—Sí, estoy enamorada de ti.Darren sonrió sobre mi boca, volviendo a apretujarme contra él y regresó a besarme con intensidad, sin importar mojarnos enteramente. Nuestros labios eran una tormenta de pasión, sentía mi pecho extenderse y bajar de lo profundo de los besos de Darren. Él me apartó con suavidad, yo abrí los ojos. Me sonrió ladinamente, tomó su mochila y miró a su alrededor, sobre la lluvia golpeando contra la acera, el sonido de las ramas de los árboles y el conocido olor a tierra húmeda, el olor a la lluvia.—Vamos.Nos dirigimos al edificio, empapados. Entramos sin apresurarnos, sentí la mano de Darren sobre mi trasero, tocándolo de una manera suave y sensual. Me giré, riéndome de su atrevimiento, él se hundió de hombros y me guiñó. Subimos por el ascensor hasta mi piso. Sus ojos tenían un brillo, además de su ebriedad, se veían relajados y honestos. Ingresamos a mi departamento, el chico cogió mi mochila y la suya dejándolas cerca de la puerta que cerró de una patada. Rá
La lluvia se detuvo. Nos bañamos juntos, con los besos de Darren por mi cuello siguiendo hasta mis hombros. Él me bañó, recorriendo con sus manos cada parte de mi cuerpo con el jabón de perfume de coco. Sentía su cuidado. Era un chico muy dulce, la primera vez que me mostraban el valor en mi persona, cuando me miró mientras nos vestíamos había una esencia real. El verdadero Darren Milles cautivado por mí. No hubo comentarios sobre mi profesión ni nada que me hiciera verme menos. Entonces entendí que sus padres habían influenciado desde la primera vez que los conocí en la segunda y última operación de Tom. Darren me quería, lo dijo mientras manteníamos intimidad en mi salón. Había puesto su ropa mojada a la secadora en tanto nos bañábamos.—Me gustaría compensar todo lo que te hice creer, Anne.—Sé tú mismo, como ahora. Es lo único que quiero.Salimos del baño y nos dirigimos a mi cocina. Tenía un anexo al comedor, una barra de granito en medio con dos banquetas blancas y unas tazas qu
Darren y yo estábamos en la cafetería. La casa donde crecí, cada rincón, cada pedazo de madera habían sido recorridos desde mis primeros pasos. También se daban los malos recuerdos cuando papá dormía en el suelo o en el sillón hasta las cuatro de la tarde. Cuando mamá salía para llevarme a la escuela, luego a su trabajo en la panadería y no la veía hasta las siete de la tarde, supuestamente Oscar tendría que estar cuidando de mí aunque la vecina al lado de casa, la señora Pierce venía a pedido de mamá y le daba unos veinte dólares por las horas que se quedaba.En cierto modo, la casa estaba mantenida desde hace un año. Oscar decidió mudarse luego que yo consiguiera mi independencia y culminara mi carrera de enfermería. Ese año, él firmó la sucesión junto a mamá. Legalmente, la escritura de la residencia era mía por completo. Esto mismo le explicaba a Darren. Sus ojos no podían estar más sorprendidos, parecía que iban a saltarse de su cara. No esperaba esta propuesta.—Creo que es dema
La tormenta había pasado comenzaba a salir los rayos de sol sobre la ciudad, me desperté entre los brazos de Darren. Me giré hacia él, observándolo dormir aún. El único momento que se veía calmado, sin esa mochila que tanto peso le daba a su vida. Toqué con un dedo su mejilla izquierda, la barba rasurada se sentía áspera a mi contacto sobre su piel. Empezaban mis días libres, podía pasar con Darren en esta casa. Habíamos conseguido un colchón de dos plazas. La casa no tenía muchos muebles, la mayoría fueron vendidos por papá y mudarse al tráiler. Yo solo le pedí que no venda nada más, obedeció. Me acomode en la cama, contemplando al chico por más tiempo hasta que me incorporé y tomé mi ropa comenzando a vestirme. Tuvimos sexo de nuevo, en lo que sería la habitación de mis padres, ahora ya no. Sentí un suave ronquido de Darren, estaba muy cansado. Lo dejaría dormir.Afuera, en la esquina había un nuevo negocio. Era una pequeña cafetería de barrio. Bajé del primer piso, caminando hacia
