Sara Stewart __ ¡¿Como pudiste hacerme esto?! - mis palabras salieron en un grito que agrietó mi garganta al ver la imagen que tenía frente a mí. Los dos se giraron a la vez al oír mi llegada. Byron estaba con Irina, mi vecina sobre sus piernas, ambos sin ropa y en mi propia cama. El asco que sentí fue atroz. Todo me dió vueltas por la rabia y el desprecio. __ ¡Déjame explicarlo! - se apresuró a levantarse, subiendo el pantalón y juntando su camisa para alcanzarme. Aún tenía en la cabeza la corona que Byron, unas horas antes había colocado para festejar mi titulación. Con enojo la quité y se la lancé a los pies. A toda prisa, atropellé a varios en mi camino, hasta que alcancé la salida. __ Sara, hija no hagas dramas. Es una fiesta con los socios de tu padre. Su padre está cerrando un trato con él. - mi mamá trató de detenerme.__ ¿Que no haga dramas? ¡Me engañó, mamá! ¿Que te ocurre? - me enfadé __ Baja la voz. - apretó los dientes. La desconocí totalmente.__ Necesito irme de
Sara.__ ¡Arriba, chica! - tiraron de mis sabanas llevándome al suelo, por estar enredada entre estas. - Llegarás tarde a tu trabajo y hay cuentas por pagar. __ Cinco minutos nada más. - me quejé sin querer levantarme del piso siquiera. __ Ni Anthony pide cinco minutos. - me hizo abrir los ojos. - Él si se porta bien ¿verdad, cielo? __ Porque el duerme toda la noche, solo despierta a comer y que lo cargue. - seguí abraza a mis sábanas. - Así yo me despierto muy temprano.__ Es su trabajo. Nosotras hacemos el de traer comida y lo necesario a esta casa, él se encarga de estar bien para no complicarnos las cosas. - expresó llamándolo y este obedeció caminando tambaleante hasta sus piernas. - ¡Eso es! Este señorito si sabe lo que es no poner excusas.__ Traidor. - acusé frotando mis ojos. El bebé de casi dieciocho meses me vio y en lugar de sentirse culpable solo me sonrió. - No voy a caer en eso. No me sonrías así, no me dejaste dormir sola anoche. Estoy enojada.Brincó en brazos de s
Leonardo Crown. Mi mandíbula se sintió como si un trozo de hielo la atravesara de lado a lado, recordaba haber visto a esa mujer una sola vez y desde entonces había vivido dentro de mi cabeza como una roca que golpeaba en los peores momentos. Ya que no lograba olvidar su rostro pegado al mío esa noche. Un escalofrío me recorrió en un latigazo que oí ondearse en mis oídos al tiempo que abrió algo que creí olvidado. __ ¿Sucede algo, señor? - preguntó Eliot, solo mis irís se movieron, negué pasando a su lado como si no la conociera. Escuché como una exhalación se dió cuando la dejé atrás. No era nadie, no representó nada. Lo que pasó esa noche se quedó enterrado porque solo era una prostituta más entre tantas. Lo más curioso de todo era que no tenía cara de ello. Vestía de blanco, lo que me indicó era la enfermera que se encargaba de las terapias de mi abuelo. Igual seguí mi camino hacia la habitación donde ver al abuelo en su camilla, con una gran sonrisa me hizo olvidar el poco g
SaraMi voz se esfumó con una simple interrogante. Intenté mover los pies del suelo, pero parecía que estaban pegados como si fueran plomo. Pasé saliva. Me aferré a mi hijo como si fuera a quitármelo y tomé aire. Debía actuar rápido. Encontrar una respuesta, pero no salió. __ Mi amor, ¿Desayunamos juntos? - preguntó la rubia del desayuno, con una sonrisa que solo yo vi, ya que al parecer al nieto de Don Braulio le valió un grano de arena que ella fuera atenta. __ Debo irme. Me estan esperando - logré articular. - Con permiso. __ Enfermera. - me habló él y mi boca se secó. - Hice una pregunta.__ Lo sé, solo que...__ ¿Que ocurre? - preguntó la chica en mi dirección. Apenas estaba recuperando el aire como para perderlo de nuevo. __ Nada, se hace tarde. - casi corriendo abandoné esa casa. El taxi ya me estaba esperando y por primera vez ni siquiera saludé. Solo quería estar lo más lejos posible de él, tanto como se pudiera. No me atreví a voltear a ver la casa. Sabía que estaba a
