__ No estoy de ánimos. - soltó Leonardo en un rugido descontento, pasando de la chica. __ Yo haré que lo estés. - sugirió ella con la esperanza de hacerlo cambiar de parecer, pues sus técnicas lo lograban algunas ocasiones y no podía ser la excepción esa noche. Pero la determinación de Leonardo fue clara. No la quería cerca, necesitaba un baño con agua fría y no cometer más tonterías ese día. Ya tenía suficiente con que su esposa casi le rompiera la cabeza. Cerró la puerta del baño, encerrado en esa burbuja donde solo sus pensamientos lo acompañaron. No sabía cuando tiempo había transcurrido, pero cuando salió Rachel estaba a punto de dormirse en su cama, algo que odiaba. En su cama no había entrado nadie y pretendía que eso continuara así. Nadie más que él podía usarla. __ Largo. - espetó con desinterés al verla envuelta en algo que, aunque le parecía atractivo, no lo buscaba en ese momento y que alguien se le pusiera en bandeja de plata no era una buena añadidura. __ ¿Que? Per
«¡Al fin, llegaron!» Cada vez que les tenía cerca Leonardo podía sentir paz y a la vez ese afecto que les tenía, le era devuelto Amaba a ese par, eran su compañía cuando todo se complicaba y en ese momento, estaba sucediendo. __ Cuidado, señor. - le habló el consejero Ryan al verlo abrir las puertas del auto cuando dos fieras de un tamaño que atemorizó a todos menos él, se abalanzaron sobre Leonardo, como si fueran unos cachorritos que buscaban cariño de su amo. Este sonrió recibiendo a los canes que lo rodearon a modo de juego, dando vueltas a su alrededor con una emoción que solo él podía causar. Se acuclilló para acariciar sus cabezas, algo que al ser tan grandes a otros no les tocaría, pero con la altura de Leonardo sí era necesario. Los perros se tensaron de repente. Uno gruñó y el otro obedeció poniéndose agresivo de un momento a otro, latiendo con ferocidad ante una Rachel que no tuvo más alternativa que frenar sus pasos al ver como estos tenía una mirada asesina.__ Tranq
Sara se movió entre la tienda que tenía frente a ella. De pronto las tiendas de ropa para ella ya no le ilusionaban tanto como para perderse entre las prendas, pero sucedía justo lo contrario con las de bebés. Daría lo que fuera porque en su cartera hubiera más dinero para poder llevar todas lo que fuera posible, pero solo le quedaba poder admirarlos un segundo antes de devolverlas a su lugar. Se movió al departamento que buscaba en realidad y tomó un paquete de pañales, toallas húmedas, en lo que Keyla iba por la leche y todo lo que el bebé le gustaba comer. Tenía el dinero justo, se dijo.Pagó lo que llevaba, yendo al auto con el desánimo qu causaba el no darle algunas cosas que el bebé pedía.Regresaron a la casa, viendo que ambos perros no estaban en el salón como cuando se fueron. No tendría que soportar la actitud nefasta de Leonardo, pensó. Pero nada más fuera de la verdad, pues el hombre que ella creía no iba a ver más, bajó de la siguiente camioneta en llegar, de donde sac
La tensión era palpable en el lugar. Todos los presentes en ese despacho se veían entre ellos, unos queriendo asesinar a otros, Sara tratando de evitar que sucediera, mientras Rachel no sabía ni qué hacer, las manos le sudaban, el corazón estaba a punto de salirse del pecho con la amenaza latente de Leonardo hacia su padre. Sara sonrío de repente, queriendo apaciguar el momento lleno de miedo, que ella misma estaba sintiendo, nerviosa por sentir como el lomo de uno de los canes se movía alrededor de sus piernas, cerró los puños al sentir como la musculatura de tal animal rozó sus dedos.__ Bueno, no hay que ser tan impulsivos. - rió con nerviosismo. - Leonardo. Inmóvil y con la espalda derecha, Sara trató inútilmente de hacer que el hombre dueño de ese nombre la viera e hiciera que los rottweiler se alejaran de ella. Un latido la puso peor, algo que logró que Leonardo al fin se diera cuenta de lo que pasaba. __ Sentados. - dispuso recobrando el sentido. Los perros elevaron la mirada
