HOLA, DEJAME TUS COMENTARIOS O RESEÑAS ♥
—Intentaré comprar un vuelo —dijo Marina, Demetrius la miró sonriente. —Claro que no, tú vendrás conmigo en mi avión privado, luego de que fuiste mi salvadora, es lo mínimo que puedo hacer para pagarte. Ella sonrió, y asintió. —Solo quiero volver, las niñas me extrañan. —Seguro me extrañan más a mí. Ella lo miró sorprendida, pero sonrió. Durante el vuelo, Albert no apartó la mirada de ese par, se les veía tan unidos, veían una película, platicaban y comían juntos, felices, había algo que le decía que el amor estaba en el aire. «Ya perdimos al señor Vicent por Marina Hall, lo que no quiero ver es como se pondrá Alana cuando se entere de que su hijo está enamorado de la misma mujer que amó Finn», pensó. Albert recargó su cabeza en el respaldo, quería dormir, pero no pudo, pensó en ella. «Leonor… fui su primer hombre, y ahora, si está embarazada, tendremos algo que nos unirá por siempre, ¿Qué pasará con Anya? Solo es mi esposa porque era la mejor mujer que encontró mi tío, pero ¿
—¡Demetrius Vicent! ¡¿Qué haces?! —exclamó Alana al sentir esa fuerte mano deteniéndola.—¡He dicho que pares! No lastimarás a Marina.Alana lo miró incrédula, luego miró a la mujer con odio.—¡¿Qué es esto?!—Debo irme, Alana, lamento mucho molestarte.—¡Fuera de esta casa, mujerzuela!—¡Basta, madre! ¡No más! —sentenció DemetriusMarina tomó su cartera, salió tan rápido como pudo de ahí.Alana por fin se liberó del agarre, miró a Demetrius con ojos severos.—¡¿Qué demonios es esto?! ¿Qué hacía esa mujerzuela en tu habitación? ¿Por qué está aquí?—¡No la llames mujerzuela, por favor! Y luego, ella estaba aquí, por una buena razón, y es que, aunque te parezca ilógico me cuidó porque estaba enfermo.—¡¿Qué!? —exclamó casi como chillido, la mujer no podía creerlo—. ¡¿Acaso te escuchas, Demetrius?! ¡Esa mujer es la culpable de la muerte de tu hermano! ¿Cómo puedes decir que te cuidó? ¡¿Olvidas que la odias?!Demetrius alzó la barbilla.—La odié, pero ya no, ella no mató a mi hermano, lo d
El hombre volvió horas después, Sylvia salió al jardín a encontrarse con él—¿Averiguaste algo?—Sí, señora, la mujer trabaja en Vicent Company y tiene dos hijas.Sylvis abrió grandes ojos intrigados—¡¿Dos hijas?!—Según los vecinos, son dos hijas gemelas de casi cinco años.Sylvia se quedó impactada—¡¿Qué has dicho?!La mujer sacó el sobre de dinero y se lo tendió en las manos, se alejó de él, caminando por el jardín sin rumbo.《¡Esas niñas...! Esas niñas debe ser consecuencia de esa noche... ¿Podría ser posible que esa zorra tenga tanta suerte que haya tenido hijas gemelas del hombre más rico y poderoso que conozco? ¡Maldita seas, Marina! Haré que te vayas lejos, no permitiré que arruines mis planes, a toda costa seré la primera y única señora Vicent. Debo tener cuidado o esas malditas bastardas podrían enviarte directo a los brazos de Demetrius》, pensó.A la mañana siguiente.Marina llegó y entró a la oficina de Albert Preston, estaba tan furiosa que ni siquiera pensó lo que hacía
Marina salió de ahí, llamó a Leonor y le informó que llegaría más tarde. Ella condujo su auto hasta el lugar que le indicó esa mujer. Sabía que corría peligro, nunca más iba a volver a confiar en su examiga, pero, temía que revelara su verdad o hiciera algo más con tal de lastimarla. «Ahora Alana está aquí, si se entera de la verdad, podría quitarme a mis hijas, por todo el odio que tiene en mi contra», pensó. Leonor estaba viendo televisión, las gemelas estaban en su habitación, debían terminar los deberes e ir a dormir. —Papito CEO vendrá pronto y nos llevará a patinar como lo prometió, Mady. —¿Y si lo llamamos? —Sí, pero hay que esperar a que mami vuelva, y así tomamos su teléfono y lo llamamos de nuevo. —¡Sí! —exclamó Mady—. Y le mostramos la foto, para que sepa que mami lo ama muchísimo, así él podrá decirle que también la ama mucho, y podrá venir y vivir con nosotras. Leonor escuchó el timbre, estaba asustada, cuando miró por la mirilla vio al hombre parado frente a la pu
