—He decidido volver a casarme con Aurora —anunció Maxwell, causando sorpresa en todos; incluso en la misma Aurora, a quien los ojos casi se le salían de las cuencas. «Esto fue más fácil de lo esperado», celebró Aurora para sí misma, mostrando a su vez una sonrisa de triunfo que iluminó su rostro. Aunque Valentina no entendía el motivo, ella no dejaba de verla con burla. Los ojos de Aurora chispeaban con malicia mientras sus labios se curvaban en una sonrisa. «No conseguiste tu objetivo, una mujer como tú no podría conquistar a un hombre como Maxwell, sin importar la manera en la que te le brindes», pensaba Aurora mordiéndose la lengua para no decirlo en voz alta. Aunque su mirada, afilada como una navaja, se mantenía fija en Valentina. Mientras que Evelyn, quien estaba sentada en una elegante silla de respaldo alto, no sabía qué decir; estaba estupefacta por esa decisión tan repentina de su hijo, quien siempre le consultaba sus planes. Por su parte, Ethan, que se encontraba de
La piel de Maxwell se tornó roja y sus ojos se ensancharon, pero en ningún momento volteó a mirarla; continuó comiendo como si nada hubiera ocurrido, apretando sus dientes bajo una máscara de calma. No obstante, Valentina disfrutaba de notarlo tan tenso, sus pupilas centelleaban con diversión, mientras observaba cada reacción microscópica de su rostro. En el agarre a su muslo podía sentir la rigidez de sus músculos, y continuó paseando sus dedos de manera juguetona hasta que una mano de Maxwell atrapó la suya y la apartó, con un movimiento brusco y decidido. Sin embargo, para ella no era suficiente, sino que continuó hasta que él, empezó a excitarse frente a todos; provocando que la respiración se le volviera pesada y que la erección dura y palpitante apretara bajo el pantalón. En un acto manejado por el instinto, Maxwell le atrapó la mano, justo cuando estaba por posarla sobre su masculinidad. Y diferencia de lo que Valentina esperaba, en vez de apartarle la mano, Maxwell l
—¡Ethan, hermano, volviste! —exclamó Olivia, alzando la voz más de lo normal para que Maxwell pudiera escucharla. Aunque no podía creerlo ni asimilarlo del todo, tenía la fuerte corazonada de que era él. En el interior de la habitación, Maxwell abrió los ojos de par en par y soltó a Valentina bruscamente, como si el contacto le quemara la piel. Sin pensarlo, corrió hacia la pequeña terraza, cuyos muebles temblaron ligeramente bajo el peso de su apresurado avance. Era un movimiento desesperado y descoordinado, algo impropio de su habitual compostura. Le parecía ridículo y patético, pero cualquier cosa sería mejor que enfrentar la desilusión en los ojos de Ethan. No quería que su hermano presenciara la escena, temiendo que esto revelara una traición premeditada y burlesca. En cambio, Valentina, que había recuperado un poco de control, en medio de su borrachera, aun luchando con el mareo que sentía, se movió rápidamente. Quitó el seguro de la puerta y corrió al cuarto de baño, co
A pesar de que la investigación se había demorado más de lo normal, al fin los agentes de inteligencia del equipo táctico de Maxwell le indicaron que habían conseguido una pista sobre el cuadro perdido. Acompañado por dos de sus escoltas, Maxwell llegó a la entrada del anticuario. La fachada del edificio era antigua, pero bien cuidada, con un cartel elegante que anunciaba "Antigüedades y Curiosidades de Alta Gama". Maxwell, con su porte imperturbable y su traje impecablemente cortado, se adentró en el establecimiento, seguido de cerca por sus hombres. Al entrar, fue recibido por un leve aroma a madera envejecida y barniz. De inmediato sus ojos recorrieron todas las vitrinas de cristales que exhibían una variedad de objetos de alto valor: joyas, porcelanas, relojes antiguos, y cuadros. Caminó lentamente, mientras atento no dejaba pasar por alto ningún detalle. Al llegar a una sección dedicada exclusivamente a pinturas, su mirada se detuvo en un cuadro que le resultaba inquietant
