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Alexei Voronin

No sabes lo aterrador que puede ser la muerte hasta que estás al borde de ella. No entendía el dicho de "vi mi vida, pasar frente a mis ojos" pero en el momento que pasó el accidente la vi pasar.

Aún no sé si fue solo un accidente o si fue un intento de homicidio. En mi profesión — ser un mafioso — todo el mundo desea eliminarte, simplemente eres alguien a quien desean quitar del trono. Pero eso simplemente no sería nada sencillo.

Los mafiosos si somos muy despiadados y puede que tengamos cierta atracción por matar personas a sangre fría. Pero también somos muy calculadores, no damos un paso sin pensarlo dos veces y estudiar las consecuencias que esa acción podría traer. Siempre tengo que pensar con la cabeza fría, las emociones son una debilidad, una distracción y nada de eso puedo permitírmelo sentir, porque si lo hago, tendré una debilidad y si la tengo sabrán como destruirme.

— Alexei — llama Dimitri, mi padre.

— ¿Si? — Dimitri me encontró en un orfanato recién nacido, mi madre me abandono así que nunca supe de ella. Él aparenta ser el hombre más frío del mundo, pero muy dentro de él, tiene un gran corazón. El día que me encontró, estaba buscando a quien adoptar, a quien sería su sucesor después de que se retirará.

— No fue un accidente, fueron los italianos.

Esos hijos de puta, no hayan como quitarme el poder y solo consiguen hacerme un maldito atentado. Son unos débiles, si tuvieran las bolas ellos mismos me hubieran puesto un arma en la frente y aunque no hubieran logrado matarme, al menos no morirían siendo unos cobardes. Pero morirán siéndolos.

— Necesito irme de aquí, no puedo perder más tiempo tengo que dar la orden — intento levantarme pero me detiene.

— Recuerda lo que dijo la señorita Klara, una semana en cama. Necesitas recuperarte Alexei.

— No pienso quedarme aquí viendo como esos malditos italianos creen que pueden atacarme en mi propio territorio. Nadie me ataca en mi país.

— Hijo escúchame, casi mueres ¿entiendes eso? Puede que no seas de mi sangre, pero eres lo más valioso que tengo, no me importa si pierdes todo el imperio, pero tú necesitas recuperarte. Y Klara tiene que estar al pendiente de tú salud — puedo ver la desesperación en su mirada, sé que no demuestro mucho lo que siento, pero él es mi padre y es lo más importante que tengo.

— Lo entiendo, padre, pero entiende que no puedo dejar que me ataquen de nuevo, mucho menos en mi territorio. Y sobre la señorita Klara, pues ella vendrá conmigo si eso te hace sentir más tranquilo.

— ¿Contigo?

— Si conmigo, si quieres que ella esté pendiente de mi salud entonces vendrá.

— Bien, pero no te esfuerces tanto. Si no yo me haré cargo hasta que sanes del todo.

— Hecho, ahora hablemos con Klara.

Pulso el botón que me dijo que presionará si necesitaba que Alina estuviera aquí conmigo.

Alina Klara

Un hermoso nombre sin duda, es ruso aunque ella no parece de aquí. Y algo que también me resulto extraño cuando desperté fue la sensación de familiaridad fue instantánea. Pero... ¿de dónde la conozco? ¿O donde la vi antes?

Alina llega tan solo en unos minutos y claramente se ve enojada.

— ¿Puedes decirle a tus malditos guardias que no intenten impedir que entre a esta habitación de nuevo? O te juro que recibirán mucho más que una patada en las bolas.

Es hermosa sin duda, tiene un cuerpo perfecto, todo está más que bien proporcionado. No es por sonar cursi, pero sin duda todo de ella fue diseñado por los mismos dioses. Pero creo que se vería mejor estando encima de mí.

¿Que m****a? Creo que enserio se me fundió el cerebro.

— ¿Que?

— Imbécil — escucho que dice por lo bajo — Entonces dime para qué me llamaste, ¿estas bien?

— Si lo estoy — intento aclararme la mente, ¿porque esa m*****a imagen no sale de mi cabeza? — Señorita Klara, necesito hablarle de algo y no es un tema que este a discusión así que escuche atentamente. Y tomare en cuenta lo que dijo sobre mis guardias.

— Bien, lo escucho — dice con un tono que deja claro que odia seguir ordenes.

Joder está mujer tenía carácter.

Y me gustaba.

— Volveré al trabajo, tengo unos asuntos muy importantes por resolver y mi padre no quiere que descuide mi salud. Entonces le propuse que usted viniera conmigo y el acepto.

Y lo siguiente que hace me sorprende, comienza a reírse como si lo que hubiera dicho fuera lo más gracioso del mundo y el hecho de que no tome enserio lo que digo me cabrea.

— ¿Que es tan gracioso?

— El que creas que voy a ir contigo como si fuera tu m*****a enfermera. Déjame decirte que yo fui quien te salvo la vida, además de que soy una futura cirujana no puedo descuidar mis estudios así que no puedo ir contigo. No, mejor dicho, no quiero ir contigo Alexei.

Mmm, mi nombre en sus labios se oye tan divino. Esa combinación entre su acento neoyorquino y el ruso sin duda me gusta.

En realidad, me encanta.

— Si que lo harás, pequeña, en este país todo el mundo hace lo que yo quiera.

— ¿Quién eres? ¿El maldito presidente? ¿O un rey? Para que creas que puedes hacer lo que quieras.

— Tú te me puedes arrodillar cuando quieras, pequeña.

— No me diga pequeña imbécil. Si quieres que siga pendiente de tu salud fuera de este hospital yo necesito ganar algo.

— Bien, que es lo que quieres.

— Que me pagues lo que gana un cirujano y será por cada vez que vaya a tu casa a revisarte. Además no perderé mis turnos, ni mis clases, iré a verte cuando esté libre.

— No creo que eso sea posible.

— No te pregunté si lo podías hacer posible, lo harás si quieres que siga pendiente de tú salud. Si no búscate a otra persona, no me importa lo que te pase yo ya hice mi trabajo y fue salvarte la vida.

¿Porque me molesto tanto en que acepte? Fácilmente podría encontrar a otra persona, sin duda alguien menos refunfuñona y más fácil de tratar.

Sin duda buscaré a alguien más.

— Tenemos un trato Klara.

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