Alexei Voronin
Alina lleva una hora de retraso, hoy es su día libre y me dijo que llegaba a las cinco. Son las seis.
Odio que me hagan esperar, nadie me hace esperar. ¿Quién se cree que es ella para creer que puede hacerme esperar?
Está mujer es insoportable.
— Cálmate Alexei, no puedes someterte a mucho estrés recuerda.
— Si lo sé, ¿pero porque tarda tanto en llegar? — nunca me había sentido tan ansioso.
— A lo mejor se le presentó una situación, no entiendo porque te preocupa tanto que no llegue.
Y yo tampoco lo entiendo, este tipo de emociones nunca me dominan, pero ahora estoy cayendo bajo el poder de la ansiedad. Desde que llame al hospital preguntando si hoy era su día libre y me dijeron que sí, estoy en este estado. Una hora después me escribió diciéndome que venía.
No tengo idea de cómo consiguió mi número.
Unos golpes en la puerta me sacan del trance, debe ser ella. Camino hacia la puerta y la abro sin dar tiempo a que vuelva a tocar.
— Llegas tarde Klara
— Tuve un contratiempo y no me digas Klara.
— Solo pasa.
Cuando entra se queda mirando todo lo que hay en el interior.
— Si que te crees hijo de un Rey.
— Lo soy Klara.
Arruga el ceño al decir su apellido, pero lo deja pasar.
— ¿Enserio? El apellido Voronin no sale en ninguna parte de la monarquía.
— No es ese tipo de realeza.
— ¿Entonces según tu cuál es?
¡Pero porque está mujer es tan exasperante!
— ¿No te cansas de ser así?
— ¿Así como?
— Estar todo el tiempo a la defensiva.
— No estoy a la defensiva.
— Claro y tus ojos no son hipnotizantes.
— No lo son.
— Bien Klara tu ganas, no lo son. Vamos a mi oficina para que me revises.
Me sigue en silencio observando todo a su alrededor, por fin esa boquita tan linda que tiene se calla.
Entramos a mi oficina, es donde hago todos mis tratos, negocios, también e asesinado personas aquí, pero no era la gran cosa.
La habitación solo tiene colores sombríos, no me gustan los colores brillantes, hay un escritorio de madera oscura al fondo. Hay estantes, donde hay piezas de valor y hasta armas antiguas. Me encanta coleccionar.
— Esto es hermoso.
No puedo evitar la sonrisa que se forma en mi rostro. Tenía muy buen gusto.
— Supongo que sí.
Seguimos un rato en silencio, hasta que hablo.
— ¿Dónde me pongo?
Señala uno de los muebles negros y tomo asiento en el.
— Si noto alguna anomalía en los latidos de tú corazón, volverás de inmediato al hospital ¿entendido?
— Si.
— Bien, quítate la camisa.
— ¿No me invitaras un trago antes?— la mirada que me hecha podría haberme asustado si no hubiera vivido cosas peores, pero solo logra hacerme reír.
— No puedes beber, eso te pondría en condiciones críticas.
— Lo sé, me lo dijiste mil veces antes de irme del hospital.
— Bien, ahora quítate la camisa.
Esta vez lo hago sin rechistar, me encantaba molestarla, pero ahora mismo parecía no estar de muy buen humor.
El maletín — que no sabía que llevaba hasta ahora — lo pone en el asiento y de el saca un estetoscopio.
— Voy a escuchar tú corazón, necesito que no hables, ni te muevas.
Se acerca tanto a mí, hasta el punto que puedo oler su cabello.
Frutas
Es una combinación de frutas a lo que huele. Me pregunto...
Acercó mi nariz a su cuello, cuidando no hacer ningún movimiento fuerte y cuando llego a mi destino me sorprendo.
Flores y tierra mojada.
Me encanta como huele la tierra mojada, las flores no me gusta verlas mucho por sus colores, pero me encanta el olor en ella.
— ¿Que haces? — dice de repente Alina sacándome de mis pensamientos.
— Nada, creí haberte visto algo en el cabello.
— Claro — se aleja por completo de mí y admito que tenerla cerca unos segundo fue agradable — Tú corazón está bien, los latidos son estables y se escucha fuerte. Debes seguir tomando tus medicinas al pie de la letra, nada de alcohol, nada de ejercicio y nada de emociones fuertes. Y la más mínima molestia que tengas, llámame o ve al hospital de emergencia.
— ¿Eso es todo? — pregunto al ver qué recoge sus cosas.
— Si. Solo necesitaba saber si tú corazón estaba trabajando bien y lo esta haciendo. Sin duda es un milagro que sigas vivo, así que no desperdicies esta segunda oportunidad que te dieron.
¿Una segunda oportunidad? Para que me la darían, el mundo sin duda estaría mejor sin mí.
— ¿Alguna duda? — pregunta al ver que me quedo en silencio.
— ¿Que tienes? — pregunto sin pensar.
Alina es una persona fácil de leer, además de que los ojos son la puerta para ver el alma. Y los ojos de Alina solo tienen el reflejo de algo, dolor.
