Cap:05 Adelaida

ADELAIDA:

Mis manos acarician el sedoso cabello de mi gato y sonrío dormida mientras lo escucho ronronear.

¡Esperen! ¡Pero si no tengo gatos!

Pienso y abro los ojos de golpe llevándome un susto de muerte al ver cómo duermo en el pecho de alguien que duerme plácidamente.

Mi primer instinto es gritar, pero no lo hago cuando varios recuerdos llegan a mi mente.

—Mierda, m****a.

Murmuro intentando levantarme, pero sus fuertes brazos me acurrucan a su cuerpo para luego decir.

—Aún es temprano, duerme un poco más.

Dice y quiero llorar… Cielos… ¿Qué hice?

Con algo de esfuerzo me separo de sus brazos y me coloco en pies con miles de pensamientos.

¿Cómo llegué aquí? ¿Fui secuestrada? ¿Cómo me trajo aquí?

El hombre que tengo entendido se llama Raizel…  Se comienza a despertar y busco algo con que defenderme.

Tomo una lámpara y el moreno me mira alzando las cejas.

—¿Qué crees que haces?

Pregunta con la voz adormilada.

—¿No es obvio? Intento defenderme de tí…

Hablo fingiendo seguridad mientras lo amenazo con la lámpara.

Su bella sonrisa hace que mis pies flaqueen por unos segundos.

—Es interesante que intentes defenderte de mí… Ahora te pregunto… ¿Cómo demonios entraste aquí?

Pregunta y frunzo el ceño.

—¿No es obvio? Tú me has secuestrado.

Respondo mientras lo apunto con mi dedo y Raizel me mira confundido.

—¿Por qué piensas que yo te secuestraría?

Me pregunta y me río dejando la lámpara a un lado.

—Es más que obvio, soy una mujer hermosa ¿Quién no quería estar conmigo?

Hablo con el ego por las nubes.

—Jaja, yo también soy un hombre guapo y bien dotado ¿Crees que necesito secuestrar a una mujer? Con mis atributos es más que suficiente.

Dice altanero y lo miro con rabia.

—Te odio.

—Hace unas horas decías otra cosa ¿No quieres repetir?

Pregunta mientras mira mi cuerpo con deseo y ahí caigo en cuenta que estoy desnuda.

—Maldición.

Murmuro tomando la sabana y me envuelvo en ella.

—La boca de una dama no puede decir malas palabras.

Dice con burla y lo miro mal.

—Cállate… Ahora necesito algo de tí.

—¿Quieres esto?

Me pregunta mostrándome su cosa muy activa y giro el rostro sintiendo como comienzo a ponerme roja.

—Mmm, entonces ¿Qué quieres?

—Necesito llegar a la mansión antes de que mis padres se den cuenta que no estoy… Sería un escándalo… Ya sabes.

Trato de explicarle, pero este no se mueve.

—Tu llegaste aquí, ahora resuelve como volver a tu casa.

Dice sin interés y me dan ganas de golpearlo.

—Raizel.

—¿Si?

—Por favor… Necesito volver a mi casa, ayúdame ¿Si?

Le pongo mi mejor cara de tristeza y este me mira sorprendido.

—Vaya, estoy sorprendido… Casi me convences.

Dice y quiero llorar… Miro hacia la ventana y el sol está casi por rayar el alba y respiro varias veces.

—Bien, ya que no me quieres llevar, lo haré por mi cuenta y si llega a pasarme algo estará en tu conciencia por el resto de tus días.

Digo con la frente en algo mientras me dirijo a la enorme puerta.

—Espera.

Escucho su grave voz.

—¿Si?

Me giro con mi mejor sonrisa.

—Está bien, pero primero colócate algo de mi ropa y cúbrete el rostro… Si te miran aquí podría ser un escándalo.

Asiento de acuerdo con él y me coloca una de sus ropas que me quedan enorme. Luego procedo a cubrirme el rostro.

—Sígueme, y no levantes la cabeza ¿De acuerdo?

—De acuerdo.

Murmuro y comienzo a seguirlo.

La mansión no es muy grande y rápidamente estamos fuera.

—Iremos a caballo para ir más rápido.

—Perfecto, mientras más rápido mejor.

Menciono y este asiente de acuerdo.

Raizel prepara el caballo y él se sube de primero para luego tenderme su mano y yo subo con agilidad delante de él.

La residencia de Raizel no está muy lejos de mi mansión así que estoy pensando si soy sonámbula… Aunque no tiene sentido… ¿Cómo llegué a su cama? Ni siquiera sabía dónde vivía.

—Puedes dejarme aquí, cerca hay un pasadizo que me llevará al patio trasero de la mansión, de ahí yo me las arreglo.

Le explico y este asiente permitiendo que baje del caballo para luego él hacerlo.

—No es necesario que te bajes del caballo yo…

No termino de hablar cuando sus labios chocan con los míos en un apasionado beso que me deja sin aliento.

—Eres mía pequeña, no lo olvides.

Me susurra para luego soltarme, pero no sin antes apretar una de mis nalgas.

Me alejo con mis piernas algo temblorosas y escucho su risa.

—Maldito.

Murmuro mirándolo de reojo antes de cruzar al pasadizo que me llevará al patio trasero de mi mansión.

Al llegar camino con cautela y con mucho cuidado subo hacia la ventana de mi habitación que para mí mala suerte está cerrada con seguro… ¿Y ahora qué hago?

Miro hacia el balcón y con cuidado me dirijo ahí hasta subir por completo… Uuufff.

Suspiro mirando mis manos rojas.

De pronto la puerta del balcón se abre haciendo que me sobresalte.

—¡¡Adelaida!!

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