Sara
Mi voz se esfumó con una simple interrogante. Intenté mover los pies del suelo, pero parecía que estaban pegados como si fueran plomo.Pasé saliva. Me aferré a mi hijo como si fuera a quitármelo y tomé aire. Debía actuar rápido.Encontrar una respuesta, pero no salió.__ Mi amor, ¿Desayunamos juntos? - preguntó la rubia del desayuno, con una sonrisa que solo yo vi, ya que al parecer al nieto de Don Braulio le valió un grano de arena que ella fuera atenta.__ Debo irme. Me estan esperando - logré articular. - Con permiso.__ Enfermera. - me habló él y mi boca se secó. - Hice una pregunta.__ Lo sé, solo que...__ ¿Que ocurre? - preguntó la chica en mi dirección. Apenas estaba recuperando el aire como para perderlo de nuevo.__ Nada, se hace tarde. - casi corriendo abandoné esa casa. El taxi ya me estaba esperando y por primera vez ni siquiera saludé. Solo quería estar lo más lejos posible de él, tanto como se pudiera.No me atreví a voltear a ver la casa. Sabía que estaba ahí, aún podía ver ese par de ojos iguales a los de Anthony estar sobre mí todo el recorriendo que dió el taxi alrededor de la fuente para salir de esa casa.No siquiera vi cuanto dinero le di al conductor para salir del vehículo, pero estaba segura que me diría después si faltaba o me sobraba. Por un instante estuve a punto de tropezar, pero me estabilicé. Abrí la puerta del apartamento y solté la pañalera, Keyla no había asistido a clases por lo que no se me hizo extraño verla ahí en ese momento.__ ¿Que traes? - cuestionó - Te ves muy pálida. Hasta diría que viste la muerte en persona.Su intento de hacerme reír fue inútil. Ni siquiera estaba pensando. Ninguna idea era formulada como tal.__ Lo vi. - declaré.__ ¿El nuevo vecino? Yo también lo vi, no está nada mal, pero tampoco es para que te pongas así. - llenó de besos a mi hijo.__ No, me refiero al padre de Anthony, lo vi. - afirmé y ella se vio sorprendida también.Le dije como habían sucedido las cosas y fue algo que no esperé pasara, pero lo hizo y en ese momento debía por todos los medios saber cómo enfrentar la situación.La puse al tanto de lo que pasó, la pregunta que me hizo y no supe responder, más saber que volvería a verlo.__ Si no quieres ir, está bien, Sara. Solo no te pongas así, asustas al bebé.No tenía idea de como disimular. Todo el mar de preguntas que no me podía responder sola llegaron.Podía abandonar el empleo , claramente, pero se solo recordar que la paga era buena, me quitó el impulso.No sería tan inconsciente de no encontrar un trabajo primero antes de abandonar ese o al menos despedirme de Don Braulio.Me acerqué al siguiente día a la casa, me aseguré que nadie estuviera en mi camino para entrar al dormitorio de mi paciente. Este, como todos los días me recibió con una sonrisa enorme en el rostro, cosa que estuvo más allá de mis miedos.Nuestra conversación habitual se dió, pero cuando preguntó sobre alguna pareja de nuevo, fue una negativa lo que recibió. No estaba interesada en tener a nadie con esas intenciones en mi vida..__ Tengo un nieto que tiene más o menos tú edad. - aseguró y me reí de su insinuación. - Es hermano de Leonardo. Pero él, si es más relajado.__ Bien por él. Está vida hay que atacarla con sonrisas genuinas. - afirmé doblando su rodilla.Siguió hablándome de su vida antes de tener el accidente que lo dejó así y yo me perdí en eso, al tiempo que mi hijo se dispuso a jugar.Con eso era fácil tomar otro rumbo en mi mente, cosa que duró poco, pues cuando salí al pasillo ahí estaba. El hombre de mirada de plomo esperando por mí, supuse.__ Quiero una respuesta. - dijo y me tensé.__ Anthony es hijo...__ ¿Neón o solo blanco natural? - consultó su novia. Él la ignoró completamente.Ella era su prometida, me tuve que recordar. No debía interferir en eso.Desafortunadamente a la chica le habló alguien desde lo que pareció ser su habitación. Corrió a él y tragué grueso.__ Estoy esperando.__ Es hijo de mi ex. - mentí. No podía decirle que era suyo si estaba a punto de casarse, quizá luego vería la forma de hacerlo, pero no era el momento.__ Mientes. - acusó.__ No lo hago. - me defendí. Pasé a su lado y este soltó un resoplido.__ Voy a averiguar la verdad. - aseguró. - Y te juro que si me mientes, vas a lamentarlo.Pero cuando eso sucediera, yo estaría segura que no arruinaría una boda por irme de boca. Solo guardé sielncio para llagar a la salida, el taxi estaba ahí y por ello solo saludé de lejos viendo el auto que tenía la cajuela medio abierta.Me quedé perpleja ante la mano ensangrentada que tenía afuera. Planté mis pies al ver que sangraba mas con cada centímetro que podía ver.