Maxwell se vio obligado a regresar a Inglaterra, a pesar de no sentirse listo para ello. Era necesario, dado que Benjamín había tomado el control sin oposición y estaba dirigiendo la empresa hacia la bancarrota. «Pido a Dios que no esté presente», pidió en su fuero interno pensando en Valentina. No había sabido de ella, cuando hablaba con su madre o su mayordomo no se la mencionaban y agradecía que no lo hicieran.El coche avanzaba por el camino empedrado que conducía al majestuoso castillo, rodeado de jardines bien cuidados y árboles centenarios. Sin embargo, Maxwell, con el ceño fruncido y la mirada perdida, apenas notó el paisaje familiar que se extendía a su alrededor.—Su excelencia, hemos llegado —anunció el conductor al estacionar frente al castillo.Él permaneció absorto, con las manos apretadas en un gesto de tensión reprimida.—Bienvenido, Su Excelencia —le dijo el jefe de seguridad al abrirle la puerta del coche.Maxwell salió lentamente, ajustando su abrigo contra el vien
—Te pregunté: ¿qué pasa? ¿Por qué el niño llora de esa manera? ¿Está enfermo?—No, señor, solo extraña a su madre. He tratado de dormirlo sin lograrlo, quizás tiene algún malestar.Sin hacer más preguntas, Maxwell se soltó de Aurora bruscamente y se dirigió hacia el bebé, cuyo rostro estaba enrojecido por el llanto.—Permítame —solicitó Maxwell con una dulzura que le era ajena. Nunca había tenido interés en sostener a un niño, pero al extender sus brazos para acogerlo, el pequeño se calmó. Puesto que el contacto con unos brazos desconocidos pareció tranquilizarlo.—Pequeño, parece que te caigo bien —le susurró Maxwell al bebé, meciéndolo entre sus brazos y observando lo diminuto y frágil que era el ser que tanto ruido hacía con su llanto—. Eres un revoltoso, parece que tienes un fuerte carácter —dijo sonriendo de nuevo.—Dime, ¿dónde está la madre del niño? ¡Cómo puede dejarlo llorar así sin consuelo! — le preguntó Maxwell a la empleada, quien temblaba con la cabeza gacha.—La señora
La sonrisa de Nicholas desapareció y empezó a toser, agarrando el vaso de Maxwell para beber todo su contenido de un solo trago.—Yo... no lo sé, Max. ¿Por qué preguntas eso? ¿Tienes dudas? —preguntó nervioso, esquivando la mirada de Maxwell.Maxwell permaneció impasible.En ese instante, Benjamín, con aire arrogante, entró abruptamente en la habitación.—¡Vaya, qué presuntuoso eres! Llegas y ya me mandas a llamar como si fuera tu subordinado.—Siéntate, Benjamín —indicó Maxwell sin mirarlo, señalando con impaciencia la silla vacía frente a él.—¿Quién te crees para ordenarme? —replicó Benjamín con desdén.Maxwell, ignorando la queja, deslizó una carpeta y un bolígrafo hacia él.Benjamín, movido por la curiosidad, examinó el contenido y, después de leerlo, golpeó el escritorio con furia.—¡Qué diablos es esto! ¡Infeliz! —bramó, mirando a Maxwell con furia, y con el rostro rojo de ira.—Firma, o enviaré estas pruebas a las autoridades. Haré que te encierren por malversación y robo de i
Valentina le dedicó una mirada fría y decidida.—Nunca cambiaría a mi marido por ti. No niego que mi inmadurez me instó a quererte, pero ahora te aborrezco. Ignórame, haz cuenta de que no nos conocemos, por favor.Tan pronto como Valentina llegó a su aposento, una empleada del servicio que se encontraba haciendo la limpieza le informó que Evelyn la quería ver.Al entrar al invernadero, cálido y lleno de plantas exóticas y flores de todos los colores, Evelyn le pidió que la ayudara a replantar las flores. Valentina, sin dudarlo, se colocó los guantes, sintiendo el suelo fresco entre sus dedos.—¿Quería verme, señora Evelyn? —preguntó Valentina, con voz suave mientras trabajaba.Evelyn asintió.—Te pedí que le hicieras la prueba de ADN a mi nieto, y no es por eso que te llamo esta vez. Valentina, he intentado no ser severa contigo, aunque tendría motivos para serlo. Me caes bien y no entiendo por qué, en lo más profundo de mi corazón, deseo que tengas una razón que explique tu error, au
