Sara.
Con cada paso mi corazón daba dos latidos a la vez, sentí mis piernas cual gelatina, mis rodillas amenazaron con doblarse y dejarme caer en el salón del aeropuerto. Todo lo que había visto me puso paranoica, viendo a cada persona como si fueran a decirme o hacerme algo a mí o a mi hijo.__ Tranquila. - Keyla puso su mano en mi rodilla. - Respira y deja de ver a todos como si fueran monstruos de las biblia.__ Estoy nerviosa. - admití.__ Sí, ya lo noté. - dijo con obviedad. - Sara, si no me dices que es lo que ocurre no voy a entenderte.__ No aquí. - pasé saliva. - Solo no debemos quedarnos en esta ciudad. No es seguro.__ Si no me explicas, estaré siguiéndote todo el tiempo sin saber la gravedad del...__ Lo haré al llegar ¿está bien? - me apresuré a contestar.Keyla me vio con preocupación, detalló a mi hijo dormido y suspiró al tiempo que dio un asentimiento para afirmar.__ Está bien. - dejó su bolso a mi lado.__ ¿A donde vas? - cuestioné al verla incorporarse.__ Necesito tomar agua, el niño va a despertar en cualquier momento y no traje sus jugos. Veré si tienen de los que le gustan. - contestó, miré a mi alrededor, todos inmersos en su vida, perdidos en sus propias cosas, mientras yo aún no descubría como controlar los latidos feroces e inclementes de mi pecho.La vi irse y la preocupación me llenó. Aún así no le puse peros, solo eran unos cuanto metros, además faltaban solo minutos para que llamaran a los pasajeros de nuestro avión.Anthony se removió en mis brazos, colocó su brazo en mi cuello y siguió dormido.No me arrepentía de haber pasado esa noche con el nieto de Don Braulio, pero sí sentía una conmoción al saber que por aceptar el trabajo lo volví a ver. Ahora él sabía de mi hijo y aunque al principio tenía la idea de decirle sobre él, con lo que vi, entendí que no era algo viable.Era mi hijo, era lo único que me mantenía con la cabeza centrada, ya que mi familia dejó de hablarme desde que terminé con Byron, no me buscaron y en lugar de sentir alivio que no lo hicieran, solo sentí más miseria al verme sola ante el mundo.Solo Keyla estuvo conmigo, ignorando a su familia, quien le exigió regresar y dejarme de hablar porque estaba vetada de mi familia y no querían arruinar su amistad con ellos.Suspiré de solo recordar que tendría que decirles que necesitaba de su ayuda. Perdería mi dignidad haciéndolo y aún no era seguro que lo hicieran, porque ni siquiera sabían de la existencia de Anthony en primera instancia.Vi como todo el salón se fue despejando con rapidez, los viajeros se movían hacía un extremo indicando que era una emergencia, tomé mi pañalera, busqué a Keyla y giré a todos lados tratando de encontrarla.No estaba por ningún lado.Varias veces su nombre salió de mi boca, pero cuando vi que todo el sitio quedó vacío me quedé de piedra al verlo de pie, con la mirada fija en mí y sus manos en los bolsillos.Mis huesos se sintieron como hielo, pude escuchar el aire entrando a mis pulmones y era algo que no podía ser posible.Abracé más a mi hijo, negué y este avanzó hacia a mí. No le quitó los ojos en ningún segundo, ignorándome por completo.__ ¿Como eres tan ingenua de creer que no lo iba a saber? - exclamó con ese tono ronco que me erizó la piel por completo. - Mentirme es un error, Sara Stewart. Querer llevarte a mi hijo es aún peor.__ No es tuyo.__ Eso no es lo que dice esto. - sacó una hoja de papel doblada, el cual extendió mostrando una prueba de ADN, en donde la palabra "positivo" agrandó mi pesar.__ ¿De donde sacaste su...__ Hay tres opciones. - señaló con su otra mano aún oculta en su bolsillo. Tomó la mía con la que tenía libre para presionarla dejando algo que al cerrar los dedos continuó ahí. - ¿Como prefieres que te llame, una gestante comprada, una sirvienta o mi esposa?La voz se me fue, la saliva se me atascó al ver la argolla de color verde en mi mano, brillante y hermoso, pero con un peso que me hizo flaquear.__ Esas opciones tienes, enfermera. Más no hay y solo cuentas con treinta segundos para elegir.Mi estómago se hundió, mi voz se perdió y no tuve mayor sustento que el brazo del sujeto que me pidió a mi hijo. Me aferré más a él, no lo iba a soltar, mucho menos quería morir por negarme.Entonces vi a Keyla con alguien atrás suyo, la habían atrapado también. Todo se descompuso de un momento a otro y mi decisión aún no estaba tomada.__ Quince segundos. - me recordó cruel y frío el nieto de Don Braulio. No pretendía para nada desistir de lo que estaba haciendo.