Sara.Con cada paso mi corazón daba dos latidos a la vez, sentí mis piernas cual gelatina, mis rodillas amenazaron con doblarse y dejarme caer en el salón del aeropuerto. Todo lo que había visto me puso paranoica, viendo a cada persona como si fueran a decirme o hacerme algo a mí o a mi hijo.__ Tranquila. - Keyla puso su mano en mi rodilla. - Respira y deja de ver a todos como si fueran monstruos de las biblia.__ Estoy nerviosa. - admití.__ Sí, ya lo noté. - dijo con obviedad. - Sara, si no me dices que es lo que ocurre no voy a entenderte. __ No aquí. - pasé saliva. - Solo no debemos quedarnos en esta ciudad. No es seguro.__ Si no me explicas, estaré siguiéndote todo el tiempo sin saber la gravedad del...__ Lo haré al llegar ¿está bien? - me apresuré a contestar. Keyla me vio con preocupación, detalló a mi hijo dormido y suspiró al tiempo que dio un asentimiento para afirmar. __ Está bien. - dejó su bolso a mi lado. __ ¿A donde vas? - cuestioné al verla incorporarse. __ Nec
Los ojos de todos se posaron sobre los recién llegados, el desconcierto del concejo deliberante fue el peor de todos, pero lo que más resaltó fue la pesadez de Leonardo por sentirse como un idiota que se echó otra carga encima. Ahora era una mujer la que se atrevió a hacerlo cambiar planes, justo lo que temió y por lo cual la buscó años antes, ya que descubrió que el preservativo se había roto, pero al no recibir algún aviso sobre ello descartó la opción. Se descuidó por una unica vez y resultó que tenía un hijo con una desconocida, la cual bajó la cabeza y dejó temblar su mentón, cosa que lo enojó mucho más. __ Levanta la cara. - ordenó, pero lo que a él le resultaba fácil, para Sara era un caso muy distinto. Apenas podía caminar en medio de tantos ojos sobre ella. No hizo caso, solo quería proteger a su hijo, no deseaba estar ahí. __ Señor, todo para su matrimonio está listo. - exclamó Ryan, su consejero. __ Llévala a una habitación. - demandó con voz gélida. __ ¿Es la enferme
__ No me puedes hacer esto. ¿Que te pasa? - reclamó Rachel siguiendo a Leonardo al salir de su despacho. - ¡Nuestra boda era hoy!__ Era. - dijo este con hastío. - Ahora puedes ir y divulgar con quién quieras lo que hice. Quería salir de ahí lo más pronto posible. No estaba en su mejor momento y que una chica ofendida lo persiguiera no ayudó en nada. __ Leonardo, aún puedes detener esta tontería. - lo tomó del brazo y él la apartó de golpe. - ¿De donde salió ella? ¿porqué dices que ese niño es tuyo si no...__ Es mejor que te vayas. Las miradas se posaron sobre ellos al salir. Ryan, el consejero se apresuró a indicar al chófer que abriera el auto para su jefe. Algo le dijo que no era bueno interponerse en su camino. Rachel solo pudo ver cómo su prometido abordó el vehículo que partió luego de eso. La humillación que sintió no la pudo disimular cuando se giró hacia los curiosos que esperaban alguien les explicara lo sucedido, pero ella lo único que hizo fue abocarse a su padre, qu
__ No estoy de ánimos. - soltó Leonardo en un rugido descontento, pasando de la chica. __ Yo haré que lo estés. - sugirió ella con la esperanza de hacerlo cambiar de parecer, pues sus técnicas lo lograban algunas ocasiones y no podía ser la excepción esa noche. Pero la determinación de Leonardo fue clara. No la quería cerca, necesitaba un baño con agua fría y no cometer más tonterías ese día. Ya tenía suficiente con que su esposa casi le rompiera la cabeza. Cerró la puerta del baño, encerrado en esa burbuja donde solo sus pensamientos lo acompañaron. No sabía cuando tiempo había transcurrido, pero cuando salió Rachel estaba a punto de dormirse en su cama, algo que odiaba. En su cama no había entrado nadie y pretendía que eso continuara así. Nadie más que él podía usarla. __ Largo. - espetó con desinterés al verla envuelta en algo que, aunque le parecía atractivo, no lo buscaba en ese momento y que alguien se le pusiera en bandeja de plata no era una buena añadidura. __ ¿Que? Per