambas partes? ¿Lo mejor sería mantenerme al margen de esto? Cuando abrí mi boca para responder, el señor me interrumpió. —Tu padre y yo estamos en dos posiciones contrarias, nunca nos llevamos bien, había una guerra declarada entre nosotros dos, una guerra silenciosa para que Bella no resultara herida. Yo, me obligué a aceptar su decisión de mudarse junto a él, pero sabía que ese matrimonio sería infeliz — él se puso en pie y tomando su saco extendió su mano en mi dirección. —Vamos, te llevaré a un lugar. Llegamos a una zona en la que pocas veces había cruzado, de hecho, estaba situada a unas cuantas horas de la Casa Blanca, incluso del barrio dónde yo vivía. Todo estaba lleno de plantas y árboles, era un campo en el que la maleza había ten
Al terminar de leerla, la dejé a un lado, elevé lentamente mi cabeza para encontrarme con la mirada del señor Johnson. Al parecer nuestro silencio estaba expresando mucho más de lo que nuestras palabras podrían. Él extendió su mano en la que había una última carta, esa había sido escrita antes de que ella decidiera abandonar el país, a diferencia de la anterior, ella en ese momento tenía dos pequeños niños, los cuales no dejaría en manos del coronel. De esa manera, ella logró escabullirse en uno de los instantes en los que el coronel estaba prestando servicio, ese servicio duraría unos diez meses, en los que ella podría irse acoplando a su nueva vida. Permanecería lejos de las ciudades y de los lugares más populares, viviría de manera modesta en el campo para evitar levantar sospechas. Todo eso solo duró unos cinco años, los cuales fueron suficientes para que la ira de Ivanov se viera aún más fiera, él no perdonaría que su esposa hubiera «escapado a brazos de otro hombre». El señor J
—¿Lo haremos todos? — preguntó Taylor sentándose en una mejor posición. La mirada de los otros dos se posó sobre él. —Al parecer, el teniente Taylor no ha aprendido nada en todos estos años de servicio — se burló Nathan. —Si uno de nosotros cae, caemos todos. Y la persona que más tiene de perder en este momento, es Sharon ¿No es así? — vio a la chica esperando que confirmara sus palabras. —En este momento ella está no solo traicionando a su padre, sino a toda su nación, ya nos ha ayudado a cuidar de tu padre lo suficiente, incluso ha salvado tu pellejo, ha ejecutado a excompañeros suyos… ¿Crees que Rusia no daría nada por su cabeza? —Olvidas un detalle…— interrumpió Sharon. —Ellos aún no saben lo que he hecho, o por lo menos, tengo la esperanza de que ese pequeño detalle se les haya escapado. Conozco a mi padre, no me mataría enseguida… haría que regrese a Rusia y me asignará una misión en la que las probabilidades de morir serían extremadamente altas — inclinó la cabeza. —Pero eso n