La música lenta y suave tenía a todos en un ambiente muy agradable, charlando de sus negocios por parte de algunos de los hombres y sus esposas acompañándolos para presumirse entre ellas lo que podían obtener. Todos queriendo ser el centro de atención, esforzándose para serlo, pero esos planes fueron truncados por la pareja que al solo bajar de su auto obtuvo las miradas de cada uno sobre ellos. Sara tenía las rodillas temblando, ir del brazo de alguien era algo que no había hecho desde que estuvo en una relación que sí había decidido tener años antes, pero en ese momento no pudo ni siquiera opinar sobre cómo todo se veía realmente ante sus ojos. Leonardo caminó a la misma velocidad que usaba siempre, siendo causando revuelo entre tantos que no pensaron ver al hombre de mirada temeraria, ir del brazo de una mujer despampanante, delicada y aún así no sacar a flote esas miradas reprobatorias que siempre usaba con todos.__ Leonardo, que bueno que pudiste venir. - saludó el primero de
__ Que casualidad ¿no crees? - dijo la acompañante de Byron hacia Sara. - Te juro que no lo imaginé ni en mil escenarios de mi vida. Su risa solo se hizo más grande a medida que los segundos transcurrieron. __ ¿Quien lo diría? - volteó a ver a su novio. - Tu ex, la esposa de mi primo. ¿No te parece increíble? __ Sí, super increíble. - ironizó Sara a su vez. - Fue una muy agradable sorpresa encontrarnos. Ahora, me tengo que ir.__ ¿Es tu bebé? ¡Oh, mira qué lindo! - la chica quiso tocarlo y el niño casi lloró, logrando que Leonardo retrocediera con él. __ No le gusta que lo toquen. - masculló en dirección de su prima. __ Pero somos familia. Es una preciosidad, nos vamos a llevar muy bien. - quiso tomarlo en brazos.__ No le caes bien, Maura. - interfirió Sara. - Y no dejaré que toques a mi hijo. __ ¿Porqué? Llevamos los mismos genes y...__ Ya escuchaste a mi mujer. Su palabra se respeta. - lanzó su primo de forma amenazante. __ No me digas que vas a darle el...__ Tiene el pod
__ Muestra. - Leonardo se cansó de ver a Sara luchando inútilmente por quitarse el jabón de sus ojos, así que puso una toalla alrededor de su cuerpo, porque suficiente desconcentración tenía como para que siguiera desnuda y tener la voluntad para dejarla ir. No sabía de donde sacó paciencia para ella, pero le apartó las manos, la puso contra la pared e hizo que el agua cayera sobre su cabeza para ayudarla. Ella se quejó, con la mano de Leonardo deteniendo su cabeza hasta que la espuma provocada por sus puños desapareció.__ Listo. - se alejó luego de largos segundos. - ¿Mejor? __ Creo que sí. - aún tenía el ardor, pero era más soportable. - Gracias.__ ¿Puedes ver bien? - volvió a preguntar Leonardo.__ Ahora sí. - dijo una avergonzada Sara.__ Que bueno. Ahora mira bien a qué baño entras y deja de confundir mi habitación con la tuya. - reprendió con enojo. - Aquí nadie más que yo pueda entrar.__ Mi baño no servía. La están reparando y quería ducharme creí que no te molestaría..._
La mente de Sara divagó entre si tomar la opción de Don Braulio de tomar clases de pintura, mientras no pudiese salir de la casa o de perdida, solo se dedicaba a dormir. La segunda opción sonaba realmente agradable, una cama, ella y unas sábanas suaves sobre su cuerpo, mientras el tiempo pasaba y ella se dedicaba a hibernar, pero de seguro con sus defensas bajas que eran siempre su problema, terminaría con anemia y de seguro algún problema por no tener suficiente vitamina E. __ Siempre soñé con ser pintora, pero luego cumplí ocho y se me olvidó. - bromeó Sara siguiendo con los ejercicios de su paciente, que pese a la situación no dejaba de serlo. __ ¿Que querías ser a los ocho? - quiso saber el hombre de mirada igual a la de su nieto. __ Una sobrecargo. - sonrió ella. - Subir a un avión y decir "Por favor, comprueben que llevan consigo todo su equipaje de mano y objetos personales. Si tienen dudas...__ ¿Te aprendiste eso? - río divertido. __ Me sé muchas cosas, términos que usan