—¿Quién ha sido, querido mío? —inquirió Aurora, con cejas alzadas y tono aterciopelado, tratando de sonar muy seductora mientras acariciaba el brazo de Maxwell con una mano. «Latina, jaque mate. Un peón nunca podrá contra una reina», celebró internamente, muy segura de que había destruido a Valentina de un solo movimiento. —Prefiero no decirlo — le contestó Maxwell, mientras ella lo seguía por el pasillo con el semblante transformado por la impotencia. —¿Supongo que se trata de la latina? —¡Es obvio! —se dijo a sí misma al notar su silencio.Aurora acortó la distancia y, provocando que él se detuviera, lo abrazó por la espalda, pasándole las palmas de las manos por el pecho en plan seductor. —Aurora, por favor, controla las muestras de afecto delante de mis empleados y evita especular —demandó Maxwell con severidad, retomando su camino y dejando a Aurora con los brazos extendidos.A pesar de que él esperaba que ella, con resentimiento, se retirara y le concediera un descanso tras
Cínicamente, Benjamín elevó la comisura derecha de sus labios y se apartó con la intención de irse. —Piensas que eres mejor que yo. Sé que debajo de tanta pulcritud debe haber mucha pudrición escondida. Solo actúas así para que nadie pueda conocer tu verdadero yo, pero pronto descubriré quién eres, y ese día no podrás mirarme a la cara con tanta superioridad. Sácate de la cabeza, Maxwell; no eres perfecto, todos tenemos debilidades en la vida. —Dime algo, ¿por qué culpar a una mujer que no te ha hecho nada? —preguntó Maxwell con curiosidad, sin comprender por qué todos insistían en presentar a Valentina como culpable cuando, en realidad, ella era inocente.—Recuerda, Maxwell, que en dos días deberás haber desalojado esta oficina y todo aquello que has acumulado. Pintaré las paredes de otro color y desharé de estos muebles tan pasados de moda —expresó Benjamín, haciendo caso omiso de su pregunta.Maxwell negó con la cabeza. (…) Valentina, al despertar con un fuerte dolor de cabeza
Maxwell mantenía una ceja elevada, aguardando la respuesta de Valentina mientras le ofrecía la pera. Escuchar la conversación entre ella y la niña le había llenado de ternura. En ese instante, su mente experimentó un cambio, y comenzó a pensar que quizás en parte estaba equivocado; al parecer, Valentina no albergaba sentimientos por Ethan. Sin embargo, tal vez, contrariamente a lo que él había pensado, ella no se había casado con Ethan por interés económico, sino para asegurar un futuro mejor para su hija. «Aunque de alguna manera esté aprovechándose de mi hermano, es más justificable si es por el bienestar de su hija», se dijo a sí mismo, mirándola por primera vez bajo una luz diferente, no con sospecha y acusación.—Dime por qué siento que cuando mencionaste al ogro te referías a mí. Estabas divirtiéndote a mis espaldas, sé que tienes la costumbre de hablar mal de las personas— dijo Maxwell con reproche. Valentina se cruzó de brazos y empezó a balancear un pie. —Te das demasiad
—¡Wow! Esa mujer es irrespetuosa. ¿Qué ha sido todo eso? — había preguntado Aurora simulando serenidad y moviendo su dedo en círculos. —¿Cuándo llegaste? — Maxwell la miró con cierta sorpresa, pero de inmediato relajó sus facciones. — No hace tanto, pero si para darme cuenta de que tu cuñada no te respeta —instigó Aurora con malicia. —Estás exagerando. Como lograste ver, tenía una conversación con mi cuñada —expresó, zanjando el tema y sin dar espacio a más preguntas. —Entiendo, amor, ser la cabeza de esta familia no es tarea fácil, pero debes demandar obediencia, si otros presencian este acto de insolencia, habrá críticas sobre ti. Y si el problema es que esa mujer no le conviene a mi cuñado, te sugiero que le aconsejes que debe casarse con una más apropiada para él. Aunque Aurora sonreía, por dentro sentía celos, rabia, impotencia e inseguridad al notar que Maxwell se encontraba más interesado en Valentina de lo que ella suponía. —Aurora, no empecemos, por favor. Ella alzó