Había pasado dos días desde el incidente de un fuerte ataque de migraña, los resultados clínicos mostraban una hemorragia en mi cefalea. La doctora Hilton me pidió que me quede en reposo tomando unos calmantes preventivos hasta que encuentre un nuevo tratamiento adecuado a mi afección neurológica. Papá vino a la mañana por un rato, estuvimos hablando trivialidades. Prometió que no me daría más problemas, dijo que iba a cuidarse de verdad y me amaba más que a nada en el mundo. Por poco se largó a llorar viéndome en una bata diferente a mi uniforme y con cables conectados a los aparatos. Papá me amaba, lo sé.Al mediodía, llegó mi almuerzo y Cath también. Ella se quedó conversando conmigo, decidió darse una oportunidad con Kurt, viéndome totalmente enamorada de Darren y ella sentía ese miedo de derrota en el amor por un viejo novio que la dañó demasiado. Lo entendía.—¿Qué te dieron de comida?—me preguntó.—Un pollo con crema y unas verduras.—Nada mal. Excepto el pollo.Me reí, ella de
Darren se quedó toda la tarde a mi lado, recostado en mi cama, abrazándome con sus fuertes brazos. Su perfume y su calor eran la medicina más pura de todas. Dormimos un rato luego de ver un programa de cocina. El susurro que me adoraba mucho. Quería verme bien. Suspiré entre sueños. Su presencia era todo lo que estaba bien en mi vida, nunca había sentido este calor y este amor como ningún otro. Era sumamente hermoso y la paz interna que sentía entre sus brazos como temiendo que mi corazón se detuviera, que sus brazos fueran el poder de hacerme respirar nuevamente. Estaba preocupado por su hermano, por mí, por todo. Era un chico muy fuerte emocionalmente, todo su esfuerzo y su voluntad de seguir adelante. Vender la casa había resultado muy bien, tras convencerlo con varios motivos de porqué sería bueno. La libertad de no depender de sus padres, conseguir un trabajo y tener un techo propio. Sé que estaba la situación de los señores Milles observando que Darren no cometiera estupideces c
—Tenemos que hablar.—Está bien—dije. Ese atuendo de abogada dura y reacia a la justicia ilegal se había metido en mi dormitorio. Me senté sobre la cama, ella se movió de la entrada para sentarse sobre el sofá cerca de mí— ¿Está todo bien?—Estoy bien, gracias por el interés—respondió con una sonrisa. Dejó su maletín a un lado, acomodó su saco y se echó hacia atrás— ¿Qué sucedió?—Tuve una crisis. Me atendieron luego del operación de su hijo—respondí sin dar mucho contexto, es que no sabía qué pasaba con ella— ¿Hice algo mal?La mujer me miró fijamente, repasando mi imagen con sus profundos y penetrantes ojos negros como un cuervo estudiando cuando lanzarse a la caza. Tragué saliva, acomodando las sábanas sobre mí.—Lamento que te hayas enfermado—dijo. Creo que intentaba ser amable por primera vez.—Está bien, Lucy. Estoy mejor—le dije sonrojada—. Llevo un tratamiento neurológico, tengo ataques de migrañas y estuve expuesta a muchas cosas en estos meses—le expliqué, de todos modos. Lu
Mi alta clínica fue un viernes. Llamé a papá explicándole que estaría viendo en nuestra anterior casa con Darren, no hizo comentarios solamente prometió visitarme en mis días de descanso y conocer un poco más a este chico que estaba saliendo conmigo. Cath aceptó coger ropa, zapatillas y demás cosas de mi departamento, me dijo que Kurt iría con ella. Me advirtió que podría demorarse, a lo que seguramente estarían teniendo sexo en mi cama. No haría un reclamo, nada más le pedí que no rompan nada y que cierre las llaves maestras del departamento para no tener que pagar de más los impuestos. Darren vino a recogerme con un ramo de flores y una caja de donas dulces, sabiendo que estaría contenta y agradecida de ese gesto tan romántico, sobre todo por las donas rellenas de chocolate y crema de fresa. Ahora estaba en el baño. La doctora Hilton había recibido los últimos estudios. Un análisis de sangre y una tomografía, cual no arrojaba hemorragia ni siquiera otra afección en mi cerebro, fue q