«¿Está muerto?» Mi sangre se enfrió como si estuviera en la Antártida, los nervios se adueñaron de mi y corrí, tanto como pude me metí al taxi con una sola idea.No debía haber visto eso. Tenía que irme lejos, ellos eran peligrosos, muy peligrosos. Si el nieto de Don Braulio era el jefe de todos ellos, eso significaba que...__ Empaca, debemos irnos. - le dije a Keyla desde que llegamos al apartamento. - Lo que sea que necesites, solo hazlo rápido__ ¿Cual es la prisa? - se vió confundida. Yo también lo estaba, pero no había tiempo de explicar detalladamente.__ Solo hazlo. - le dije. Reservaré los boletos de avión.__ ¿A donde? - cuestionó horrorizada.__ A donde sea. Es lo de menos, lo importante es que debemos alejarnos lo más posible de aquí. - continué apresurada.__ Sara, mírame. ¿Tomaste algo ilegal? - deseó saber.__ No, estoy más cuerda que nunca. - afirmé sin dejarla que hiciera más preguntas al reservar nuestros boletos para regresar a la ciudad donde vivimos años atrás. Cualquier sitio era más seguro que la ciudad donde residimos los dos años anteriores.Sara.Con cada paso mi corazón daba dos latidos a la vez, sentí mis piernas cual gelatina, mis rodillas amenazaron con doblarse y dejarme caer en el salón del aeropuerto. Todo lo que había visto me puso paranoica, viendo a cada persona como si fueran a decirme o hacerme algo a mí o a mi hijo.__ Tranquila. - Keyla puso su mano en mi rodilla. - Respira y deja de ver a todos como si fueran monstruos de las biblia.__ Estoy nerviosa. - admití.__ Sí, ya lo noté. - dijo con obviedad. - Sara, si no me dices que es lo que ocurre no voy a entenderte. __ No aquí. - pasé saliva. - Solo no debemos quedarnos en esta ciudad. No es seguro.__ Si no me explicas, estaré siguiéndote todo el tiempo sin saber la gravedad del...__ Lo haré al llegar ¿está bien? - me apresuré a contestar. Keyla me vio con preocupación, detalló a mi hijo dormido y suspiró al tiempo que dio un asentimiento para afirmar. __ Está bien. - dejó su bolso a mi lado. __ ¿A donde vas? - cuestioné al verla incorporarse. __ Nec
Los ojos de todos se posaron sobre los recién llegados, el desconcierto del concejo deliberante fue el peor de todos, pero lo que más resaltó fue la pesadez de Leonardo por sentirse como un idiota que se echó otra carga encima. Ahora era una mujer la que se atrevió a hacerlo cambiar planes, justo lo que temió y por lo cual la buscó años antes, ya que descubrió que el preservativo se había roto, pero al no recibir algún aviso sobre ello descartó la opción. Se descuidó por una unica vez y resultó que tenía un hijo con una desconocida, la cual bajó la cabeza y dejó temblar su mentón, cosa que lo enojó mucho más. __ Levanta la cara. - ordenó, pero lo que a él le resultaba fácil, para Sara era un caso muy distinto. Apenas podía caminar en medio de tantos ojos sobre ella. No hizo caso, solo quería proteger a su hijo, no deseaba estar ahí. __ Señor, todo para su matrimonio está listo. - exclamó Ryan, su consejero. __ Llévala a una habitación. - demandó con voz gélida. __ ¿Es la enferme
__ No me puedes hacer esto. ¿Que te pasa? - reclamó Rachel siguiendo a Leonardo al salir de su despacho. - ¡Nuestra boda era hoy!__ Era. - dijo este con hastío. - Ahora puedes ir y divulgar con quién quieras lo que hice. Quería salir de ahí lo más pronto posible. No estaba en su mejor momento y que una chica ofendida lo persiguiera no ayudó en nada. __ Leonardo, aún puedes detener esta tontería. - lo tomó del brazo y él la apartó de golpe. - ¿De donde salió ella? ¿porqué dices que ese niño es tuyo si no...__ Es mejor que te vayas. Las miradas se posaron sobre ellos al salir. Ryan, el consejero se apresuró a indicar al chófer que abriera el auto para su jefe. Algo le dijo que no era bueno interponerse en su camino. Rachel solo pudo ver cómo su prometido abordó el vehículo que partió luego de eso. La humillación que sintió no la pudo disimular cuando se giró hacia los curiosos que esperaban alguien les explicara lo sucedido, pero ella lo único que hizo fue abocarse a su padre, qu
__ No estoy de ánimos. - soltó Leonardo en un rugido descontento, pasando de la chica. __ Yo haré que lo estés. - sugirió ella con la esperanza de hacerlo cambiar de parecer, pues sus técnicas lo lograban algunas ocasiones y no podía ser la excepción esa noche. Pero la determinación de Leonardo fue clara. No la quería cerca, necesitaba un baño con agua fría y no cometer más tonterías ese día. Ya tenía suficiente con que su esposa