Sara.
__ ¡Arriba, chica! - tiraron de mis sabanas llevándome al suelo, por estar enredada entre estas. - Llegarás tarde a tu trabajo y hay cuentas por pagar.__ Cinco minutos nada más. - me quejé sin querer levantarme del piso siquiera.__ Ni Anthony pide cinco minutos. - me hizo abrir los ojos. - Él si se porta bien ¿verdad, cielo?__ Porque el duerme toda la noche, solo despierta a comer y que lo cargue. - seguí abraza a mis sábanas. - Así yo me despierto muy temprano.__ Es su trabajo. Nosotras hacemos el de traer comida y lo necesario a esta casa, él se encarga de estar bien para no complicarnos las cosas. - expresó llamándolo y este obedeció caminando tambaleante hasta sus piernas. - ¡Eso es! Este señorito si sabe lo que es no poner excusas.__ Traidor. - acusé frotando mis ojos. El bebé de casi dieciocho meses me vio y en lugar de sentirse culpable solo me sonrió. - No voy a caer en eso. No me sonrías así, no me dejaste dormir sola anoche. Estoy enojada.Brincó en brazos de su tía Keyla, sin dejar de reír hasta que no pude resistirme y extendí los brazos para que este se lanzara a ellos.__ La próxima vez sí me enojaré contigo en serio. - lo estaba acostumbrando a eso. Decir un la próxima vez que a él parecía divertirle.No sabía si estaba haciendo bien o mal, pero me gustaba ver esa curva en sus labios y ese brillo en los ojos que solo vi una vez antes de conocer a mi bebé cuando nació.Hermoso y cautivador como...__ El desayuno está listo. - nos llamó Keyla al estar ya lista y con mi uniforme puesto. - Uno muy nutritivo para el amor de mi vida y uno que le dé energía a su madre.__ Presiento que aquí hay favoritos. - me quejé al ver mi plato de avena frente a mí.__ Obviamente. - reiteró Keyla con una gran sonrisa, al tiempo que comenzó a alimentar a Anthony.Terminamos con lo que tenía en el plato, ya tenía el bolso con las cosas necesarias para el bebé dentro cuando nos despedimos en la entrada de la casa. Ella estaba por terminar su carrera de nutricionista, mientras yo trabajaba así como ella me ayudó con el embarazo, manteniéndonos a los dos, yo la ayudaba a terminar lo que postergó hasta hace unos meses.Subí al taxi, el cual me dejó frente a la casa donde había comenzado a trabajar dos semanas atrás.Los vigilantes ya me conocían, por ello no pusieron problemas en dejarme pasar. Aunque se veía demasiado movimiento que los días anteriores, no quise prestar atención en eso.No era mi trabajo, pues el mío consistía en ser la fisioterapeuta del hombre que con una sonrisa me recibió.Cerré la puerta y puse a mi hijo en el lugar que me había permitido arreglar para las horas que estaría en su casa.__ ¿Como amaneció hoy? - le hice conversación.__ Con mayor ánimo. Logré convencer a mi nieto de realizar su boda aquí.- comunicó y sonreí al verlo tan feliz. - Hoy será su llegada, en dos días su boda.__ Me alegro. Aunque no me había dicho que tenía un nieto, Don Braulio. - exclamé a modo de juego.__ Porque no estaba en el país. - contestó. Lo ayudé a ponerse cómodo, abrí las persianas para que la luz iluminara la habitación.Lo escuché contarme sobre cómo su hijo se había separado de la madre de su nieto, llevándolo a él y a su hermano con ella. Viéndolo solo dos veces por mes desde entonces hasta ese día.__ Puedes venir. Serás mi compañía. - ofreció y me reí.__ Con gusto lo haría, pero mi hijo no me permite asistir a ese tipo de eventos, de seguro, libre de niños. - contesté.__ No es algo tan organizado. Fue repentino hasta donde sé. - dijo Don Braulio mostrándose pensativo.__ Más en mi contra, de seguro es algo íntimo. Solo familia.- verifiqué que Anthony no estuviera con riesgos de tirarse algo encima antes de continuar con la terapia. - Mejor al siguiente día me cuenta cómo estuvo todo. Me guarda un poco de tarta y me invita a la siguiente.__ De seguro no estaré para la siguiente boda. - afirmó e hice mala cara.__ Deje la negatividad. Los buenos destinos los buscamos al principio de forma mental. - atiné a decir para hacerlo volver a sonreír.Seguí con los ejercicios para terminar unos minutos después. Según un informe había tenido un accidente, el cual le quitó la movilidad de sus piernas, por ello contrató a alguien que le ayudara a que eso cambiara.Nos caímos bien desde el inicio. Además que le cayó bien mi hijo al decir que no había estado cerca de uno desde que se había quedado solo en esa casa gigante donde residió por años.La tarde cayó, comimos juntos entre bromas hasta que supe era mi hora de salida.__ Regreso mañana, Don Braulio. - me despedí de él.__ ¿Tienes como irte? - cuestionó.