—Anne, llegamos—dijo él, estaba entre despierta. Había intentado dormir durante el viaje, no pude hacer pensando y pensando en todo.—Sí… ¿Vino Cath?—Aún no.Abrí los ojos, puse una mano frente a ellos acostumbrándome a la claridad del día. Hoy había un sol resplandeciente. Todo el barrio tenía espacios verdes, me acomodé sin dejar de sentirme observada por Darren, detenidamente observaba mis movimientos lentos y perezosos. Alcé una ceja, levantando mi cabeza hacia él encontrándome con su hermosa sonrisa y esos ojos llenos de admiración. Sonreí tímida.—Eres lo mejor que pude encontrarme en esta vida—dijo.—¿Soy lo mejor para ti? Imagino que has tenido muchas novias.—Un par. Solo tuve tres novias pero no puedo compararte con ellas porque no vale la pena sacar cosas que ellas no tenían y tú eres todo para mí—contestó. Noté algo diferente en su forma de mirarme incluso de hablar enfrente de mí.—¿Estás enamorado de mí?—Yo creo que sí.Me sonrojé. Darren se acercó, tomando mi rostro c
Cath y Kurt habían llegado alrededor de las seis de la tarde, se tomaron todas esas horas desde el mediodía para buscar un par de cosas en mi casa. Darren y yo llevamos nuestro amor a otro nivel, estábamos tan unidos que mi estancia aquí sería demasiado interesante. Nunca subestimé el sexo con él, era sumamente especial. Mi amiga y yo estábamos cocinando. Hacía tiempo que no cocinaba para tantas personas aunque solo fuéramos cuatro. Hicimos pollo a la crema con cebolla gratinada y unas papas hervidas. Cath estaba preparando una ensalada mixta, otra que contenía zanahorias y huevo rallado. Me contó sobre la academia de ingresaría el próximo año, continuaría trabajando en el hospital Kennedy.—¿Entonces, no es necesario que te mudes?—le pregunté ya que la universidad estaba en California.—Las clases pueden ser virtuales y las prácticas las haré en Kennedy. No tengo mudarme, vas a tener que soportarme—respondió sonriendo. Se veía más simpática, abierta y llena de una felicidad que hacía
Los siguientes días la convivencia con Darren estaba muy bien, teníamos diferentes tareas en la casa. Él había contratado a una mucama dos veces a la semana, esta vez ella no vendría. Las noches eran mis favoritas, nos quedábamos viendo unas películas de nuestro interés o aquellas que Darren quería que viera. Cuando íbamos a acostarnos, nos poníamos muy calientes terminando intimidando casi hasta la tres de la mañana para luego quedarnos recostados y desnudos en la cama. Él fumaba con su espalda en el respaldo de la cama Queen que compró. Mis ojos admiraban todo su físico de chico delgado, lampiño y de un silencio cómodo de esos que quieres romper con unos cuantos besos.—¿Alguna vez, te imaginaste terminar enamorada de un chico rico?—preguntó Darren mientras fumaba su segundo cigarrillo.Yo estaba bebiendo agua, había traído una botella fría de la cocina antes de intimar. Me quedé pensando, preguntándome aquel cuestionamiento del chico. Lo miré, dejando el vaso sobre la mesita de noc
—¿Ella va a estar bien?—habló un joven a mi alrededor. Olía diferente, era un lugar distinto y conocido.Lo último que recuerdo es haber entrado a emergencias del hospital Kennedy y me desmayé. El dolor era tan fuerte que no pude soportarlo más, me desvanecía como el aire en un incendio, todo se apagó. Abrí los ojos, escuchando la conversación de dos hombres en el dormitorio. Veía borroso no podía distinguirlos, mis ojos no se acostumbraban. Sin embargo ellos estaban en la puerta charlando, no me vieron. Poco a poco, me adapté al lugar descubriendo a mi novio y el doctor Hyes. El neurocirujano le explicaba la cirugía de urgencias, habían colocado un chip anticoagulante en la zona derecha junto a la cefalea dañada. Darren estaba preocupado, escuchaba atentamente al médico sobre los cuidados y demás. Estaba saliendo todo bien, estaba bien…¿qué hizo desvanecer todo ese amor que sentía por él y arruinar esa noche?—Lo siento, Darren—susurré. Le traía angustia y miedo, él me amaba.—Lo sien