Un paraíso de amor― ¡Acepto! ―Sentenció Eva logrando hablar luego de sobreponerse al embate de nerviosismo, susto e impresión que le quedó impregnado en el alma luego de que Logan le tomase por sorpresa con aquella petición que fue premeditada con antelación.Logan tomó su mano entonces y le colocó aquella sortija cuyo diamante era una hermosa pieza de joyería que había mandado a preparar desde la noche anterior, cuando en medio de la noche se le metió aquella idea en la cabeza.Él estaba completamente enamorado de Eva y no había forma ni manera de que se pudiese separar de ella, por lo que se atrevió a realizar aquella petición. Un hombre como él jamás hubiese siquiera considerado esa idea, pero todo en su vida había cambiado después de conocer a la mujer que la fuerza del destino había establecido para ser la portadora de su vínculo ancestral.―Logan… no me lo creo ―Eva hablaba con su voz atravesada por un hilo de emoción sin precedentes. Ella estaba condensando en ese momento un c
En sus brazos―Aún no me creo que esto lo hayas hecho tú solo ―Eva dejó ir ese comentario en broma para molestar a Logan, por lo que hizo un gesto de buscar con la mirada algún cómplice que se pudiese esconder en el lugar―… dime la verdad ¿Quién te ayudó?Logan sonrió haciendo una mueca para fingir descontento, al tiempo que se llevaba a la boca la última cucharada de su ensalada.― ¿Aún no me crees entonces?Eva sonrió entrecerrando sus ojos con un gesto que imitaba a Logan cuando se molestaba, entonces le dijo.―Es que es difícil creerse que el rudo Logan Reich, Alfa de la manada del gran lobo blanco, tenga la sensibilidad necesaria para hacer un derroche de romanticismo y galantería con una precisión como esta.Logan dejó caer su tenedor y se concentró en dar un largo trago a la copa de vino tinto que tenía delate de él. El licor le bañó la garganta con ese calor que era reconfortante.―Pues si de verdad quieres ser mi esposa, tendrás que acostumbrarte a que el amor que siento por
Lado salvaje― ¡Logan! ―gritó Eva extasiada, lo mismo que impresionada al verse llevada en los brazos de ese hombre imponente que le hacía temblar con solo tocar su piel.Su cuerpo aún iba cubierto con su ropa cuando traspasaron la frontera de aquella habitación, pero Eva ya se sentía desnuda en los brazos de él. Con Logan no había manera de contenerse ni limitarse.― ¡Eres mía, Eva! ¡Mía! ―exclamó Logan con un tono que denotaba excitación, lo mismo que placer.Escuchar aquello logró que en Eva se produjese un estallido de placer incontenible que le hizo mojarse en un instante. Su ropa interior ahora solo era un estorbo, pues ella ya anhelaba estar completamente desnuda para él.Logan le había llevado sobre su hombro, pero al llegar a la habitación que él había preparado especialmente para esa ocasión, dejó que Eva pudiera quedarse de pie para que apreciara lo que él había dispuesto para ella.Eva alternaba su foco de atención mirando el rostro sonrojado de Logan para luego mirar aque
IlusiónLa criatura era todo lo que ella se negaba en aceptar como real: Era un ser antropomórfico, musculoso y majestuoso, con un cuerpo cubierto por un pelaje grisáceo que se adivinaba de plata a la luz de la luna de esa noche, con un rostro que parecía el de un lobo imponente aunque sin abandonar del todo su humanidad. Los movimientos de la criatura no eran acelerados ni violentos, por lo que Eva no descubrió ningún terror en su ser, todo lo contrario, de alguna manera la cercanía le hizo sentirse descubriendo un mundo de nuevas sensaciones; sensaciones que iban mucho más allá de su sentir corporal y que parecían despertar más allá de su espíritu.Las manos de Eva se levantaron en forma defensiva cuando la criatura se inclinó hacia ella con esa actitud curiosa, pero al darse cuenta de que no había peligro de por medio, ella sencillamente se volvió a levantar con premura. La criatura no intentó nada. Aquellos ojos le observaron todo el rato hasta que ante la mirada atónita de la chi
