—¡Me raptan! —intento zafarme— Gritaré bomba en el avión. ¿No me creen? Soy una psicópata en potencia, señores.
Estiro, de nuevo, mis brazos tratando de no soltar el cinturón mientras los guardias forcejean conmigo para sacarme del auto.
—¡Llévense a esa loca de mi auto! —Mi padre los alienta.
—¡Alex Blake, es tu hija! —grita mi madre reprendiendo a su esposo— Moriré joven, lo presiento.
Uno de los tipos sujeta mi mano para aflojar mi agarre. Tiran de mí y, de inmediato, estoy siendo llevada por cuatro tipos con el triple de mi altura.
—¡Por favor, no! Se los ruego, no estoy hecha para esto. ¿Quieren que accidentalmente intoxique al próximo rey de Francia? —Hago comillas con mis dedos enfatizando e ironizando la palabra accidentalmente.
Eso sí, esto no quiere decir que lo demás no fuera accidental.
—Bueno, me traes un recuerdo. Te amo, hija. —Se despide mi papá, además, con su mano.
¡Puaj!, me dices que soy tu princesa, pero te pasas, con esto te pasas.
Mis padres bajaron mis maletas y me acompañaron, junto con los guardias, hacia la sala de espera. Estos eran peor que los buitres hurgando lo que van a comer.
Ahora bien, mi plan es este: cuando llegue, allá, lo primero que debo hacer es comprarme un boleto de regreso y ¡listo! Mis padres no tendrán más opción que aceptarme, ¿o no? Dudo mucho de que vayan a mandarme de regreso. Mi plan b sería causar, lo más rápido que pueda, los accidentes que casualmente me ocurren... aunque esta vez no sería casualidad.
La llamada a nuestro vuelo suena en los altavoces, y con un respingo me levanto del asiento con la intención de correr hacia la salida.
—Se caerá el avión. ¿Saben cuántos accidentes —iba a decir automovilísticos, pero me di cuenta de mi realidad— de aviones suceden al año? Yo no, pero seguros son demasiados.
—¡Raquel, escúchame! Quizá creas que hemos llegado a los extremos o que no lo hemos pensado. Sin embargo, justamente porque queremos lo mejor para ti, es que tomamos esta decisión. ¡Trata!, yo sé que puedes, ya verás que no es tan malo.
Mi madre me abraza, con cada fibra de ella temblando por no romperse en llanto. Sé que debe mostrarse fuerte, puesto que no creo que deba de utilizar la chispa de debilidad en ella, en estos momentos.
Papá deja de abrazarla para abrazarme a mí. No puedo evitar soltar una lágrima al pensar que no estaré con él por un buen tiempo.
—¡Nos veremos pronto, mi cielo! Diviértete, pero no mucho, ¿entendido? —Me da un beso en la frente y regresa junto a mamá. Sé que no quiere que lo vea soltar una lágrima.
Los guardias me toman de los brazos y me escoltan hasta llegar a mi asiento. Los cuatro hombres no se fueron hasta que mi cinturón estuvo abrochado y la azafata estuviera viéndome durante el despegue. Solo falta que al que tengo a la par sea el policía infiltrado de todos los aviones. ¿Y si grito bomba? Quizás, así, me saquen del avión o me impidan viajar.
La idea cruza por mi mente unos segundos hasta que veo, a lo lejos, a mis padres en el gran ventanal del aeropuerto. De seguro y hacen que me vaya en barco o a pie con tal de que yo aparezca allá. Me pregunto qué sería mejor: evitarlo ahora o no impedir que pase un accidente, con el cual tenga que regresar a casa, lejos de ese reformatorio real.
Recordé que tenía los folletos en la bolsa de mi jean. Los saco para darle una ojeada a lo que será mi casa de hoy en adelante. ¿Por qué no me mandaron al ejército y ya? También pudieron instruirme en casa; eso hubiera sido perfecto.
Aunque estuvo en mi bolsillo, el papel no se había arrugado tanto: era algo duro y con una textura muy rara.
El color, del folleto, es azul oscuro, con detalles dorados por doquier y un símbolo raro en la parte superior izquierda... Todo lo que muestra a la vista es muy elegante y ostentoso. ¿Ese es el uniforme? ¡Por Dios!
¡No!, me rehusó a seguir viendo.
Si lo pienso bien, mi plan de comprar un boleto de regreso podría funcionar bien: quizá podría irme de vacaciones con mi abuelo Rubén. ¿Un internado real? ¡Ja!, no deberían aceptarme si ni descendientes con sangre noble he de tener.
Me acomodo en mi asiento, expectante a lo que ocurra cuando aterrice. Con planes dispersos en mi mente y dos elucubraciones muy claras: es un internamiento real o legítimo o, simplemente, mis padres me están tomando el pelo, y mi tío William me regresará a casa mientras dice: «Ojalá que hayas aprendido la lección, jovencita», y todo normal.
Pff, internado de princesas. Ya quisieras, madre.
