Leonardo Crown.
Mi mandíbula se sintió como si un trozo de hielo la atravesara de lado a lado, recordaba haber visto a esa mujer una sola vez y desde entonces había vivido dentro de mi cabeza como una roca que golpeaba en los peores momentos. Ya que no lograba olvidar su rostro pegado al mío esa noche.Un escalofrío me recorrió en un latigazo que oí ondearse en mis oídos al tiempo que abrió algo que creí olvidado.__ ¿Sucede algo, señor? - preguntó Eliot, solo mis irís se movieron, negué pasando a su lado como si no la conociera. Escuché como una exhalación se dió cuando la dejé atrás.No era nadie, no representó nada. Lo que pasó esa noche se quedó enterrado porque solo era una prostituta más entre tantas.Lo más curioso de todo era que no tenía cara de ello. Vestía de blanco, lo que me indicó era la enfermera que se encargaba de las terapias de mi abuelo.Igual seguí mi camino hacia la habitación donde ver al abuelo en su camilla, con una gran sonrisa me hizo olvidar el poco grato momento.Tenía mucho de no verle, por ello besé su mano como el protocolo de ser el antiguo líder del clan lo exigía.__ ¿Y donde está tu prometida? - me preguntó buscando detrás de mí.__ Rachel vendrá después, por ahora está trayendo a su ejército de innecesarios. - mencioné con el desagrado que todo el asunto de la boda causaba.__ Creí que venían juntos... Bueno no importa. La conoceré en la cena, supongo. - le restó importancia. Se veía más contento que yo por mi matrimonio y es que la verdad, era que de no ser por la búsqueda del dichoso heredero, no había otro interés de mí hacia Rachel.Ella lo sabía, pero era inteligente, le gustaba sentirse con poder y por ello accedió cuando el concejo, del cual su padre era uno de los integrantes le ofreció dicha tarea.Eran leyes que por más que odiara debía seguir."A los veintiséis años un heredero debe estar en camino o ya existir, en caso contrario, el liderazgo podía ser retirado"Estaba a dos meses de cumplir mi cumpleaños numero veintiséis, lo que conllevaba a tener solo dos meses para dejarla embarazada. Cosa que odiaba pensar, no follaba por gusto con ella, como se suponía sucedía en los matrimonios.Pero eso era lo de menos. Siempre y cuando mi cargo siguiera con las misma libertades, tener una esposa era solo firmar un papel y ya.De eso me tuve que acordar al verla entrando con siete maletas que su equipo de inservibles arrastraron hasta la segunda planta.__ Quiero saludar a tu abuelo. ¿Donde está? - quiso saber.Señalé con la mano al comedor donde el hombre de más de sesenta estaba, encabezando la mesa. Rachel dobló las rodillas y besó el dorso de su mano, mostrando la sumisión a él también le dijeron debía tener.Ignoré el hecho de que fuera tan voluble en todo. Cambiaba de parecer a cada rato. Incluso si tenía que cambiar su aspecto para encajar.No hablé durante la cena, mientras Rachel trató de todas las formas posibles hacer que el abuelo sonriera, ya que aseguró que era la forma en que sabría que tenia su bendición. Cosa más absurda, pero no interferí en ello.Me fui a dormir temprano y para cuándo desperté volví a mi rutina. Una hora de ejercicio, hasta que mi mente se despejara lo suficiente para escuchar solamente mi ritmo cardiaco estando por los cielos.Tomé un poco de agua y para cuándo alcé la mirada, a través de los arbustos ornamentales vi aparecer a la enfermera subir con gran rapidez al segundo piso.La seguí por un momento hasta que fui interceptado por Rachel.__ Le llevaré el desayuno a tu abuelo a su cama. - me dijo con una forma de vestir no propia de ella, pero sabía que un vestido con lunares rojo y holgado era solo para agradar.