Derroche de autoridadEva salió corriendo sin siquiera reparar en cordialidades al encaminarse a las enormes puertas batientes de cristal traslúcido que servían de entrada al inmenso edificio de las industrias Reich Enterprise. Su pulso era caótico y desenfrenado y no había forma de que ella pudiese tener un mínimo de calma mientras corría a toda velocidad tratando de poner sus pies sobre el asfalto para huir de ahí cuanto antes. Su mente no daba para racionalizar nada de lo que estaba sucediendo. Ni siquiera el hecho de haber perdido la única prenda que tenía como recuerdo de la que fue su familia original, le sirvió cono aliciente para tratar de volver y encontrarle una explicación lógica a todo aquello. Para Eva no había necesidad de explicaciones o respuestas; para ella era más que suficiente la visión de aquel par de pozos de negro profundo que el CEO tenía por ojos y que de manera indeleble eran los mismos ojos de aquel hombre con el cual había soñado toda su vida. Ella estaba
AlanEva estaba completamente fuera de sí. Aquel intento de huida había sido un fracaso absoluto, pues ella no había calculado el alcance del poderío que aquel CEO podía desplegar cuando quería tener algo a su entero dominio. Lejos quedaba la idea de poder tomar un taxi para huir y no tener que verle nuevamente, pues ahora se encontraba acompañada de aquel sujeto del traje oscuro y barba espesa que se erguía a su lado como una mole de puro músculo y seriedad. En aquel momento apenas pudo darse cuenta de que había cedido a la petición de este sujeto sin siquiera oponer un mínimo de resistencia, pero al final de cuentas sabía que ninguna resistencia hubiese servido si se trataba de hacerle frente a un tipo tan fuerte como ese.Alan era el jefe de seguridad del señor Logan y también su mano derecha. Él estaba a cargo de todo el mover operativo de la empresa y su voz era una que se respetaba sin oposición. Eva entendió entonces que ese tipo estaba tan acostumbrado a ser obedecido que incl
El loboLa puerta se abrió y Eva descubrió que las fuerzas le habían abandonado nuevamente. La soledad de aquella oficina solo servía para acrecentar esa sensación de peligrosidad en la que se sentía sumergida, ahora que por segunda ocasión, en cuestión de minutos, se veía en la necesidad, casi forzada, de presentarse ante el imponente CEO al que ahora sabía que recibía el apodo de “El Lobo”.Su respiración entrecortada y su pulso desenfrenado solo eran alguna de las muchas muestras que delataban su descontrol emocional. Sus piernas temblaban, aunque ella se esforzaba en disimularlo, su corazón latía desbocado lo mismo que sus manos temblaban; para Eva no había escapatoria: ella debía enfrentarse al rostro de sus pesadillas. Aquel rostro, de perfiles simétricos y rasgos que derrochaban masculinidad, sé lucia frente a ella con una sonrisa de adonis capas de desmoronar las fortalezas de cualquier mujer que le mirase. Sus ojos, de noche profunda, le vigilaban desde su trono en el centro
La curiosidad mató al loboEva se asomó a la ventana y se sintió sobrepasada por la impresión que a partir de ese momento no se apartaría de su corazón. Si ya había sido lo suficientemente bombardeada por el lujo y el prestigio durante su periplo en el edificio de la empresa del señor Logan, ahora que le tocaría conocer la otra cara de la moneda, con esa cena propuesta, solo podía seguir conteniendo las ganas de reír ante lo absurdo de todo aquello.Eva era una chica que había vivido una infancia temprana, lo suficientemente difícil como para que no hubiesen quedado registros en su memoria. Ella solo podía recordar los tiempos de su estadía con la familia Russel, quienes le cobijaron cuando apenas era una niña de menos de siete años y quien para esas alturas ya había pasado por varios albergues de menores. Los Russel habían sido verdaderos ángeles en la vida de ella, ángeles que se empeñaron en ser tan respetuosos con ella que incluso le dejaron el apellido materno del cual no se tení