—¡Maxwell, no lo hagas!—le advirtió, pero él la ignoró, haciendo una señal al mayordomo.—Pida a todos los que no sean miembros de esta familia que salgan del salón. Quiero hablar algo privado —demandó Maxwell con dureza, dejando de lado su impecable educación. Tanto los empleados como el novio de Olivia salieron.Ethan estaba con el pulso a mil. Sabía que su hermano iba a revelar lo de Valentina, y aunque podía fingir estar molesto, también podía simular perdonar a su esposa en nombre del amor que supuestamente tenían y también podría usar al bebé. Sin embargo, escuchar que Maxwell dijo que amaba a Valentina hizo que se cuestionara. Podría seguir siendo egoísta y solo esperar para tomar su parte de la herencia, sin embargo, justo quería su dinero para irse y no lastimar a sus hermanos y madre. Pero al saber que su mentira estaba haciendo más daño, lo carcomía por dentro.—¿Quieres que me divorcie de Valentina? —Su voz salió apenas audible, y tanto Evelyn como Aurora, Amalia y Benj
—¡Basta de discusiones! —exclamó Maxwell con exasperación—. Aurora, es tarde, debes irte.Aurora, avergonzada, dejó caer su mandíbula inferior y para disimular su desconcierto se alisó unos mechones de cabello imaginarios detrás de la oreja.—Olivia, lleva a nuestra madre a su habitación —ordenó Maxwell, alejándose rápidamente del lugar, como si quisiera escapar.Al día siguiente, solo Benjamín y Amalia se presentaron al desayuno. Comieron placenteramente, conversando sobre cómo sacar provecho de los eventos del día anterior.—Lástima que no agarré mi celular en el momento preciso para grabar todo. Te dije que tu hermano menor era gay. ¡Viste que siempre tuve razón! —Ciertamente, la tenías. Ethan es un sinvergüenza. No lo llames más mi hermano. Anoche quise partirle la cara, pero me contuve porque el señor robótico debe resolver sus propios problemas. Se proclama líder de la familia y no puede manejar a la oportunista de Olivia ni al inútil de Ethan —parloteó Benjamín con desdén.Jus
Valentina esperaba en el estacionamiento con el corazón en un puño, mientras observaba el horizonte en busca del taxi que había solicitado.Ethan le había propuesto llevarla a casa de su prima, pero ella no se lo permitió. Evelyn estaba mal, y no quería alejar a su amigo ni un segundo de su madre. Entendía que él también tenía sus problemas; lo vio cabizbajo y sabía que estaba triste porque sus hermanos parecían evitarlo.—Ina, todavía creo que deberías hablar con Maxwell antes de marcharte. Oliver es su hijo, pase lo que pase —le sugirió Olivia, de pie junto a ella con el bebé en brazos.Valentina se volteó ligeramente, esforzándose por contener las lágrimas que ardían detrás de sus párpados. Sentía que derramarlas la haría parecer patética y deseaba marcharse de ese lugar con dignidad y sin soltar ni una sola lágrima.—No me rebajaré. Estoy convencida de que ese monstruo cree que Oliver es hijo de otro. Aurora, en complicidad con Joshua, me acusó falsamente y él no tuvo la decencia
Ethan entró de golpe en la habitación, golpeando su teléfono contra la palma de su mano derecha, y encontró a Maxwell recostado en su cama king size, con los ojos cerrados como si la perturbación no le afectara en absoluto.—¿Qué necesitas, Ethan? —preguntó Maxwell, sin abrir los ojos, desprendiendo una total indiferencia.Ethan, con el ceño marcado y los ojos llameantes de ira, se acercó a la cama.—¿Cuáles son tus intenciones, Max? Vale me contó que la estás forzando a quedarse en uno de tus apartamentos. Sé que no crees que Oliver es tu hijo, pero callas y aprovechas la situación para controlar a mi amiga. Es evidente en tu mirada y en tus actos que te satisface imponerte sobre ella, manipulándola a través del niño. Jamás pensé que fueras tan maquiavélico —le reprochó Ethan con vehemencia.Maxwell tomó una profunda respiración, abrió los ojos con lentitud y se incorporó en la cama serenamente, aunque la sonrisa torcida en sus labios delataba su satisfacción interior.—¿Ella te llam