—Si quisiera matarte, ¿No crees que lo habría hecho ya? Marina, solo eres una miedosa, vamos, bebe, celebra conmigo, demuestra que no me tienes miedo. «Si no bebo, seguro me obligará o hará lo que sea, aún no sé de lo que es capaz, en realidad no quiero saberlo, tengo miedo», pensó. Un hombre se acercó a ella, y le dijo algo al oído. Sylvia optó por levantarse, se giró para escuchar mejor y no permitir que Marina escuchara nada de esa conversación. Marina supo que tenía un solo instante para cambiar su destino y salvarse; intercambió las copas, sin que Sylvia la pudiera ver. Sylvia hablaba con ese hombre en voz muy baja, tanto que Marina no pudo escuchar nada de lo que hablaban. —Señorita, el hombre que pagó mucho dinero por la prostituta está afuera, y está un poco desesperado, quiere ya mismo a la mujer. —Que espere, ya casi podré darle a la mujerzuela, recuérdale que debe estar con ella en la habitación que le indicamos, ¿Tienen las cámaras listas para grabarlo todo? El hombr
Demetrius detuvo el beso, miró a los ojos de Marina, aún sus miradas estaban ardiendo de deseo. —¿Qué haces aquí, Marina? Ella miró atrás, pero esos hombres ya no estaban ahí. —Yo… ¡Estaba siendo perseguida! Él arrugó el ceño. —¿Perseguida? ¿Por quién? —exclamó con ojos severos Marina hundió la mirada, pensó en decirle todo, y tuvo miedo. —No lo sé… Demetrius la miró con intriga. —¿Acaso es un pretexto para estar cerca de mí? Ella le miró incrédula. —¿Qué? ¡Oh, claro, porque estoy muerta de amor por ti, y necesito toda tu atencion! —exclamó irónica Él sonrió. —Justo es lo que pensé, no lo niegues, me besaste, me llamaste amor, no puedes negar lo obvio. Ella intentó liberarse de su agarre, pero él lo volvió más fuerte. —No irás a ningún lado, vamos a despedirnos del socio japonés, y podemos irnos de aquí juntitos a un lugar privado. Ella alzó las cejas, sorprendida. —¿Lugar privado? Él esbozó una sonrisa de lado, y ella se sintió tranquila de estar junto a él. Pronto,
Marina arrugó la foto, y negó. —¡Es una tontería! Las niñas no debieron darte esto, y es hora de que te vayas —sentenció con firmeza Pero, él caminó hacia ella, sorprendiéndola, haciéndola retroceder hasta llegar a la cama. —No me iré, no hasta que me respondas lo que te pregunté. Ella titubeó. —No, esa es la respuesta —aseveró, sin ver su rostro. Él se acercó más a ella, su mano levantó su barbilla para que lo viera, intentó alejarse, pero él la tomó de la cintura, estrechándola en sus brazos. —¡Basta! —Mírame y dilo en mi cara, di que no me amaste nunca. Ella sintió que temblaba, su mirada descendía a sus labios, deseándolos para ella, no podía evitar sentirse débil ante su presencia, él lo notó, porque le pasaba igual. —Mientes, y mientes, ¡Dices mil mentiras por segundo! Y ni siquiera sé porque creo en ti, pero lo hago. —Ya basta, Demetrius, debes irte. —No me iré, no sin hacerte mía. Ella le miró con ojos grandes, él besó sus labios con tanta pasión, y cayeron a la ca
Marina abrió los ojos y miró a Demetrius recostado en su cama, dormido, sonrió, no podía creer que su fantasía de amor se hubiese hecho realidad, luego de tanto tiempo. «Ayer dijo que me amaba y yo también lo dije», pensó con una sonrisa ilusionada. Él abrió los ojos adormilados, y al verla, sonrió, ella se ruborizó y cubrió su cuerpo con su vestido de dormir. —¿Ya debo irme? Ella miró la hora, y sonrió de nuevo. —Las niñas se despertarán pronto, será raro si te ven aquí. —Seguro de que estarán muy felices. Ambos rieron, Marina supo que tenía razón. —Debo irme a bañar y cambiar, volveré para ir a patinar con las niñas. Ella asintió, él se cambió rápido y una vez listo, ella lo llevó a la puerta. —Vuelvo en tres horas para ir a patinar. —Está bien. Ella pensó que solo se iría, pero, Demetrius besó sus labios, se fue de ahí, dejándola como volando en una nube rosa, cerró la puerta, tenía una sonrisa feliz. —¿Marina? ¿Acaso Demetrius Vicent y tu durmieron juntos? —exclamó Leo