__ Odia los desayunos en su cama. - comuniqué. Miré de nuevo hacia arriba,__ El mío va a amarlo. - sonrió mostrando sus dientes.La advertencia estaba dicha, ella y su manía por creer que todos debían amarla para ser perfecta ante el mundo, no era algo de lo cual enorgullecerse.Me di un baño rápido, saliendo ya vestido, decidido a marcharme para resolver lo del concejo. Una última reunión para confirmar y hacer el dichoso pacto de "una vida por otra"Con ello comprometía a que mi hijo no concebido, al mes de nacido sería la oficialización de su entrega como heredero.__ Me agrada. Es un niño muy inquieto, muy parecido a mi hijo cuando tenía su edad. - escuché decir a mi abuelo. Frené mis pasos frente a sus puerta. - De seguro su padre tiene un apego gigante a sus travesuras.__ Anthony solo nos tiene a su tía Keyla y a mí. - señaló la enfermera.__ ¿De verdad? ¿Que pasó con tu esposo?__ Ni siquiera llegué a casarme. - se rió ella. - Hubieron problemas. El caso es que solo somos los tres.__ Que mal. ¿Alguna relación venidera? - curioseó.A tiempo que ella respondería, Rachel pasó a mi lado con una bandeja llena de comida. Evité torcer los ojos.__ Creo que esto podría gustarle. - irrumpió en el dormitorio. - Un desayuno muy nutritivo para usted.__ Siempre he tomado el desayuno en el comedor. - contestó él.__ Oh, lo lamento.__ Sería una buena opción el hacer algo de distinta manera, alguna vez, Don Braulio. - aconsejó la enfermera. - Cambiar la rutina. Ya sabe. Lo que hemos discutido.Esperé que con su entrometimiento mi abuelo la enviara al diablo, nunca fue de su agrado que alguien le llevara la contraria, jamás lo permitió, por esa razón me vi sorprendido cuando este aceptó hacerlo sin rechistar.Mi desconcierto fue tal que no logré asimilarlo. Braulio Crown era el hombre más frío de la historia familiar, pero escucharlo reír me hizo ver que no lo conocía como tal. Lo peor del caso fue enterarme por Rachel que nunca la miró siquiera, siempre fue con la enfermera.Eso causó una especie de molestia, mi abuelo no debía congeniar con enfermeras insignificantes, por ello, esperé a que saliera de su dormitorio para despedirla.La vi aparecer colocándole el gorro al crío que traía en sus brazos. Le hablaba por lo bajo, enmedio de risas dedicadas exclusivamente para él, se veía bien haciéndolo, pero ese no era el caso, el cual regresó a mi mente cuando se quedó en silencio al verme de pie en el medio del salón.Solo debía decirle que no regresara más, pero cuando el niño giró su cuello me quedé frío ante la mirada conocida que impactó como un evento climático extremo, barriendo con las ideas predispuestas.Me sonrió y mis ojos la acribillaron al surgir una idea. ¿Podría ser verdad tal cosa?. Debía salir de dudas.__ ¿Quien es el padre de ese niño? - fue la pregunta que la hizo perder el color de inmediato.SaraMi voz se esfumó con una simple interrogante. Intenté mover los pies del suelo, pero parecía que estaban pegados como si fueran plomo. Pasé saliva. Me aferré a mi hijo como si fuera a quitármelo y tomé aire. Debía actuar rápido. Encontrar una respuesta, pero no salió. __ Mi amor, ¿Desayunamos juntos? - preguntó la rubia del desayuno, con una sonrisa que solo yo vi, ya que al parecer al nieto de Don Braulio le valió un grano de arena que ella fuera atenta. __ Debo irme. Me estan esperando - logré articular. - Con permiso. __ Enfermera. - me habló él y mi boca se secó. - Hice una pregunta.__ Lo sé, solo que...__ ¿Que ocurre? - preguntó la chica en mi dirección. Apenas estaba recuperando el aire como para perderlo de nuevo. __ Nada, se hace tarde. - casi corriendo abandoné esa casa. El taxi ya me estaba esperando y por primera vez ni siquiera saludé. Solo quería estar lo más lejos posible de él, tanto como se pudiera. No me atreví a voltear a ver la casa. Sabía que estaba a
