Derroche de autoridad
Eva salió corriendo sin siquiera reparar en cordialidades al encaminarse a las enormes puertas batientes de cristal traslúcido que servían de entrada al inmenso edificio de las industrias Reich Enterprise.
Su pulso era caótico y desenfrenado y no había forma de que ella pudiese tener un mínimo de calma mientras corría a toda velocidad tratando de poner sus pies sobre el asfalto para huir de ahí cuanto antes. Su mente no daba para racionalizar nada de lo que estaba sucediendo. Ni siquiera el hecho de haber perdido la única prenda que tenía como recuerdo de la que fue su familia original, le sirvió cono aliciente para tratar de volver y encontrarle una explicación lógica a todo aquello. Para Eva no había necesidad de explicaciones o respuestas; para ella era más que suficiente la visión de aquel par de pozos de negro profundo que el CEO tenía por ojos y que de manera indeleble eran los mismos ojos de aquel hombre con el cual había soñado toda su vida. Ella estaba definitivamente comprometida a desechar aquellas visiones como una secuela de su infancia disfuncional, pero ahora, luego de haber visto la materialización exacta del hombre de sus visiones, no podía seguir estando tan segura de aquello.
La autopista estaba atiborrada de tráfico, lo mismo que las aceras atestadas de transeúntes, pues se trataba de una hora muy agitada en el distrito comercial de la ciudad, por lo que Eva encontró dificultad para poder avanzar a la velocidad que hubiese querido. Aunque nadie le perseguía, ella se sentía con un peligro inminente pisándole los talones y por ello solo quería volver a su casa de prisa.
La mejor alternativa podía ser tomar un taxi para llegar cuanto antes, aunque también podía tomar el autobús, lo que definitivamente sería una mejor idea teniendo en cuenta su precaria situación económica, pero nada de esto fue posible, pues antes de que Eva pudiese siquiera sopesar cuál camino tomar, el tráfico delante de ella y los transeúntes a su alrededor se encontraron detenidos y sumidos en un caos de confusión.
Eva intentó avanzar a pesar de que los caminos se habían cerrado, más adelante se podía adivinar algún tipo de obstáculo que estaría interrumpiendo el libre tránsito, pero nada podía preparar a Eva para lo que vería: Un ejército de sujetos, vestidos todos de negro, como si fuesen miembros de un servicio especial, detenían a todos, tanto a los caminantes como a quienes viajaban en coche, ocasionando así que la confusión imperante llegase a niveles altísimos. Eva avanzó lo más que pudo entre la exasperación de quienes pasaban a su alrededor sin poder asimilar lo que estaba ocurriendo. Al poco tiempo se corría el rumor y llegó a los oídos de Eva: “Están buscando a una chica de cabello negro llamada Eva” gritó uno de los choferes que sin poder dar crédito a lo que le habían respondido los sujetos de negro, gritó aquello para informar a los demás afectados por la traba.
Eva se sintió cayendo en un espiral de locura infinita, ahora que se descubría en esa situación de abismal irracionalidad. La descripción era bastante precisa, pero aun así ella intentó convencerse de que debía tratarse de un error. Para cuando la gente a su alrededor comenzó a preguntarle si era ella la chica a quienes buscaban los sujetos de la seguridad, Eva no pudo hacer otra cosa más que comenzar a correr para ir contra la corriente de los demás.
Ella solo podía correr sin percibir aquel sofocó que se acrecentaba sin medida a cada paso que daba, pero sin darse cuenta solo consiguió volver a estar cerca del lugar del que había intentado huir. Para cuando quiso regresar se estrelló de frente con un hombre que le interceptó sin consideración. El golpe no fue demasiado fuerte, puesto que el sujeto había tenido la suficiente consideración como para amortiguarle con un par de poderosos brazos, sin embargo, no fue suficiente como para que Eva no estuviese a punto de soltar una patada por la impresión.
Eva intentó gritar, pero la confusión con la gente a su alrededor no permitió que sus reclamos fuesen escuchados. El sujeto, que le sostenía con fuerza con su abrazo de gorila, habló a través de una especie de intercomunicador.
―Señor… la tengo conmigo… entendido.
El sujeto asintió al terminar de hablar. Eva estaba preparada para decir algo más y así intentar una empresa de lucha, pero el sujeto le habló entonces con una calma impresionante a medida que las personas y los vehículos volvían a su cauce.
―Señorita Moon… mi nombre es Alan… no tenga miedo. Todo es por su bien… si no quiere problemas, lo mejor es que haga silencio y me acompañe.
Eva intentó protestar, pero no había mucho margen de acción para ella. Con sus ojos desorbitados por el miedo, Eva miró al sujeto y en los ojos de este supo encontrar una mirada que le infundía confianza, logrando así quedarse más calmada a pesar de todo aquel disparate.