— ¿De que hablas?
— Algo te tiene angustiada, puedo verlo Klara.
— No sé de que hablas y aunque lo hubiera no es tu maldito problema. Eres mi paciente, no mi terapeuta.
Cuando estoy a punto de contestar con algo para nada amable, mi padre entra en la habitación.
— Señorita Klara, un gusto verla— Klara le sonríe, aunque está no le llega a los ojos.
— Señor Voronin.
Con que ya sabe que es mi padre, alguien a estado investigando sobre mí.
— ¿Cómo se encuentra Alexei? ¿Todo en orden?
— Todo perfecto, solo asegúrese que tome sus medicamentos y cuide de no exponerse a emociones fuertes. O donde se requiera un exceso de fuerza.
— Estaré al pendiente. ¿Algo más?
— No, eso es todo — termina de recoger sus cosas y se dispone a irse — Señores Voronin, nos vemos en dos días — Y con eso se va.
Estoy seguro que su estancia aquí, no fue ni de media hora. Algo sin duda la tiene preocupada y voy averiguar el que.
— Dimitri — detengo a mi padre antes de que se retire de la habitación.
— ¿Si?
— Si me dices que no a lo que diré a continuación, igualmente lo hare. Pero solo lo hago para que tengas conocimiento.
— Bien.
— Quiero que investigues a Klara, quiero saber todo de ella. Aunque si tú no lo haces encontrare quien lo haga, me sobra gente que trabaje para mí.
— ¿Con que fin quieres investigarla? Ella no es más que tu doctora.
— Solo quiero conocer a la persona que esta al pendiente de mi salud, quien me salvo la vida.
Dimitri suspira sabiendo que no me rindo fácilmente, porque cuando quiero algo, siempre lo obtengo.
— Bien, pero que esto no se te escape de las manos Alexei.
— No lo hará.
Ella no se me escapara de las manos.
Alina Klara ¿Cómo una persona puede ser tan... arrogante? Si eso, arrogante. Alexei grita eso por todos lados, aunque también es alguien confuso. A veces te trata bien, pero al segundo te trata mal. Aunque siendo sincera tampoco le he dado mi mejor trato, pero simplemente me sale natural, es como si algo se activará en mi estando en su presencia. Las palabras de mi nana me vinieron a la mente, cuando él dijo que eran un tipo de realeza distinta a la monarquía. La diferencia de la que habla, ¿sería la de la mafia? ¿De verdad eran mafiosos? Es que es tan ridículo, mafiosos, por el ángel estamos en la vida real. No son uno de los tantos libros que leo, es la realidad y los mafiosos no son como él, son como El Chapo o Pablo Escobar. No él, que parece un modelo de Calvin Klein. Puede que mi nana y todos esos rumores sean falsos, porque como dijo ella podían ser solo rumores, tal vez solo son dos hombres que se creen de la realeza por ser dueños de casi todo en el país. Y mi nana... S
Alina Klara Ya habían pasado cinco horas desde que se llevaron a Alexei para operarlo y quién llevaba la b****a de esta, era Joshua, es algo que me calma un poco ya que él es el mejor y sé que haría todo para salvarlo. Dimitri se encuentra a mí lado, no ha soltado el teléfono en lo que va de la noche, aunque habla en ruso me cuesta entenderlo por la velocidad en la que lo hace. Decido levantarme y dirigirme a la cafetería, necesitaba un café urgentemente. Los pasillos se encuentran tranquilos en la madrugada, estaba segura que eran cerca de las tres de la mañana, por la hora en la que me había llamado Dimitri. Las pocas enfermeras que estaban trabajando, se encuentran hablando entre sí — les encantaba el chisme y a quien no la verdad — los doctores de turno hacen sus rondas para después ir a descansar también a la cafetería. Cuando llego esta se encuentra casi vacía, a las cinco terminaban la mayoría de los turnos. El mío comenzaba a esa hora y no había dormido nada. Saludo a Sara
Veintiún años atrás… Hoy era mi fiesta de cumpleaños, cumpliría cinco años. Mis padres querían hacerme una gran fiesta, pero yo solo lo quería ver a él. A él chico de los rizos de oro. Hace una semana le pregunte a mis padres si podía invitarlo, pero solo me dijeron que no. — ¿Por qué? — pregunte. — Porque no Anastasia, ya harás nuevos amigos. Aun no entendía porque no podíamos seguir jugando, siempre estaba sola en la casa gigante. Así la llamaba mamá, pero yo prefería decirle “el castillo” era menos aterrador. La mayor parte del tiempo me la pasaba en mi torre, era tan alta que los monstruos que decía mi madre que vendrían cuando no me portaba bien, no podrían alcanzarme. Aquí estaba segura, nunca me harían daño. Eso decía papá después del cuento de buenas noches. Ver por la ventana de la torre era muy divertido cuando había mucha gente por el castillo, todos se veían tan chiquitos, como si fueran hormigas. Las personas entraban y salían con cosas, desde aquí no podía ver que