__ Tú te casa hoy. - le recordé como último método de escape.__ Como revuelvo eso es mi asunto, no tuyo. - contestó con la mandíbula tensa, dejándome sin argumentos. - Diez segundos, enfermera.Mi corazón estaba a punto de estallar, lo único que tenía claro fue que debía correr, a donde fuera, no importaba si le tenía que rogar a mi padre por ayuda, tenía que irme lo más lejos posible de este tipo.Tragué en seco, todo de mí se descompuso y en mi mente apenas una respuesta basada en una sílaba se originó.__ ¿Como debo llamarte? - susurró contra mi oreja. - ¿Con qué apelativo me refiero a tí, enfermera?Mi garganta se cerró y mi corazón de descontroló.Tomé fuerza de no sé dónde, apreté el anillo en mi dedo y moví la cabeza con lentitud, antes de enderezar mi espalda.__ Tu esposa. - declaré. La palabra me redujo a solo un martilleo salvaje que golpeó una y otra vez contra mi caja torácica.Estaba aceptando un destino con un tipo al que odié por ponerme en esa situación solo porque su egoísmo no le dio por ignorarme, como hubiera facilitado las cosas para ambos.Los ojos de todos se posaron sobre los recién llegados, el desconcierto del concejo deliberante fue el peor de todos, pero lo que más resaltó fue la pesadez de Leonardo por sentirse como un idiota que se echó otra carga encima. Ahora era una mujer la que se atrevió a hacerlo cambiar planes, justo lo que temió y por lo cual la buscó años antes, ya que descubrió que el preservativo se había roto, pero al no recibir algún aviso sobre ello descartó la opción. Se descuidó por una unica vez y resultó que tenía un hijo con una desconocida, la cual bajó la cabeza y dejó temblar su mentón, cosa que lo enojó mucho más. __ Levanta la cara. - ordenó, pero lo que a él le resultaba fácil, para Sara era un caso muy distinto. Apenas podía caminar en medio de tantos ojos sobre ella. No hizo caso, solo quería proteger a su hijo, no deseaba estar ahí. __ Señor, todo para su matrimonio está listo. - exclamó Ryan, su consejero. __ Llévala a una habitación. - demandó con voz gélida. __ ¿Es la enferme
__ No me puedes hacer esto. ¿Que te pasa? - reclamó Rachel siguiendo a Leonardo al salir de su despacho. - ¡Nuestra boda era hoy!__ Era. - dijo este con hastío. - Ahora puedes ir y divulgar con quién quieras lo que hice. Quería salir de ahí lo más pronto posible. No estaba en su mejor momento y que una chica ofendida lo persiguiera no ayudó en nada. __ Leonardo, aún puedes detener esta tontería. - lo tomó del brazo y él la apartó de golpe. - ¿De donde salió ella? ¿porqué dices que ese niño es tuyo si no...__ Es mejor que te vayas. Las miradas se posaron sobre ellos al salir. Ryan, el consejero se apresuró a indicar al chófer que abriera el auto para su jefe. Algo le dijo que no era bueno interponerse en su camino. Rachel solo pudo ver cómo su prometido abordó el vehículo que partió luego de eso. La humillación que sintió no la pudo disimular cuando se giró hacia los curiosos que esperaban alguien les explicara lo sucedido, pero ella lo único que hizo fue abocarse a su padre, qu
__ No estoy de ánimos. - soltó Leonardo en un rugido descontento, pasando de la chica. __ Yo haré que lo estés. - sugirió ella con la esperanza de hacerlo cambiar de parecer, pues sus técnicas lo lograban algunas ocasiones y no podía ser la excepción esa noche. Pero la determinación de Leonardo fue clara. No la quería cerca, necesitaba un baño con agua fría y no cometer más tonterías ese día. Ya tenía suficiente con que su esposa casi le rompiera la cabeza. Cerró la puerta del baño, encerrado en esa burbuja donde solo sus pensamientos lo acompañaron. No sabía cuando tiempo había transcurrido, pero cuando salió Rachel estaba a punto de dormirse en su cama, algo que odiaba. En su cama no había entrado nadie y pretendía que eso continuara así. Nadie más que él podía usarla. __ Largo. - espetó con desinterés al verla envuelta en algo que, aunque le parecía atractivo, no lo buscaba en ese momento y que alguien se le pusiera en bandeja de plata no era una buena añadidura. __ ¿Que? Per
«¡Al fin, llegaron!» Cada vez que les tenía cerca Leonardo podía sentir paz y a la vez ese afecto que les tenía, le era devuelto Amaba a ese par, eran su compañía cuando todo se complicaba y en ese momento, estaba sucediendo. __ Cuidado, señor. - le habló el consejero Ryan al verlo abrir las puertas del auto cuando dos fieras de un tamaño que atemorizó a todos menos él, se abalanzaron sobre Leonardo, como si fueran unos cachorritos que buscaban cariño de su amo. Este sonrió recibiendo a los canes que lo rodearon a modo de juego, dando vueltas a su alrededor con una emoción que solo él podía causar. Se acuclilló para acariciar sus cabezas, algo que al ser tan grandes a otros no les tocaría, pero con la altura de Leonardo sí era necesario. Los perros se tensaron de repente. Uno gruñó y el otro obedeció poniéndose agresivo de un momento a otro, latiendo con ferocidad ante una Rachel que no tuvo más alternativa que frenar sus pasos al ver como estos tenía una mirada asesina.__ Tranq