Ella no estaba segura de si aquello era una coincidencia o si realmente tenía ese poder que se había convencido de poseer; lo cierto del caso es que Eva podía sopesar la naturaleza de las personas solo con verles a los ojos y los de aquel sujeto le dieron una enorme confianza.
Eva se relajó lo más que pudo. La situación no pintaba para bien, pero en medio de aquel caos en el que se había convertido aquella calle frente al edificio, pudo por lo menos encontrar un poco de tranquilidad.
El sujeto musculoso y de barba oscura que tenía pinta de militar hizo un ademán con su mano indicándole a Eva el camino a seguir mientras hablaba a través del intercomunicador, ahora con un tono de autoridad distinto al de antes, dejando en claro que su posición dentro de la escala de poder estaba bastante alta.
―Vuelvan todos ―dijo Alan, son sobriedad―… la chica está conmigo.
Entonces Eva sintió que posiblemente se estaba metiendo en la cueva del lobo, pero nada de lo que hubiese imaginado le podía haber preparado para lo que se le venía encima.
AlanEva estaba completamente fuera de sí. Aquel intento de huida había sido un fracaso absoluto, pues ella no había calculado el alcance del poderío que aquel CEO podía desplegar cuando quería tener algo a su entero dominio. Lejos quedaba la idea de poder tomar un taxi para huir y no tener que verle nuevamente, pues ahora se encontraba acompañada de aquel sujeto del traje oscuro y barba espesa que se erguía a su lado como una mole de puro músculo y seriedad. En aquel momento apenas pudo darse cuenta de que había cedido a la petición de este sujeto sin siquiera oponer un mínimo de resistencia, pero al final de cuentas sabía que ninguna resistencia hubiese servido si se trataba de hacerle frente a un tipo tan fuerte como ese.Alan era el jefe de seguridad del señor Logan y también su mano derecha. Él estaba a cargo de todo el mover operativo de la empresa y su voz era una que se respetaba sin oposición. Eva entendió entonces que ese tipo estaba tan acostumbrado a ser obedecido que incl
El loboLa puerta se abrió y Eva descubrió que las fuerzas le habían abandonado nuevamente. La soledad de aquella oficina solo servía para acrecentar esa sensación de peligrosidad en la que se sentía sumergida, ahora que por segunda ocasión, en cuestión de minutos, se veía en la necesidad, casi forzada, de presentarse ante el imponente CEO al que ahora sabía que recibía el apodo de “El Lobo”.Su respiración entrecortada y su pulso desenfrenado solo eran alguna de las muchas muestras que delataban su descontrol emocional. Sus piernas temblaban, aunque ella se esforzaba en disimularlo, su corazón latía desbocado lo mismo que sus manos temblaban; para Eva no había escapatoria: ella debía enfrentarse al rostro de sus pesadillas. Aquel rostro, de perfiles simétricos y rasgos que derrochaban masculinidad, sé lucia frente a ella con una sonrisa de adonis capas de desmoronar las fortalezas de cualquier mujer que le mirase. Sus ojos, de noche profunda, le vigilaban desde su trono en el centro
La curiosidad mató al loboEva se asomó a la ventana y se sintió sobrepasada por la impresión que a partir de ese momento no se apartaría de su corazón. Si ya había sido lo suficientemente bombardeada por el lujo y el prestigio durante su periplo en el edificio de la empresa del señor Logan, ahora que le tocaría conocer la otra cara de la moneda, con esa cena propuesta, solo podía seguir conteniendo las ganas de reír ante lo absurdo de todo aquello.Eva era una chica que había vivido una infancia temprana, lo suficientemente difícil como para que no hubiesen quedado registros en su memoria. Ella solo podía recordar los tiempos de su estadía con la familia Russel, quienes le cobijaron cuando apenas era una niña de menos de siete años y quien para esas alturas ya había pasado por varios albergues de menores. Los Russel habían sido verdaderos ángeles en la vida de ella, ángeles que se empeñaron en ser tan respetuosos con ella que incluso le dejaron el apellido materno del cual no se tení