casi le rompiera la cabeza. Cerró la puerta del baño, encerrado en esa burbuja donde solo sus pensamientos lo acompañaron. No sabía cuando tiempo había transcurrido, pero cuando salió Rachel estaba a punto de dormirse en su cama, algo que odiaba. En su cama no había entrado nadie y pretendía que eso continuara así. Nadie más que él podía usarla. __ Largo. - espetó con desinterés al verla envuelta en algo que, aunque le parecía atractivo, no lo buscaba en ese momento y que alguien se le pusiera en bandeja de plata no era una buena añadidura. __ ¿Que? Per
«¡Al fin, llegaron!» Cada vez que les tenía cerca Leonardo podía sentir paz y a la vez ese afecto que les tenía, le era devuelto Amaba a ese par, eran su compañía cuando todo se complicaba y en ese momento, estaba sucediendo. __ Cuidado, señor. - le habló el consejero Ryan al verlo abrir las puertas del auto cuando dos fieras de un tamaño que atemorizó a todos menos él, se abalanzaron sobre Leonardo, como si fueran unos cachorritos que buscaban cariño de su amo. Este sonrió recibiendo a los canes que lo rodearon a modo de juego, dando vueltas a su alrededor con una emoción que solo él podía causar. Se acuclilló para acariciar sus cabezas, algo que al ser tan grandes a otros no les tocaría, pero con la altura de Leonardo sí era necesario. Los perros se tensaron de repente. Uno gruñó y el otro obedeció poniéndose agresivo de un momento a otro, latiendo con ferocidad ante una Rachel que no tuvo más alternativa que frenar sus pasos al ver como estos tenía una mirada asesina.__ Tranq
Sara se movió entre la tienda que tenía frente a ella. De pronto las tiendas de ropa para ella ya no le ilusionaban tanto como para perderse entre las prendas, pero sucedía justo lo contrario con las de bebés. Daría lo que fuera porque en su cartera hubiera más dinero para poder llevar todas lo que fuera posible, pero solo le quedaba poder admirarlos un segundo antes de devolverlas a su lugar. Se movió al departamento que buscaba en realidad y tomó un paquete de pañales, toallas húmedas, en lo que Keyla iba por la leche y todo lo que el bebé le gustaba comer. Tenía el dinero justo, se dijo.Pagó lo que llevaba, yendo al auto con el desánimo qu causaba el no darle algunas cosas que el bebé pedía.Regresaron a la casa, viendo que ambos perros no estaban en el salón como cuando se fueron. No tendría que soportar la actitud nefasta de Leonardo, pensó. Pero nada más fuera de la verdad, pues el hombre que ella creía no iba a ver más, bajó de la siguiente camioneta en llegar, de donde sac
La tensión era palpable en el lugar. Todos los presentes en ese despacho se veían entre ellos, unos queriendo asesinar a otros, Sara tratando de evitar que sucediera, mientras Rachel no sabía ni qué hacer, las manos le sudaban, el corazón estaba a punto de salirse del pecho con la amenaza latente de Leonardo hacia su padre. Sara sonrío de repente, queriendo apaciguar el momento lleno de miedo, que ella misma estaba sintiendo, nerviosa por sentir como el lomo de uno de los canes se movía alrededor de sus piernas, cerró los puños al sentir como la musculatura de tal animal rozó sus dedos.__ Bueno, no hay que ser tan impulsivos. - rió con nerviosismo. - Leonardo. Inmóvil y con la espalda derecha, Sara trató inútilmente de hacer que el hombre dueño de ese nombre la viera e hiciera que los rottweiler se alejaran de ella. Un latido la puso peor, algo que logró que Leonardo al fin se diera cuenta de lo que pasaba. __ Sentados. - dispuso recobrando el sentido. Los perros elevaron la mirada
La música lenta y suave tenía a todos en un ambiente muy agradable, charlando de sus negocios por parte de algunos de los hombres y sus esposas acompañándolos para presumirse entre ellas lo que podían obtener. Todos queriendo ser el centro de atención, esforzándose para serlo, pero esos planes fueron truncados por la pareja que al solo bajar de su auto obtuvo las miradas de cada uno sobre ellos. Sara tenía las rodillas temblando, ir del brazo de alguien era algo que no había hecho desde que estuvo en una relación que sí había decidido tener años antes, pero en ese momento no pudo ni siquiera opinar sobre cómo todo se veía realmente ante sus ojos. Leonardo caminó a la misma velocidad que usaba siempre, siendo causando revuelo entre tantos que no pensaron ver al hombre de mirada temeraria, ir del brazo de una mujer despampanante, delicada y aún así no sacar a flote esas miradas reprobatorias que siempre usaba con todos.__ Leonardo, que bueno que pudiste venir. - saludó el primero de