La tormenta había pasado comenzaba a salir los rayos de sol sobre la ciudad, me desperté entre los brazos de Darren. Me giré hacia él, observándolo dormir aún. El único momento que se veía calmado, sin esa mochila que tanto peso le daba a su vida. Toqué con un dedo su mejilla izquierda, la barba rasurada se sentía áspera a mi contacto sobre su piel. Empezaban mis días libres, podía pasar con Darren en esta casa. Habíamos conseguido un colchón de dos plazas. La casa no tenía muchos muebles, la mayoría fueron vendidos por papá y mudarse al tráiler. Yo solo le pedí que no venda nada más, obedeció. Me acomode en la cama, contemplando al chico por más tiempo hasta que me incorporé y tomé mi ropa comenzando a vestirme. Tuvimos sexo de nuevo, en lo que sería la habitación de mis padres, ahora ya no. Sentí un suave ronquido de Darren, estaba muy cansado. Lo dejaría dormir.Afuera, en la esquina había un nuevo negocio. Era una pequeña cafetería de barrio. Bajé del primer piso, caminando hacia
Mis días libres comenzaron. Había hablado con Cath bastante, desde mensajes y llamadas contándole cómo iban las cosas con Darren. Mi amiga me notaba más animada, más dulce haciéndome chistes sobre estar loca por este chico y no iba a negarlo. Estaba perdidamente enamorada de Darren Milles. En esta tarde, llegaban los aislantes para Tom pronto su recuperación daría más alegría y tranquilidad a la familia. Eso era lo más importante para Darren, estaba emocionado de poder hablar con su hermano y contarle todo lo que estaba viviendo, confiaba en las palabras de Tom. Eran muy unidos. Me di cuenta que los padres de ellos tenían más afinidad por las metas alcanzadas por Tom, menos hacía críticas por Darren y su forma de llevar esos intentos de buscar la aprobación de los Milles.—¿Estás segura que Tom nos reconocerá? Lleva mucho tiempo anestesiado, durmiendo—dijo Darren.—Es posible que tenga amnesia pero va a recuperarse poco a poco. El tiempo y el cuidado clínico harán que se estabilice—l
El día que todos nos tenía pendientes de lo que podría suceder. La nueva cirugía para Tom. El doctor Lenner había vuelto a comunicarse con la familia, aunque los señores Milles y Darren no se cruzaron en el hospital ni de cerca ni siquiera desde lejos. Él compró la casa, sacando los quinientos mil dólares que tenía bajo su cuenta, antes había hablado con un agente bancario para hacerse tutor de sus ingresos, por supuesto sus padres se enteraron por los protocolos indicados del banco. Ambos dieron la aprobación. Las cosas no estaban bien, era obvio.La operación empezaba a las dos de la tarde, siendo programada en el quirófano dos. Siempre usábamos el primero, aunque esta vez estaba ocupado por Hyes. No le di importancia. Hace semanas que no cruzaba palabras con ese cirujano, estaba enfocada en mis equipos quirúrgicos. Y mi apodo, maga, seguía dando vueltas en el hospital Kennedy. Nadie iba a olvidarlo mientras mis comentarios y teorías seguían siendo bien recibidas, evaluadas y acepta
La sonrisa de Darren observando a su pequeño hermano despierto después de tanto tiempo con sedantes. Todos sus reflejos y reacciones a estímulos cognitivos eran perfectos. Su cerebro apenas había sufrido un daño por los calmantes. Sería evaluado en esta semana. Su madre, Lucy, estaba llorando por la felicidad de recuperar a su hijo. Yo estaba pendiente de la situación y el reencuentro de la familia Milles. Eso me hizo pensar en mi madre, su rechazo de mantenernos en contacto pero así era a veces, no podemos tenerlo todo. Suspiré, haciéndome hacia un lado y Darren estaba feliz, sus ojos brillaban al ver a su hermano sonreír en cuanto bromeaba que ahora no necesitaban a un príncipe para que lo despierte con un beso. Algo que Lucy le pareció desagradable y poco digno de la sexualidad de Tom. Me reí por dentro, sonriendo con ellos.—Ahora vuelvo—le avise a Darren, tocando su hombro. Él asintió mirándome por un momento.Sentí la mirada extrañada de Tom. Se perdió mucho, pero esperaba que e