Un intento de citaLily dio un paso al frente y se plantó ante el señor Logan con una amplia sonrisa que combinaba la cordialidad con la curiosidad. Miró de arriba abajo al sujeto que tenía ante sí, entonces le dijo:―Entonces, ¿Usted es el sujeto que está sonsacando a mi amiga?El tono jocoso con el cual Lily pronunció aquello ocasionó que Eva se quedase pasmada a su lado sin atreverse a mirar al poderoso CEO que ahora más que nunca se mostraba imponente y altivo como si la noche fuese su natural elemento. Eva se quedó muda a pesar de que hubiese querido poder insultar a su amiga por tal desfachatez manifiesta en esa pregunta burlona, pero no fue necesario, pues Logan clavó su mirada en ella sin disimular su carácter regio que asustaba de solo verle.―Disculpe, señorita… si no le molesta, tengo un poco de prisa para partir ahora mismo. Así que si no le molesta quisiera ahorrarme el protocolo de cordialidad.Lily quedó muda por aquel golpe de honestidad brutal que el señor Logan acaba
La autoridad del Alfa ― ¿No piensa tomar mi mano? ―La pregunta de Logan sacó a Eva de su estupefacción. Ella no podía entender aquel inesperado viro en el comportamiento del sujeto que solo unos cuantos minutos antes se había comportado como un completo patán y que ahora estaba esgrimiendo un derroche de caballerosidad. ― ¿Su mano? ¿Para qué? ―le preguntó Eva con un gesto de incredulidad que le gobernaba de manera evidente. Ella aún se encontraba sumida en la profundidad de esos pensamientos que le habían sobrecogido durante el tiempo que duró ese viaje, desde la casa de Lily hasta el restaurante de cinco estrellas donde Logan le había invitado a cenar. ―Digamos que tengo una obsesión con el comportamiento caballeroso ―le respondió el sujeto de mirada profunda que le veía desde su sitial de dominio y prepotencia. Eva se sintió diminuta por un segundo. Ella aún estaba sentada en el asiento trasero del coche, mientras
Los secretos del lobo ― ¿Quién era esa mujer? ―preguntó Eva, apenas se sentó a la mesa con la ayuda de él ―Eso es lo de menos ―le respondió el señor Logan. ―Pero ¿Por qué me ha tratado mal? ―insistió ella. Logan se removió incómodo con un gesto incierto. ―Ya te he dicho que no es nadie importante. ―Pero yo quiero saber ―se obstinó en reafirmar Eva, quien no se percataba de lo insistente que estaba siendo con aquel asunto. Logan resopló con evidente incomodidad. El mesero acababa de retirarse de la mesa con la orden de ambos que había sido prácticamente forzada por el señor Logan. Eva miró a su acompañante y entendió que las cosas se estaban saliendo de control. ― ¿De verdad está dispuesta a sacarme de mis cabales, señorita? ―la pregunta de Logan confrontó a Eva de una manera intensa, haciendo que ella se sintiera ofendida por ello. ―Lo siento, señor, pero le recuerdo que todo esto ha sido idea suya y que si yo estoy aquí esta noche «sacándole de sus cabales» es simplemente po
Revelación― ¡¿Qué ocurrió?! ―gritó Alan una vez que llegó para socorrer a su jefe.― ¡No sé! ―Fue lo único que Eva pudo gritar en medio de su confusión y miedo.Los comensales de ese lugar exclusivo y lujoso se habían impresionado al ver como aquel sujeto grande y fuerte se había desvanecido de manera tan aparatosa, llevándose consigo la mesa que estaba servida delante de él. El estruendo captó la atención de todos los presentes.Aquella rubia que había tenido la ocasión de fastidiar a Eva cuando recién habían llegado al lugar, se acercó con las peores intenciones.― ¡Tú le hiciste algo desgraciada!… ¡Habla, di que fue lo que le hiciste! ―le reclamó la rubia sin que Eva pudiese entender en lo absoluto que era lo que estaba ocurriendo.Ella simplemente había llegado allí para recuperar lo que le pertenecía y para poder despejar sus dudas respecto a la relación del Señor Logan y sus constantes visiones; ahora, sin darse cuenta, se encontraba enfrentando una situación mucho más aparatos
Una verdad imposibleEl corazón de Eva latía con demasiada fuerza como para entender aquello como algo normal.Definitivamente, debía estar ocurriendo algo que iba más allá de su propio entendimiento, pues, se daba la ocasión donde sus acciones no estaban atendiendo al raciocinio de su cabalidad.― ¿A dónde vamos?Eva estaba completamente aterrorizada, pues estaba viendo como el coche lujoso del sujeto con el que había ido a cenar, comenzaba a perderse en las afueras de la ciudad.―Al sitio donde pueden ayudar al señor Logan ―respondió Alan.«¿No puede ser un sitio menos terrorífico?» pensó Eva.Sus propios reproches estaban a la orden del día. Ella solo podía pensar en cómo es que se había metido en una situación así. Ella lo había atribuido a esa intención de recuperar su pulsera, pero ahora que había pasado todo el tiempo de ese viaje con la cabeza del CEO sobre sus piernas, había entendido la verdad de todo.― ¿Usted siente algún tipo de atracción por el señor Logan? ―le había pre