Alina Klara Los fuertes pitidos del Monitor Holter me despiertan, no sé cuánto tiempo llevaba inconsciente pero era de noche. La habitación en la que me habían puesto, era demasiado grande, era una de las habitaciones VIP. ¿Cómo era posible que me hubieran dado una de estas habitaciones? No tenía el suficiente dinero para pagarla y no era lo suficientemente importante como para que me la dieran. Entraba poca luz a la habitación, las cortinas que daban al ventanal estaban corridas. Seguía vestida con la misma ropa que llevaba, me levanto y tomo asiento en la orilla de la cama. Me desconecto del Monitor Holter para ponerme de pie, cuando salgo el pasillo se encuentra tranquilo y solo, bueno excepto por un hombre armado que estaba sentado frente a la puerta de mi habitación. — Señorita Klara, ya despertó — dice poniéndose de pie. — Supongo que lo hice, ¿Por qué estas aquí? — El Sr. Voronin me pidió que la cuidara. ¿Cuidarme? ¿De que demonios tenía que protegerme? — No necesito que
Primer Encuentro… La pequeña Anastasia nunca había ido a un parque, siempre estaba en su torre. Salir era demasiado peligroso hasta para una niña que no le había hecho nada al mundo. Estaba más emocionada de lo que había dejado ver cuando a sus padres cuando le dijeron que iría al parque a jugar. Su casa llevaba varios días con mucho revuelo y la niña pensó que esa era la razón por la que la habían dejado salir. A sus cuatro años, su necesidad de ver el mundo era hasta mucho más grande que ella, era una niña muy inteligente hasta para su propio bien. Sus padres no habían ido con ella, lo que la entristeció un poco, pero veía por la ventanilla como los arboles pasaban a una velocidad increíble y detrás del auto en el que iba un grupo de seguridad la seguía. El exterior era más hermoso de lo que imaginaba, los libros no eran suficiente para hacerle justicia, las aves que volaban, el sol colándose por la ventanilla pegándole en el rostro, bajo la ventanilla para sentir la brisa y ver e
Alina Klara Me encontraba en un pequeño bosque, a mi alrededor no había más que nieve, arboles y neblina. La fría nieve me hacia cosquillas en los pies y usaba un vestido de seda tan blanco como la luna que había esa noche. A pesar de que me encontraba sola, algo me decía que estaba segura, que alguien me protegía. Había un pequeño sendero que me llevaba a un columpio entre dos grandes árboles, el recorrido… todo me era familiar. Miro a mi alrededor buscando algo que me indique donde estaba, pero no había más que bosque a mí alrededor. Tomo asiento en el columpio, cierro los ojos y comienzo a mecerme, la fría brisa de invierno me acariciaba el rostro, me sentía completamente en paz, me sentía en casa. — Alina…— susurraron. Abro los ojos de golpe para mirar alrededor, pero seguía completamente sola. — ¿Quién… anda ahí? — pregunto poniéndome de pie. — No estas viendo realmente — susurraron — Abre los ojos. Los abro pero en esta ocasión el escenario es completamente diferente. Alex
Pasado… Hoy eran uno de esos días en los que no dejaban a Anastasia salir, toda la casa se encontraba abarrotada de mafiosos, empresarios y narcotraficantes de alto nivel. Para sus padres era vital mantenerla alejada de todo eso. O todo lo alejada que se puede estar en este mundo. — No quiero estar aquí — susurró antes de escabullirse por las sombras, agradeciendo que era algo pequeña para su edad logro esconderse con suma cautela de los invitados que se encontraban en la primera planta, pero escondiéndose principalmente de sus padres y los guardias. Cuando logró llegar a la cocina varios asistentes la vieron pero hicieron la vista gorda, así que pudo seguir su recorrido hasta la puerta trasera que daba al jardín. Un laberinto que había recorrido muchas veces y que se sabía de memoria, siguió el camino familiar hasta llegar a su lugar secreto. Se hallaban dos árboles gigantes que formaban un arco en el centro del laberinto y en él había un columpio. En el día era un lugar hermoso, p
Alexei Voronin Todo era una m****a. Había recordado el pasado, el pasado de Alina o Anastasia, no soportaba ver como su padre le mentía en la cara y por más que yo quisiera contarle la verdad era algo que tendrían que resolver padre e hija en su momento. Recordar fue maravilloso y doloroso en ambas partes, todos los momentos que pase con Alina fueron perfectos, las risas, las peleas, tenía sentido porque desde que nos reencontramos existía esa necesidad de desafiarla, ella nunca se quedaba callada, siempre tenía una respuesta para todo. Pero el recuerdo más doloroso que tenia del pasado era cuando se fue de mi lado, éramos solo unos niños pero entre nosotros existía más y desconocía la magnitud de este sentimiento. Recordaba con exactitud las palabras que le dije ese día. Veintiún años atrás. Nos encontrábamos en la misión Voronin, mi padre nos había dejado en mi habitación. Anastasia no paraba de sollozar por más que la mantenía abrazada contra mi pecho, algo se removía en mi inte