La mente de Sara divagó entre si tomar la opción de Don Braulio de tomar clases de pintura, mientras no pudiese salir de la casa o de perdida, solo se dedicaba a dormir. La segunda opción sonaba realmente agradable, una cama, ella y unas sábanas suaves sobre su cuerpo, mientras el tiempo pasaba y ella se dedicaba a hibernar, pero de seguro con sus defensas bajas que eran siempre su problema, terminaría con anemia y de seguro algún problema por no tener suficiente vitamina E. __ Siempre soñé con ser pintora, pero luego cumplí ocho y se me olvidó. - bromeó Sara siguiendo con los ejercicios de su paciente, que pese a la situación no dejaba de serlo. __ ¿Que querías ser a los ocho? - quiso saber el hombre de mirada igual a la de su nieto. __ Una sobrecargo. - sonrió ella. - Subir a un avión y decir "Por favor, comprueben que llevan consigo todo su equipaje de mano y objetos personales. Si tienen dudas...__ ¿Te aprendiste eso? - río divertido. __ Me sé muchas cosas, términos que usan
Sara vertió alcohol en la herida que su esposo tenía en la parte superior del estómago. Vio el orificio, más no el de salida lo que indicó que la bala aún continuaba dentro de su cuerpo. Leonardo se quejó cuando ella lo giró para buscar la forma de revisar la profundidad de tal herida. La sangre siguió brotando, manchó la sábana y el vestido que había escogido para la cena. __ Hay que llamar a un médico. - dijo una de las mujeres de servicio. - El señor está muy mal.Pero antes de que Sara pudiera hablar, la puerta fue abierta abruptamente. Causando un estruendoso ruido que la hizo respingar.__ ¡Por Dios, cariño! - exclamó Rachel lanzándose a la cama para tomar el rostro de Leonardo inconsciente. - ¿Que te hicieron, amor? Hay que llevarlo con un médico. __ Señorita, es mejor que salga. - dijo el consejero Ryan entrando con cara de alarma al ver a su jefe tendido con una herida mortal. __ No voy a separarme de él. - se rehusó Rachel aferrada a los hombros de Leonardo. - Es mi deb
Leonardo salió con solo un pantalón puesto, el vendaje en su estómago impidió que la camisa se sintiera cómoda, además que a esa hora nadie estaría rondando por la casa. Llegó a la cocina para tomar un poco de agua, pero su sorpresa fue encontrar a Sara, con un bote de helado y una cuchara.Enarcó una ceja en su dirección y negó. Ya nada le sorprendía de ella. Supuso que para molestarlo tuvo que ser creado un ser tan especial como ella, y para su mala suerte, lo tuvo que convertir en su esposa. __ No te atrevas a juzgarme. Ser secuestrada por el padre de mi hijo, me dió hambre nocturna, de quien por cierto solo sé que se llama Leonardo. - renegó sola, era una de esas noches donde todo le enojaba. - Ni siquiera tu fecha de nacimiento sé. Leonardo solo negó de nuevo. Esa chica de seguro tenía problemas mentales y él debía estar peor al gustarle esos alegatos inmaduros de su parte. __ 9 de diciembre. - dijo de repente haciendo que ella se girara a verlo. - Dicen que nací ese día.__
__ ¡Oh! Llegué justo a la hora del helado. - exclamó Joseph con una sonrisa gigante. - ¿Me puedo unir? __ No. - manifestó Leonardo con enojo. Justo cuando se estaba llevando bien con su esposa, llegaba alguien que siempre le gustaba resaltar. __ Gracias por la invitación, tengo mucho que hacer, pero sí insisten. - lo ignoró su hermano, yendo hacia el refrigerador. - No se crean, estoy exhausto, quizá mañana acepte su propuesta. Tomó un poco de agua del bote que agarró, notando la presencia de Sara. Esta se cubrió ver cómo la detalló en un segundo.__ ¿No me digas que eres tú?__ Si yo soy...¿soy que cosa? - se vió preguntando la chica confundida.__ La esposa de este frío ser concebido en el polo norte. Leonardo soltó un resoplido, cansado de que siempre hiciera lo mismo. __ Sí...no por decisión unánime, más como...__ Buenas noches. - manifestó el esposo de Sara, no estando dispuesto a oír como se referían a él más tiempo. __ También debo dormir, un gusto conocerte...