Cap:07 Los prieto

ADELAIDA:

Al llegar al patio trasero de la familia prieto, varias jovencitas nobles noble, con sus respectivas madres ya se encontraban charlando.

—Buenas tardes.

Saluda mi madre haciendo una referencia y mi hermana y yo le seguimos atrás.

—Buenas tardes querida, es un gusto que haya venido a nuestra humilde fiesta duquesa Ivanov.

Habla la señora Prieto con una sonrisa muy exagerada.

—Gracias a usted por la invitación marquesa.

Dice mi madre con elegancia mientras observa a todas las señoritas con una sonrisa falsa.

—Hay, pero que maleducada soy, venga tomen asiento… Lady Adelaida, es un gusto tenerla aquí, espero que cuándo se convierta en la futura emperatriz continúe con esa misma humildad.

Dice y sonrío sin mostrar los dientes.

—Continuaré siendo la misma, marquesa Prieto.

Respondo y me siento incómoda al tener todas las miradas en mi persona.

Mi madre por fin hace algo bueno y comienza a hablar de todo lo que hará cuándo yo sea emperatriz… Bla, bla… Así llevándose todas las miradas a ella.

—Lady Adelaida, escuché que usted y el príncipe no son tan cercanos… ¿Es eso cierto?

Me pregunta Anastasia  Prieto, hija mayor de la marquesa mientras me mira con ojos afilados.

Sonrío de medio lado y la miro a los ojos.

—Creo que eso son temas personales y no debe de meterse en eso Lady Prieto, ser entrometido es mal visto.

Le hablo con seriedad y todos en la mesa me miran con desaprobación.

—Jajaja, no le hagan caso a mi hermosa hija… Ella se pone muy sensible cuándo está en sus días… ¿Verdad cariño?

Me pregunta con una sonrisa falsa y una mirada asesina.

—Así es… Me disculpo Lady Prieto.

Digo con una sonrisa falsa y la chica me mira con odio… Jejeje.

—Mi niña es toda una dama de sociedad, educada, y muy respetuosa, sus majestades la aman al igual que él príncipe heredero… A Veces me da algo de envidia no tener un amor tan genuino como el suyo.

La voz de mi madre sale con fluidez y limpia una falsa lágrima al decir lo último.

—¿Tanto se aman?

Pregunta una chica ilusionada.

—Por supuesto que sí… Pero a mi querida hija le da pena hablar de su relación con el príncipe… Es tan tímida.

Dice ella y todas me miran comprensiva, menos la marquesa, su hija y mi hermana claro.

—Hermana… Debes de dejar la timidez y ser una persona abierta, eso te hace una buena emperatriz.

Dice ella con media sonrisa, y cuándo voy a responder las chicas del servicio entran con varias bandejas de bocadillos.

—Lamento que nuestra charla se haya interrumpido… Espero que los disfruten.

Dice la marquesa y todos procedemos a tomar nuestro té y comer nuestros respectivos bocadillos que están deliciosos.

La ridícula fiesta de té pasó sin contratiempos y ya es momento de volver a nuestro carruaje.

—Duquesa Ivanov, espero que pronto haga una fiesta de té y nos invite a su hermosa morada.

Habla la marquesa y madre sonríe como serpiente.

—Por supuesto marquesa Prieto, pronto les llegarán las invitaciones.

Habla mientras hacemos una reverencia para retirarnos.

—Maldita víbora.

Murmura mi madre cuándo estamos de camino al carruaje.

—¿Por qué hablas a su espalda? Pienso que deberías habérselo dicho de frente.

Le digo con media sonrisa h observo su mirada de odio.

—Estás castigada Adelaida… ¿Cómo se te ocurre hablarle así delante de todas las señoritas y sus madres?

Pregunta con evidente furia.

—No me gusta ser hipócrita.

Hablo con poco interés y mi hermana me mira con desaprobación y burla.

—Vaya, sí que serás una mala emperatriz… Pobre del príncipe heredero.

La voz de mi hermana me hace alzar las cejas y la miro con media sonrisa para luego subir al carruaje negando varias veces.

Al llegar a la mansión lo primero que hago es dirigirme a mi habitación sin decir media palabras y cierro con seguro.

—Al fin llega señorita, aquí tienes.

Dice Lili dándome una taza de té con un olor horrible.

—¿Esto funcionará? Huele horrible Lili.

Me quejo haciendo una cara de asco.

—Es lo mejor del mercado señorita, debe beberlo al menos que quiera sorpresa.

—Cierto… Bueno, aquí voy.

Digo mientras cierro los ojos y me tomo ese asqueroso té que me da algunas arcadas.

—Sabe asqueroso… No vuelvo a hacer más el acto si eso significa tener que estar bebiendo esa asquerosidad.

Menciono mientras tomo asiento en uno de los muebles de mi habitación.

—Señorita Adelaida… Esto se lo digo por su bien, no cometa más locuras de las cuales puede salir perjudicada.

—Lo sé Lili, y gracias por tu preocupación.

Le hablo con agradecimiento y ella sonríe… Lili ha sido como una madre, una hermana, ella siempre ha estado conmigo en mis peores momentos y me aconseja cuándo lo cree necesario.

La puerta de mi habitación es tocada y Lili se dirige a abrirla.

—El señor quiere ver a la señorita Adelaida de inmediato.

Escucho la voz de una de las sirvientas y Lili asiente cerrando la puerta.

—¿Qué hiciste? ¿Por qué el señor quiere verte?

Me pregunta sin quitarme los ojos de arriba y me encojo de hombros.

—Ni idea, no sé por qué ese viejo quiere verme.

Digo colocándome en pies y me dirijo al despacho de mi parte mientras Lili me sigue.

Al estar frente al despacho toco la puerta y escucho un pase.

Lili me mira algo asustada y le sonrío para tranquilizarla antes de entrar.

Hago una reverencia cuando estoy dentro.

—Me mandó a llamar padre.

Hablo en un tono no muy alto y veo como alza la mirada para luego seguir con su papeleo.

Luego de estar media hora parado el viejo me mira y se coloca en pies.

—Adelaida.

—¿Si?

—Tu madre me contó sobre el pequeño show que casi haces en la fiesta de té de los prietos.

Dice con un tono amenazante mientras se acerca a mi con un pequeño palo en forma de regla.

—No fue nada…

Hablo con algo de temer, pero lo oculto muy bien.

—¿No fue nada? ¿Decirle entrometida a una noble no es nada? 

Pregunta alzando la voz y me sobresalto un poco.

—Te he criado para ser una noble educada, te crié para que sepas comportarte y no para que hundas esta familia con tu estúpido vocabulario.

Dice enojado y la verdad no encuentro el por qué a tanto enojo.

—Padre…

—¡Cállate!

Grita y yo hago silencio de inmediato.

—Extiende tus manos.

Dice y niego.

—Padre por favor… Por esa simple palabras no puedes hacerme esto.

Digo, pero su mirada furiosa hace que extienda mis manos.

Mi padre toma el palo en forma de regla y el primer golpe cae en las palmas de mis manos.

Luego el segundo, el tercero… Cuarto… Y más.

Con cada golpe siento como mi cuerpo se calienta y algo quiere explotar dentro de mí.

—Vamos explota y demuestrame el poder que tienes.

Dice con una sonrisa malvada y frunzo el ceño mientras una lágrima rueda por mi mejilla, pero me mantengo en silencio…

¿Por qué mi padre siempre habla de que explote y demuestre mi poder? Creo que el viejo está perdiendo el juicio.

Cuando él se cansa me mira con fastidio.

—Eres una perdida tiempo… ¡Largo!

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