Sara.Con cada paso mi corazón daba dos latidos a la vez, sentí mis piernas cual gelatina, mis rodillas amenazaron con doblarse y dejarme caer en el salón del aeropuerto. Todo lo que había visto me puso paranoica, viendo a cada persona como si fueran a decirme o hacerme algo a mí o a mi hijo.__ Tranquila. - Keyla puso su mano en mi rodilla. - Respira y deja de ver a todos como si fueran monstruos de las biblia.__ Estoy nerviosa. - admití.__ Sí, ya lo noté. - dijo con obviedad. - Sara, si no me dices que es lo que ocurre no voy a entenderte. __ No aquí. - pasé saliva. - Solo no debemos quedarnos en esta ciudad. No es seguro.__ Si no me explicas, estaré siguiéndote todo el tiempo sin saber la gravedad del...__ Lo haré al llegar ¿está bien? - me apresuré a contestar. Keyla me vio con preocupación, detalló a mi hijo dormido y suspiró al tiempo que dio un asentimiento para afirmar. __ Está bien. - dejó su bolso a mi lado. __ ¿A donde vas? - cuestioné al verla incorporarse. __ Nec
Los ojos de todos se posaron sobre los recién llegados, el desconcierto del concejo deliberante fue el peor de todos, pero lo que más resaltó fue la pesadez de Leonardo por sentirse como un idiota que se echó otra carga encima. Ahora era una mujer la que se atrevió a hacerlo cambiar planes, justo lo que temió y por lo cual la buscó años antes, ya que descubrió que el preservativo se había roto, pero al no recibir algún aviso sobre ello descartó la opción. Se descuidó por una unica vez y resultó que tenía un hijo con una desconocida, la cual bajó la cabeza y dejó temblar su mentón, cosa que lo enojó mucho más. __ Levanta la cara. - ordenó, pero lo que a él le resultaba fácil, para Sara era un caso muy distinto. Apenas podía caminar en medio de tantos ojos sobre ella. No hizo caso, solo quería proteger a su hijo, no deseaba estar ahí. __ Señor, todo para su matrimonio está listo. - exclamó Ryan, su consejero. __ Llévala a una habitación. - demandó con voz gélida. __ ¿Es la enferme
__ No me puedes hacer esto. ¿Que te pasa? - reclamó Rachel siguiendo a Leonardo al salir de su despacho. - ¡Nuestra boda era hoy!__ Era. - dijo este con hastío. - Ahora puedes ir y divulgar con quién quieras lo que hice. Quería salir de ahí lo más pronto posible. No estaba en su mejor momento y que una chica ofendida lo persiguiera no ayudó en nada. __ Leonardo, aún puedes detener esta tontería. - lo tomó del brazo y él la apartó de golpe. - ¿De donde salió ella? ¿porqué dices que ese niño es tuyo si no...__ Es mejor que te vayas. Las miradas se posaron sobre ellos al salir. Ryan, el consejero se apresuró a indicar al chófer que abriera el auto para su jefe. Algo le dijo que no era bueno interponerse en su camino. Rachel solo pudo ver cómo su prometido abordó el vehículo que partió luego de eso. La humillación que sintió no la pudo disimular cuando se giró hacia los curiosos que esperaban alguien les explicara lo sucedido, pero ella lo único que hizo fue abocarse a su padre, qu
__ No estoy de ánimos. - soltó Leonardo en un rugido descontento, pasando de la chica. __ Yo haré que lo estés. - sugirió ella con la esperanza de hacerlo cambiar de parecer, pues sus técnicas lo lograban algunas ocasiones y no podía ser la excepción esa noche. Pero la determinación de Leonardo fue clara. No la quería cerca, necesitaba un baño con agua fría y no cometer