Sara se movió entre la tienda que tenía frente a ella. De pronto las tiendas de ropa para ella ya no le ilusionaban tanto como para perderse entre las prendas, pero sucedía justo lo contrario con las de bebés. Daría lo que fuera porque en su cartera hubiera más dinero para poder llevar todas lo que fuera posible, pero solo le quedaba poder admirarlos un segundo antes de devolverlas a su lugar. Se movió al departamento que buscaba en realidad y tomó un paquete de pañales, toallas húmedas, en lo que Keyla iba por la leche y todo lo que el bebé le gustaba comer. Tenía el dinero justo, se dijo.Pagó lo que llevaba, yendo al auto con el desánimo qu causaba el no darle algunas cosas que el bebé pedía.Regresaron a la casa, viendo que ambos perros no estaban en el salón como cuando se fueron. No tendría que soportar la actitud nefasta de Leonardo, pensó. Pero nada más fuera de la verdad, pues el hombre que ella creía no iba a ver más, bajó de la siguiente camioneta en llegar, de donde sac
La tensión era palpable en el lugar. Todos los presentes en ese despacho se veían entre ellos, unos queriendo asesinar a otros, Sara tratando de evitar que sucediera, mientras Rachel no sabía ni qué hacer, las manos le sudaban, el corazón estaba a punto de salirse del pecho con la amenaza latente de Leonardo hacia su padre. Sara sonrío de repente, queriendo apaciguar el momento lleno de miedo, que ella misma estaba sintiendo, nerviosa por sentir como el lomo de uno de los canes se movía alrededor de sus piernas, cerró los puños al sentir como la musculatura de tal animal rozó sus dedos.__ Bueno, no hay que ser tan impulsivos. - rió con nerviosismo. - Leonardo. Inmóvil y con la espalda derecha, Sara trató inútilmente de hacer que el hombre dueño de ese nombre la viera e hiciera que los rottweiler se alejaran de ella. Un latido la puso peor, algo que logró que Leonardo al fin se diera cuenta de lo que pasaba. __ Sentados. - dispuso recobrando el sentido. Los perros elevaron la mirada
La música lenta y suave tenía a todos en un ambiente muy agradable, charlando de sus negocios por parte de algunos de los hombres y sus esposas acompañándolos para presumirse entre ellas lo que podían obtener. Todos queriendo ser el centro de atención, esforzándose para serlo, pero esos planes fueron truncados por la pareja que al solo bajar de su auto obtuvo las miradas de cada uno sobre ellos. Sara tenía las rodillas temblando, ir del brazo de alguien era algo que no había hecho desde que estuvo en una relación que sí había decidido tener años antes, pero en ese momento no pudo ni siquiera opinar sobre cómo todo se veía realmente ante sus ojos. Leonardo caminó a la misma velocidad que usaba siempre, siendo causando revuelo entre tantos que no pensaron ver al hombre de mirada temeraria, ir del brazo de una mujer despampanante, delicada y aún así no sacar a flote esas miradas reprobatorias que siempre usaba con todos.__ Leonardo, que bueno que pudiste venir. - saludó el primero de
__ Que casualidad ¿no crees? - dijo la acompañante de Byron hacia Sara. - Te juro que no lo imaginé ni en mil escenarios de mi vida. Su risa solo se hizo más grande a medida que los segundos transcurrieron. __ ¿Quien lo diría? - volteó a ver a su novio. - Tu ex, la esposa de mi primo. ¿No te parece increíble? __ Sí, super increíble. - ironizó Sara a su vez. - Fue una muy agradable sorpresa encontrarnos. Ahora, me tengo que ir.__ ¿Es tu bebé? ¡Oh, mira qué lindo! - la chica quiso tocarlo y el niño casi lloró, logrando que Leonardo retrocediera con él. __ No le gusta que lo toquen. - masculló en dirección de su prima. __ Pero somos familia. Es una preciosidad, nos vamos a llevar muy bien. - quiso tomarlo en brazos.__ No le caes bien, Maura. - interfirió Sara. - Y no dejaré que toques a mi hijo. __ ¿Porqué? Llevamos los mismos genes y...__ Ya escuchaste a mi mujer. Su palabra se respeta. - lanzó su primo de forma amenazante. __ No me digas que vas a darle el...__ Tiene el pod