Muy bien, aquí voy.Me siento impaciente al cruzar la salida, un puñado de personas están esperando a sus seres queridos allá afuera y yo con mis dos opciones.Si está William ir con él o esconderme e ir a comprar el boleto.¿Mis maletas? Bueno pues eso es asunto aparte, me ajusto mi gorra ocultando a cómo puedo mi rostro y caminó lo más oculta posible dentro de los demás pasajeros. Si mi tío se encuentra aquí, procuraré ser yo la primera en verlo. ¡Ese hombre es posible de traer un megáfono y gritar mi nombre si pasó de largo!Mientras camino lo más rápido que puedo fuera de la zona de bienvenida, al par
Durante todo el camino hubo un silencio casi que aterrador. Después de que mi tío mencionara a mi ex tía, una historia muy triste por cierto, voy pensando en que de hoy en adelante posiblemente viva en un castillo, ya que ni idea si tienen dormitorios dentro del palacio o me mandarán fuera después de clases. Ni siquiera sé si la reina es la directora de la escuela. Para ser sincera pienso que todo será anticuado o clásico Vamos, si te dicen "Irás a estudiar con la realeza" una parte de ti no puede evitar imaginar carruajes, castillos, esa distinción que te pintan en los cuentos y películas. ¿Y si me hacen usar vestidos y cosas así? En realidad no se como ocultar mi decepción al no estar subida en un carruaje de los viejos tiempos...como cenicienta. Aunque de princesa y bella no tenga nada, si tengo lo de si
La reunión avanzó normal, con tanta formalidad de parte de Collette que me sentí tan fuera de lugar con ganas de retroceder en el tiempo y haber aprendido o buscado muchas más palabras que me ayuden a expresarme correctamente. Es que no encajo aquí, hasta mi tío lo sabe.¿Cuándo en la vida llegue yo, la que accidentalmente le cortó el cabello a una compañera en primaria, a ocupar tantos modales y ser tan elegante? ¡Jamás!Hablaba cuando era necesario o se referían a mí directamente, cosa que en muchas ocasiones me distraía. Estoy haciendo la mejor actuación de niña bien portada, posible y aun así siento el nerviosismo de mi tío como si fuera un huracán llevándome por los cielos. ¿Tanto
—Esta es tu habitación, un guardia siempre estará en la entrada del edificio de señoritas, las luces se apagan a las ocho de la noche, no necesitarás mayor vestimenta que tu uniforme el cual puedes m****r a lavandería. En unos momentos se incorpora contigo la duquesa Ekaterina, te dará un recorrido por la escuela y te explicara más detalles— todo lo dice de una forma fría aunque cordial. Pude jurar que saltó de felicidad al notar que al fin podía dejarme por mi propia cuenta antes que le cause más accidentes. Vaughan se despide dejándome sola en la habitación. Y para empezar, esto está mejor que toda mi casa. Según entendí después de irme corriendo d
De todas los colegios a los que he ido y lastimosamente he tenido que irme, está por seguro es la mejor de todas. —¡Es un maldito croissant! Incluso eso, no se que es eso pero se ve delicioso— No puedo despegarme del vidrio, tienen como cinco platillos diferentes y no se diga las bebidas— Espera ¿tienen postres? En mi otra escuela el postre que nos daban eran barras de granola más pequeñas que mi dedo pulgar. —Entonces goza los nuestros ¿Como no íbamos a tenerlos? Están justo al lado de las bebidas. Ve tú y pídeme un platillo de frutas por favor, yo me encargaré de aquí. Emocio
Sabía que mi fin estaba a punto de llegar, lo he sentido muchas veces pero no se porque esta se siente peor. La verdad no se que hice en ese momento, me equivoqué en incitar ese accidente, debí haber soltado el plato de frutas. Me demandará o peor, me deshonrare de alguna manera o mandará hacer una cosa mala de la realeza para tachar a los de mi clase como los lunáticos del desastre. Es que algo así espero, si una vez un director quiso enviarme hasta a un psiquiátrico pues no me sorprende que ya me tengan como un delincuente en este país. Dios, mándame un ángel para suplantarme o conviérteme en hormiguita más fácil.-Entiendo que eres un caso especial en esta escuela ¿no?Me sorprendo cuando la reina habla delante de mí. No se
No puedo parar de correr hasta llegar al comedor y encontrarme con Collette en la entrada. Tomo bocanadas de aire a cómo puedo y trato de desenfrenar mi corazón. ¿Qué acaba de pasarme? No se si decirle a ella lo sucedido o hacer como si nada y aceptar que nunca en mi vida pasare por ese pasillo endemoniado.-Justo a tiempo, termina tu castigo igual que todos, nadie se irá del comedor hasta que cada grano de arroz y gota estén fuera del suelo y paredes- ella me tiende una manta pequeña- luego ponte tu uniforme y te espero en mi oficina.-Madame- digo en un suspiro. Prefiero la opción dos, creo que si respiro de más de seguro me ganaré otro castigo, su mirada supera a la de mi mamá. Odio correr, soy pésima para eso, no puedo terminar de subir unas escalera
Después de ponerme el uniforme y pensar bien lo que me dijo Collette, las ganas de encerrarme en mi habitación y decir que estoy enferma crecen más a medida que pasa el tiempo. Pero la curiosidad me mata, no puedo controlarla...solo sale y listo, apártense que allá va.Ya es tarde, pronto se hará de noche, aún no han llegado mis compañeras y debo de seguir esperando a Tamira para una breve conversación. Tengo el horario de clases en las manos y no puedo evitar arrugarlo de lo nerviosa que estoy. ¿Como puede ella llevarme a una cena con personas tan importantes?Unos toques en la puerta me distraen haciendo que, por casi de un grito del susto, con lo sucedido en el pasillo no me sorprendería que la puerta del baño se abriera sola.
Último capítulo