__ Un taxi como todos los días. - le resté importancia. - Cuando usted pueda conducir si le diré que me dé un aventón.__ Ese será mi primer viaje porque no sé conducir. - achiqué la mirada y su carcajada se dejó ver para indicar que era una broma__ Señor, el joven Leonardo acaba de llegar. - avisó el mayordomo con esa rectitud única de su fluidez en tratar con ese tipo de personas.__ Dile que suba. ¡Rápido!Me enterneció verlo como un niño pequeño emocionarse por la visita de sus seres queridos.Me despedí una última vez, yendo a la salida con mi bebé en brazos y el bolso en el hombro.Pensé en que Keyla de seguro ya estaba por llegar en el taxi, y por ello apreté el paso, bajando las escaleras, viendo las personas que venían de frente. No podía correr porque todos verían que en mi intención de no estorbar en su camino, me veía patética.Así que con toda la seguridad que pude reunir avancé a la salida. Frenando en seco al ver al hombre de casi dos metros que se detuvo al mismo tiempo que yo.Cara a cara estábamos en ese salón extenso. Con disimulo cubrí a mi hijo al ver esa misma mirada en el hombre que tenía frente a mí.El mismo que conocí años atrás. Era él. No había duda, jamás podría olvidar ese rostro tan feroz y atrayente. Ni ese color tan profundo que mi pequeño compartía con él.Leonardo Crown. Mi mandíbula se sintió como si un trozo de hielo la atravesara de lado a lado, recordaba haber visto a esa mujer una sola vez y desde entonces había vivido dentro de mi cabeza como una roca que golpeaba en los peores momentos. Ya que no lograba olvidar su rostro pegado al mío esa noche. Un escalofrío me recorrió en un latigazo que oí ondearse en mis oídos al tiempo que abrió algo que creí olvidado. __ ¿Sucede algo, señor? - preguntó Eliot, solo mis irís se movieron, negué pasando a su lado como si no la conociera. Escuché como una exhalación se dió cuando la dejé atrás. No era nadie, no representó nada. Lo que pasó esa noche se quedó enterrado porque solo era una prostituta más entre tantas. Lo más curioso de todo era que no tenía cara de ello. Vestía de blanco, lo que me indicó era la enfermera que se encargaba de las terapias de mi abuelo. Igual seguí mi camino hacia la habitación donde ver al abuelo en su camilla, con una gran sonrisa me hizo olvidar el poco g
SaraMi voz se esfumó con una simple interrogante. Intenté mover los pies del suelo, pero parecía que estaban pegados como si fueran plomo. Pasé saliva. Me aferré a mi hijo como si fuera a quitármelo y tomé aire. Debía actuar rápido. Encontrar una respuesta, pero no salió. __ Mi amor, ¿Desayunamos juntos? - preguntó la rubia del desayuno, con una sonrisa que solo yo vi, ya que al parecer al nieto de Don Braulio le valió un grano de arena que ella fuera atenta. __ Debo irme. Me estan esperando - logré articular. - Con permiso. __ Enfermera. - me habló él y mi boca se secó. - Hice una pregunta.__ Lo sé, solo que...__ ¿Que ocurre? - preguntó la chica en mi dirección. Apenas estaba recuperando el aire como para perderlo de nuevo. __ Nada, se hace tarde. - casi corriendo abandoné esa casa. El taxi ya me estaba esperando y por primera vez ni siquiera saludé. Solo quería estar lo más lejos posible de él, tanto como se pudiera. No me atreví a voltear a ver la casa. Sabía que estaba a
Sara.Con cada paso mi corazón daba dos latidos a la vez, sentí mis piernas cual gelatina, mis rodillas amenazaron con doblarse y dejarme caer en el salón del aeropuerto. Todo lo que había visto me puso paranoica, viendo a cada persona como si fueran a decirme o hacerme algo a mí o a mi hijo.__ Tranquila. - Keyla puso su mano en mi rodilla. - Respira y deja de ver a todos como si fueran monstruos de las biblia.__ Estoy nerviosa. - admití.__ Sí, ya lo noté. - dijo con obviedad. - Sara, si no me dices que es lo que ocurre no voy a entenderte. __ No aquí. - pasé saliva. - Solo no debemos quedarnos en esta ciudad. No es seguro.__ Si no me explicas, estaré siguiéndote todo el tiempo sin saber la gravedad del...__ Lo haré al llegar ¿está bien? - me apresuré a contestar. Keyla me vio con preocupación, detalló a mi hijo dormido y suspiró al tiempo que dio un asentimiento para afirmar. __ Está bien. - dejó su bolso a mi lado. __ ¿A donde vas? - cuestioné al verla incorporarse. __ Nec