__ Joseph
La mente de Sara estaba cubierta por un nubarrón lleno de un rojo oscuro, gritó por ayuda, ese beso no debía gustarle se repitió tantas veces en silencio porque de su boca no emanó nada más que gimoteos para corresponder la ferocidad utilizada por Leonardo.No era nada diferente para él, se preguntó porque continuaba ese ritmo severo donde exigía, pero también se le era exigido. Pero le fascinó como Sara, siendo solo una miniatura en estatura a su lado, se engrandeció al tenerla por fin como tantas veces cruzó la idea en su mente. __ Esto no es...__ Solo bésame. - lo alteró aún más la renuencia de su esposa por soltarlo. ¿Como llegaron a eso? ¿Que estaba haciendo? Sara lo empujó de golpe, con la respiración apenas controlada y su voz sin poder encontrar un camino, su mano se estrelló en su mejilla. Lo iba a reclamar, eso tendría como consecuencia el que su mano fuera cortada, pero en lugar de eso, la llevó contra la pared, sostuvo esa mano por su cabeza y volvió a besarla. Presion
__ No puedes venir a la casa de tu líder y hablarle como si fuera alguien igual. - dijo Joseph viendo la tensión en cada uno de los presentes. - Mucho menos ofender a su esposa.__ Una que no fue elegida ni preparada...Rachel calló cuando Leonardo la fulminó con la mirada, no había mucho que decir si el hombre de aspecto sombrío en aquella mesa ponía un alto.__ Lo mejor es marcharnos. - dijo Lorenzo, al darse cuenta de lo que habían causado. __ No me iré, papá. Tú dijiste que debían respe...__ Que nos vamos dije. - la silenció el hombre temeroso que por oír aquello, Leonardo decidiera enviarlo al quinto infierno. __ Déjala terminar. - desafió él al ver el tinte nervioso en la voz temblorosa del hombre de más de cincuenta. - Déjala que me diga que es lo que dices a mis espaldas.__ Todo mundo sabe que levantar la voz frente a un Crown es motivo para un castigo. - le recordó Joseph mirando a su abuelo, quien en silencio observó lo que Keyla también.Una guerra de miradas totalmente
Tamborileo de dedos fue la única acción que logró darle a Leonardo la capacidad de saber que no se trató de una hipnosis, aún tenía control de su cuerpo, algo que lo tranquilizó, pero a la vez lo aterró dejando que la tensión en sus brazos se disipara.¿Que estaba haciendo? La pregunta rondó por su mente, ¿que hacía Sara para que él la siguiera? No tenía respuesta, solo supo que aquella suave brisa que entró por la ventana al cerrar la puerta del despacho lo hizo cerrar los ojos para sentirla en su nariz por más tiempo.Su cuerpo reaccionó a tal aroma, sus pupilas adquirieron un mayor tamaño, sus latidos exigieron ir un poco más allá. Por lo que al solo girarse Sara, él ya la tenía sobre el escritorio con una rapidez que la hizo chillar por la sorpresa de verse acorralada por un par de brazos y una mirada amarilla.Antes de preguntar a qué se debía su reacción, fue tomada por la raíz de su cabello en la parte trasera de su cabeza, sintiendo luego de eso un par de labios que atraparon
__ Me lo regaló Keyla para mí cumpleaños, dijo que así no llegaría tarde a ningún lugar. - comentó Sara divertida al recordar que su amiga tuvo que esperar por dos horas por ella. - Igual no me funcionó.__ Sigo insistiendo, tiene un excelente gusto. - contestó Joseph al ver el reloj que tenía la chica, ser amante de ese tipo de accesorios le daba la oportunidad de ver hasta el último detalle en estos. - Todo conocedor de relojes lo tiene. Mientras ellos discutían del mismo tema, Leonardo tenía los dientes presionados fuertemente contra los mismos. Las manos en sus bolsillos no era buena señal y para cuándo su hermano se dió cuenta de su presencia, decidió que era mejor opción tomar un poco de distancia entre su cuñada y él.__ Iré a ver a mi sobrino, debe estar al tanto de que tiene un tío que lo llevará a la iglesia los domingos. - bromeó antes de incorporarse. - Si valoras un buen consejo, opta por domar a la bestia, en lugar de caer en sus garras a ciegas.__ ¿Como debo tomar eso