más tonterías ese día. Ya tenía suficiente con que su esposa casi le rompiera la cabeza. Cerró la puerta del baño, encerrado en esa burbuja donde solo sus pensamientos lo acompañaron. No sabía cuando tiempo había transcurrido, pero cuando salió Rachel estaba a punto de dormirse en su cama, algo que odiaba. En su cama no había entrado nadie y pretendía que eso continuara así. Nadie más que él podía usarla. __ Largo. - espetó con desinterés al verla envuelta en algo que, aunque le parecía atractivo, no lo buscaba en ese momento y que alguien se le pusiera en bandeja de plata no era una buena añadidura. __ ¿Que? Per
«¡Al fin, llegaron!» Cada vez que les tenía cerca Leonardo podía sentir paz y a la vez ese afecto que les tenía, le era devuelto Amaba a ese par, eran su compañía cuando todo se complicaba y en ese momento, estaba sucediendo. __ Cuidado, señor. - le habló el consejero Ryan al verlo abrir las puertas del auto cuando dos fieras de un tamaño que atemorizó a todos menos él, se abalanzaron sobre Leonardo, como si fueran unos cachorritos que buscaban cariño de su amo. Este sonrió recibiendo a los canes que lo rodearon a modo de juego, dando vueltas a su alrededor con una emoción que solo él podía causar. Se acuclilló para acariciar sus cabezas, algo que al ser tan grandes a otros no les tocaría, pero con la altura de Leonardo sí era necesario. Los perros se tensaron de repente. Uno gruñó y el otro obedeció poniéndose agresivo de un momento a otro, latiendo con ferocidad ante una Rachel que no tuvo más alternativa que frenar sus pasos al ver como estos tenía una mirada asesina.__ Tranq
Sara se movió entre la tienda que tenía frente a ella. De pronto las tiendas de ropa para ella ya no le ilusionaban tanto como para perderse entre las prendas, pero sucedía justo lo contrario con las de bebés. Daría lo que fuera porque en su cartera hubiera más dinero para poder llevar todas lo que fuera posible, pero solo le quedaba poder admirarlos un segundo antes de devolverlas a su lugar. Se movió al departamento que buscaba en realidad y tomó un paquete de pañales, toallas húmedas, en lo que Keyla iba por la leche y todo lo que el bebé le gustaba comer. Tenía el dinero justo, se dijo.Pagó lo que llevaba, yendo al auto con el desánimo qu causaba el no darle algunas cosas que el bebé pedía.Regresaron a la casa, viendo que ambos perros no estaban en el salón como cuando se fueron. No tendría que soportar la actitud nefasta de Leonardo, pensó. Pero nada más fuera de la verdad, pues el hombre que ella creía no iba a ver más, bajó de la siguiente camioneta en llegar, de donde sac
La tensión era palpable en el lugar. Todos los presentes en ese despacho se veían entre ellos, unos queriendo asesinar a otros, Sara tratando de evitar que sucediera, mientras Rachel no sabía ni qué hacer, las manos le sudaban, el corazón estaba a punto de salirse del pecho con la amenaza latente de Leonardo hacia su padre. Sara sonrío de repente, queriendo apaciguar el momento lleno de miedo, que ella misma estaba sintiendo, nerviosa por sentir como el lomo de uno de los canes se movía alrededor de sus piernas, cerró los puños al sentir como la musculatura de tal animal rozó sus dedos.__ Bueno, no hay que ser tan impulsivos. - rió con nerviosismo. - Leonardo. Inmóvil y con la espalda derecha, Sara trató inútilmente de hacer que el hombre dueño de ese nombre la viera e hiciera que los rottweiler se alejaran de ella. Un latido la puso peor, algo que logró que Leonardo al fin se diera cuenta de lo que pasaba. __ Sentados. - dispuso recobrando el sentido. Los perros elevaron la mirada