20

—Sí, estoy enamorada de ti.

Darren sonrió sobre mi boca, volviendo a apretujarme contra él y regresó a besarme con intensidad, sin importar mojarnos enteramente. Nuestros labios eran una tormenta de pasión, sentía mi pecho extenderse y bajar de lo profundo de los besos de Darren. Él me apartó con suavidad, yo abrí los ojos. Me sonrió ladinamente, tomó su mochila y miró a su alrededor, sobre la lluvia golpeando contra la acera, el sonido de las ramas de los árboles y el conocido olor a tierra húmeda, el olor a la lluvia.

—Vamos.

Nos dirigimos al edificio, empapados. Entramos sin apresurarnos, sentí la mano de Darren sobre mi trasero, tocándolo de una manera suave y sensual. Me giré, riéndome de su atrevimiento, él se hundió de hombros y me guiñó. Subimos por el ascensor hasta mi piso. Sus ojos tenían un brillo, además de su ebriedad, se veían relajados y honestos. Ingresamos a mi departamento, el chico cogió mi mochila y la suya dejándolas cerca de la puerta que cerró de una patada. Rá
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