Los ojos de todos se posaron sobre los recién llegados, el desconcierto del concejo deliberante fue el peor de todos, pero lo que más resaltó fue la pesadez de Leonardo por sentirse como un idiota que se echó otra carga encima. Ahora era una mujer la que se atrevió a hacerlo cambiar planes, justo lo que temió y por lo cual la buscó años antes, ya que descubrió que el preservativo se había roto, pero al no recibir algún aviso sobre ello descartó la opción. Se descuidó por una unica vez y resultó que tenía un hijo con una desconocida, la cual bajó la cabeza y dejó temblar su mentón, cosa que lo enojó mucho más. __ Levanta la cara. - ordenó, pero lo que a él le resultaba fácil, para Sara era un caso muy distinto. Apenas podía caminar en medio de tantos ojos sobre ella. No hizo caso, solo quería proteger a su hijo, no deseaba estar ahí. __ Señor, todo para su matrimonio está listo. - exclamó Ryan, su consejero. __ Llévala a una habitación. - demandó con voz gélida. __ ¿Es la enferme
__ No me puedes hacer esto. ¿Que te pasa? - reclamó Rachel siguiendo a Leonardo al salir de su despacho. - ¡Nuestra boda era hoy!__ Era. - dijo este con hastío. - Ahora puedes ir y divulgar con quién quieras lo que hice. Quería salir de ahí lo más pronto posible. No estaba en su mejor momento y que una chica ofendida lo persiguiera no ayudó en nada. __ Leonardo, aún puedes detener esta tontería. - lo tomó del brazo y él la apartó de golpe. - ¿De donde salió ella? ¿porqué dices que ese niño es tuyo si no...__ Es mejor que te vayas. Las miradas se posaron sobre ellos al salir. Ryan, el consejero se apresuró a indicar al chófer que abriera el auto para su jefe. Algo le dijo que no era bueno interponerse en su camino. Rachel solo pudo ver cómo su prometido abordó el vehículo que partió luego de eso. La humillación que sintió no la pudo disimular cuando se giró hacia los curiosos que esperaban alguien les explicara lo sucedido, pero ella lo único que hizo fue abocarse a su padre, qu
__ No estoy de ánimos. - soltó Leonardo en un rugido descontento, pasando de la chica. __ Yo haré que lo estés. - sugirió ella con la esperanza de hacerlo cambiar de parecer, pues sus técnicas lo lograban algunas ocasiones y no podía ser la excepción esa noche. Pero la determinación de Leonardo fue clara. No la quería cerca, necesitaba un baño con agua fría y no cometer más tonterías ese día. Ya tenía suficiente con que su esposa casi le rompiera la cabeza. Cerró la puerta del baño, encerrado en esa burbuja donde solo sus pensamientos lo acompañaron. No sabía cuando tiempo había transcurrido, pero cuando salió Rachel estaba a punto de dormirse en su cama, algo que odiaba. En su cama no había entrado nadie y pretendía que eso continuara así. Nadie más que él podía usarla. __ Largo. - espetó con desinterés al verla envuelta en algo que, aunque le parecía atractivo, no lo buscaba en ese momento y que alguien se le pusiera en bandeja de plata no era una buena añadidura. __ ¿Que? Per
«¡Al fin, llegaron!» Cada vez que les tenía cerca Leonardo podía sentir paz y a la vez ese afecto que les tenía, le era devuelto Amaba a ese par, eran su compañía cuando todo se complicaba y en ese momento, estaba sucediendo. __ Cuidado, señor. - le habló el consejero Ryan al verlo abrir las puertas del auto cuando dos fieras de un tamaño que atemorizó a todos menos él, se abalanzaron sobre Leonardo, como si fueran unos cachorritos que buscaban cariño de su amo. Este sonrió recibiendo a los canes que lo rodearon a modo de juego, dando vueltas a su alrededor con una emoción que solo él podía causar. Se acuclilló para acariciar sus cabezas, algo que al ser tan grandes a otros no les tocaría, pero con la altura de Leonardo sí era necesario. Los perros se tensaron de repente. Uno gruñó y el otro obedeció poniéndose agresivo de un momento a otro, latiendo con ferocidad ante una Rachel que no tuvo más alternativa que frenar sus pasos al ver como estos tenía una mirada asesina.__ Tranq
Sara se movió entre la tienda que tenía frente a ella. De pronto las tiendas de ropa para ella ya no le ilusionaban tanto como para perderse entre las prendas, pero sucedía justo lo contrario con las de bebés. Daría lo que fuera porque en su cartera hubiera más dinero para poder llevar todas lo que fuera posible, pero solo le quedaba poder admirarlos un segundo antes de devolverlas a su lugar. Se movió al departamento que buscaba en realidad y tomó un paquete de pañales, toallas húmedas, en lo que Keyla iba por la leche y todo lo que el bebé le gustaba comer. Tenía el dinero justo, se dijo.Pagó lo que llevaba, yendo al auto con el desánimo qu causaba el no darle algunas cosas que el bebé pedía.Regresaron a la casa, viendo que ambos perros no estaban en el salón como cuando se fueron. No tendría que soportar la actitud nefasta de Leonardo, pensó. Pero nada más fuera de la verdad, pues el hombre que ella creía no iba a ver más, bajó de la siguiente camioneta en llegar, de donde sac