Mis días libres comenzaron. Había hablado con Cath bastante, desde mensajes y llamadas contándole cómo iban las cosas con Darren. Mi amiga me notaba más animada, más dulce haciéndome chistes sobre estar loca por este chico y no iba a negarlo. Estaba perdidamente enamorada de Darren Milles. En esta tarde, llegaban los aislantes para Tom pronto su recuperación daría más alegría y tranquilidad a la familia. Eso era lo más importante para Darren, estaba emocionado de poder hablar con su hermano y contarle todo lo que estaba viviendo, confiaba en las palabras de Tom. Eran muy unidos. Me di cuenta que los padres de ellos tenían más afinidad por las metas alcanzadas por Tom, menos hacía críticas por Darren y su forma de llevar esos intentos de buscar la aprobación de los Milles.—¿Estás segura que Tom nos reconocerá? Lleva mucho tiempo anestesiado, durmiendo—dijo Darren.—Es posible que tenga amnesia pero va a recuperarse poco a poco. El tiempo y el cuidado clínico harán que se estabilice—l
El día que todos nos tenía pendientes de lo que podría suceder. La nueva cirugía para Tom. El doctor Lenner había vuelto a comunicarse con la familia, aunque los señores Milles y Darren no se cruzaron en el hospital ni de cerca ni siquiera desde lejos. Él compró la casa, sacando los quinientos mil dólares que tenía bajo su cuenta, antes había hablado con un agente bancario para hacerse tutor de sus ingresos, por supuesto sus padres se enteraron por los protocolos indicados del banco. Ambos dieron la aprobación. Las cosas no estaban bien, era obvio.La operación empezaba a las dos de la tarde, siendo programada en el quirófano dos. Siempre usábamos el primero, aunque esta vez estaba ocupado por Hyes. No le di importancia. Hace semanas que no cruzaba palabras con ese cirujano, estaba enfocada en mis equipos quirúrgicos. Y mi apodo, maga, seguía dando vueltas en el hospital Kennedy. Nadie iba a olvidarlo mientras mis comentarios y teorías seguían siendo bien recibidas, evaluadas y acepta
La sonrisa de Darren observando a su pequeño hermano despierto después de tanto tiempo con sedantes. Todos sus reflejos y reacciones a estímulos cognitivos eran perfectos. Su cerebro apenas había sufrido un daño por los calmantes. Sería evaluado en esta semana. Su madre, Lucy, estaba llorando por la felicidad de recuperar a su hijo. Yo estaba pendiente de la situación y el reencuentro de la familia Milles. Eso me hizo pensar en mi madre, su rechazo de mantenernos en contacto pero así era a veces, no podemos tenerlo todo. Suspiré, haciéndome hacia un lado y Darren estaba feliz, sus ojos brillaban al ver a su hermano sonreír en cuanto bromeaba que ahora no necesitaban a un príncipe para que lo despierte con un beso. Algo que Lucy le pareció desagradable y poco digno de la sexualidad de Tom. Me reí por dentro, sonriendo con ellos.—Ahora vuelvo—le avise a Darren, tocando su hombro. Él asintió mirándome por un momento.Sentí la mirada extrañada de Tom. Se perdió mucho, pero esperaba que e
Abrí los ojos, pestañee ante las tenues luces que caían sobre mí. Miré a mi alrededor. Era una habitación del hospital, esta vez yo estaba en la cama conectada a parches de electrodos y un vía de suero pasando por mi brazo derecho. Vi a una enfermera pasar delante de mí. Sujeté su muñeca reteniéndola con fuerza. Ella se asustó, mirándome con sorpresa y alivio. Me tranquilizó, diciéndome que había tenido un desmayo y el doctor Hyes estaba revisando los resultados de una tomografía, estando en contacto con la doctora Hilton.—Tranquila, ellos van a cuidarte ahora—dijo la enfermera.—¿Dónde está Darren?—El chico Milles—respondió con una sonrisa—. Se fue.—¿Se fue del hospital o se fue de mi habitación?—Es que se terminaron las horas de visitas. Quiso quedarse contigo, pero los doctores le pidieron que regrese mañana—contestó, liberándose de mi mano.—Llamaré a Hyes y Hilton.La mujer con su uniforme naranja salió. Me quedé a solas, con la tormenta que invadía mi mente en estos momentos