III

Muy bien, aquí voy.

Me siento impaciente al cruzar la salida, un puñado de personas están esperando a sus seres queridos allá afuera y yo con mis dos opciones.

Si está William ir con él o esconderme e ir a comprar el boleto.

¿Mis maletas? Bueno pues eso es asunto aparte, me ajusto mi gorra ocultando a cómo puedo mi rostro y caminó lo más oculta posible dentro de los demás pasajeros. Si mi tío se encuentra aquí, procuraré ser yo la primera en verlo. ¡Ese hombre es posible de traer un megáfono y gritar mi nombre si pasó de largo!

Mientras camino lo más rápido que puedo fuera de la zona de bienvenida, al parecer. No puedo evitar admirar lo hermoso que es esté aeropuerto, si se lo están preguntando...no viajo demasiado, por lo tanto, mis conocimientos de aeropuertos internacionales son casi nulos.

No sé con qué milagro logró llegar hasta los mostradores. Busco el que menos personas tengan y hago fila impaciente de que no me descubran. ¿En serio estoy haciendo esto? Busco el folleto en mi bolsillo. Si, seguro que lo estoy haciendo.

Al llegar con la señorita le plantó una sonrisa de adulta.

—Buenos días ¿Tiene vuelos disponibles para Portland? — no se crean, estuve ensayando qué decir mientras hacía fila.

—Bienvenida, podría por favor brindarme su nombre, señorita.

—Si, me llamo Raquel Blake ¿Le doy mis documentos? — ¿Mi vida? ¿Alma? ¿Dinero? cualquier cosa con solo que me saque de aquí y rápido.

Ella teclea en otro computador que tiene a su lado, buscándome en, al parecer, una base de datos es todo lo que consigo percibir alzándome en puntillas al mostrador. ¿Pensaría que soy una delincuente?

Su rostro cambia en un milisegundo y vuelve conmigo con una expresión rara... ¿Qué procede?

—Lo siento, no puedo brindarle ese servicio, tengo en el sistema que usted es parte del programa de estudio. Déjame que llame a su conductor, de seguro no la vio. Lo lamento— ¿QUE?

Su mano se alza haciéndole señas a un señor trajeado muy pero muy formal.

—Espere, no se apure. ¿Qué nombre le di? Es que me confundí, mi apellido no es ese.

Cuando estoy a punto de correr veo como dos tipos grandes con trajes se acercan al mostrador. ¿Cómo es posible? Me pongo mi gorra y trato de caminar como si nada, fuera de su alcance. Es imposible que tengan mis datos tan rápidos, esto es anti-fuga al parecer.

—Disculpe— uno de los tipos me tomó del brazo— ¿Usted es la señorita Raquel Blake?

—No... ¿Por qué? —le digo rápidamente.

—Si es ella, Greco—escucho desgraciadamente una reconocida voz a espaldas del hombre.

—No le crea, Don Greco.

Mi tío William aparece con un traje negro similar al de los dos tipos junto a mí. Y por inercia me doy cuenta de que tienen bordados un escudo similar al del panfleto. Veo alrededor y caigo en cuenta, este aeropuerto le pertenece a la realeza también, si no voy a una escuela cualquiera. Diablos.

Su barba estaba aún más larga de cuando lo vi por última vez. Por instinto corro hacia él, abrazándolo sin importar que me quiera llevar a ese lugar.

—Oh, Rocket, veo que lo único que ha cambiado en ti es la intensidad de problemas que causas, eh— Mi tío me corresponde el abrazo, estrujándome en sus brazos— Hora de irnos.

Toma mi mano y me conduce hacia fuera del aeropuerto. Bueno, plan C.

—Espera, no quiero. Enserio, no puedo— levantó mi labio superior haciendo puchero, viendo a mi tío y tirando de sus mangas.

Él se ríe al verme y ordena traer el coche a los dos tipos que nos siguen.

—Convences más cuando recurres a las amenazas que cuando tratas de ser gentil. Se que no quieres, pero le prometí a tus padres que te llevaría, aunque estuvieras en un ataúd, vamos.

— ¿Me estás dando opciones?

—A ver, dime porque no quieres ir y si tienes un motivo que yo encuentre muy convincente ya no vas.

Inmediatamente hago un recuento de todas las cosas que me dicen "Huye de ahí en cuanto puedas" y desgraciadamente no encuentro una que sea de vida o muerte. A excepción de algo, no soy de la realeza ¿No sería como enviarme a preescolar nuevamente?

—De fuentes muy confiables sé de qué ese lugar es peor que el ejército y además ¿Te parezco acaso la reina de Inglaterra para mandarme ahí? — le digo con un gestó con mi mano sobre mi pecho.

—La otra opción era el ejército, pero darte armas sería algo muy peligroso y respecto a lo otro, déjame pensar— se toca la barbilla mirando inexpresivamente al cielo— La escuela no sólo acepta a jóvenes de la realeza ¿No leíste el folleto?

No.

Mi tío recoge mis maletas a la vez que trato de solucionar la incógnita en mi mente. ¿Qué tan malo puede ser? Me rehusé a ir, por lo lejos que iba a estar de mi familia, las anécdotas raras que me contaba mi vecina y por lo más obvio, por supuesto.

¿Qué pasaría si no le doy una oportunidad? Al menos podré decir "¿Oye puedo invitar a mi amiga la condesa Argeliana Lomeira del Monte Fretushi González, a la fiesta de tu primo?"

—Su transporte ha llegado, señorita o como me gustaría llamarle, su carruaje a su trágico destino está aquí— Mi tío abre la puerta después de dejarle mis maletas a otro hombre uniformado.

—¿Y el carruaje? — la verdad, si me hacía mucha ilusión viajar en uno ¿A quién no? Pero, de todas maneras, tampoco me había subido a una limusina tan bonita—Esta sería la primera vez que una escuela manda un vehículo tan elegante, por lo general sólo tenían buses y en muchas ocasiones me olvidaban.

—Ya súbete, Rocket.

Los asientos eran de cuero con varios terminados de manera muy relucientes y luces en una zona con... ¿eso es un mini bar?

—Bueno ya que de alguna manera iba a conseguir que subieras, conseguí algo para ti— se acerca al mini bar, supongo, y de una gaveta sacó una caja negra con listón rojo muy misteriosa— Solo falto la crema batida y las chispas de colores.

Le quito el listón y abro la caja lo más rápido que puedo, en su interior vienen doce fresas cubiertas de chocolate. La cubierta es tan delicada y las fresas tan apetitosas. Es una tradición comer un tazón de fresas con chocolate y crema batida con chispitas de colores, cada vez que veo a mi tío. Una forma de comer y recordarlo.

Lo abrazo sabiendo que se recordó de algo que significa tanto para mí. Sin duda, devorándome este manjar le pregunto cómo es la escuela, que debería de esperar de ella y de mi ¿Y si al final no encajaba? Durante el trayecto a ella, se quedó por un breve tiempo pensándolo, haciendo varias caras graciosas hasta que al final habló.

—Te diré lo que le dije a mi ex esposa antes de que ella me dejara "Ten fe, podremos llegar a hacer tantas grandes cosas, si ambos seguimos adelante" Solo que en este caso no me incluyas del todo a mí.

Y aun así su matrimonio fracasó, señoras y señores.

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