Abrí los ojos, pestañee ante las tenues luces que caían sobre mí. Miré a mi alrededor. Era una habitación del hospital, esta vez yo estaba en la cama conectada a parches de electrodos y un vía de suero pasando por mi brazo derecho. Vi a una enfermera pasar delante de mí. Sujeté su muñeca reteniéndola con fuerza. Ella se asustó, mirándome con sorpresa y alivio. Me tranquilizó, diciéndome que había tenido un desmayo y el doctor Hyes estaba revisando los resultados de una tomografía, estando en contacto con la doctora Hilton.—Tranquila, ellos van a cuidarte ahora—dijo la enfermera.—¿Dónde está Darren?—El chico Milles—respondió con una sonrisa—. Se fue.—¿Se fue del hospital o se fue de mi habitación?—Es que se terminaron las horas de visitas. Quiso quedarse contigo, pero los doctores le pidieron que regrese mañana—contestó, liberándose de mi mano.—Llamaré a Hyes y Hilton.La mujer con su uniforme naranja salió. Me quedé a solas, con la tormenta que invadía mi mente en estos momentos
Había pasado dos días desde el incidente de un fuerte ataque de migraña, los resultados clínicos mostraban una hemorragia en mi cefalea. La doctora Hilton me pidió que me quede en reposo tomando unos calmantes preventivos hasta que encuentre un nuevo tratamiento adecuado a mi afección neurológica. Papá vino a la mañana por un rato, estuvimos hablando trivialidades. Prometió que no me daría más problemas, dijo que iba a cuidarse de verdad y me amaba más que a nada en el mundo. Por poco se largó a llorar viéndome en una bata diferente a mi uniforme y con cables conectados a los aparatos. Papá me amaba, lo sé.Al mediodía, llegó mi almuerzo y Cath también. Ella se quedó conversando conmigo, decidió darse una oportunidad con Kurt, viéndome totalmente enamorada de Darren y ella sentía ese miedo de derrota en el amor por un viejo novio que la dañó demasiado. Lo entendía.—¿Qué te dieron de comida?—me preguntó.—Un pollo con crema y unas verduras.—Nada mal. Excepto el pollo.Me reí, ella de
Darren se quedó toda la tarde a mi lado, recostado en mi cama, abrazándome con sus fuertes brazos. Su perfume y su calor eran la medicina más pura de todas. Dormimos un rato luego de ver un programa de cocina. El susurro que me adoraba mucho. Quería verme bien. Suspiré entre sueños. Su presencia era todo lo que estaba bien en mi vida, nunca había sentido este calor y este amor como ningún otro. Era sumamente hermoso y la paz interna que sentía entre sus brazos como temiendo que mi corazón se detuviera, que sus brazos fueran el poder de hacerme respirar nuevamente. Estaba preocupado por su hermano, por mí, por todo. Era un chico muy fuerte emocionalmente, todo su esfuerzo y su voluntad de seguir adelante. Vender la casa había resultado muy bien, tras convencerlo con varios motivos de porqué sería bueno. La libertad de no depender de sus padres, conseguir un trabajo y tener un techo propio. Sé que estaba la situación de los señores Milles observando que Darren no cometiera estupideces c
—Tenemos que hablar.—Está bien—dije. Ese atuendo de abogada dura y reacia a la justicia ilegal se había metido en mi dormitorio. Me senté sobre la cama, ella se movió de la entrada para sentarse sobre el sofá cerca de mí— ¿Está todo bien?—Estoy bien, gracias por el interés—respondió con una sonrisa. Dejó su maletín a un lado, acomodó su saco y se echó hacia atrás— ¿Qué sucedió?—Tuve una crisis. Me atendieron luego del operación de su hijo—respondí sin dar mucho contexto, es que no sabía qué pasaba con ella— ¿Hice algo mal?La mujer me miró fijamente, repasando mi imagen con sus profundos y penetrantes ojos negros como un cuervo estudiando cuando lanzarse a la caza. Tragué saliva, acomodando las sábanas sobre mí.—Lamento que te hayas enfermado—dijo. Creo que intentaba ser amable por primera vez.—Está bien, Lucy. Estoy mejor—le dije sonrojada—. Llevo un tratamiento neurológico, tengo ataques de migrañas y estuve expuesta a muchas cosas en estos meses—le expliqué, de todos modos. Lu