Madison y Ethan estaban en la terraza del apartamento, disfrutando de una copa de vino bajo el cielo estrellado. Había sido una noche intensa, pero ahora que todo estaba expuesto, por fin podían respirar con un poco más de tranquilidad.—Quedan solo dos días —dijo Madison, rompiendo el silencio.Ethan exhaló, observando la ciudad iluminada.—Sí… y no tenemos idea de si logramos nuestro objetivo o no.—Yo creo que sí —Madison lo miró con una leve sonrisa—. Antes de todo esto, tenía un vacío enorme dentro de mí. Desde que mi padre me abandonó, me sentía incompleta, como si siempre estuviera esperando algo que nunca llegaría. Pero ahora… ya no lo siento.Ethan giró el rostro hacia ella, interesado en sus palabras.—¿Cómo lo lograste?Madison tomó un sorbo de su vino antes de responder.—Aprendí que no lo necesito para sentirme completa. Que tengo personas que realmente me valoran y que yo misma soy suficiente.Ethan asintió lentamente.—Eso es bueno.—¿Y tú? —preguntó ella, observándolo
Cuando terminó la reunión, los empleados aplaudieron y celebraron la noticia, y Ethan se retiró junto a Madison. Sin embargo, una duda seguía rondando su mente.—Han pasado dos horas —dijo de repente, deteniéndose en el pasillo—.Madison lo miró sin entender.—¿Y?—No hemos vuelto a intercambiar cuerpos —respondió él con seriedad.Los ojos de Madison se abrieron con sorpresa.—Tienes razón…Se miraron por un momento, sintiendo una mezcla de alivio y desconcierto.—Debemos ir a la oficina a revisar el dispositivo —propuso ella.Ambos se dirigieron rápidamente a la sala donde lo habían guardado. Ethan abrió el cajón del escritorio donde lo habían escondido, pero cuando sus ojos recorrieron el interior, su expresión cambió drásticamente.Estaba vacío.El dispositivo había desaparecido.El silencio en la oficina se volvió ensordecedor. Madison y Ethan aún sentían la extraña sensación de tener recuerdos ajenos en su mente, como si sus almas hubieran quedado entrelazadas de una forma que ib
Minutos más tarde, Ethan y Madison se encontraron en la sala al mismo tiempo, respirando agitadamente, como si hubieran corrido hasta allí, como si una fuerza invisible los hubiera empujado a encontrarse.Sus miradas se cruzaron, y en ese instante, el mundo pareció detenerse. No había ruido, no había dudas, solo ellos dos, de pie en medio de la habitación, sintiendo cómo el latido de sus corazones se desbocaba en un ritmo compartido.—Tuve un sueño… —susurró Madison, su voz apenas un eco en el silencio.Ethan sintió un escalofrío recorrer su espalda.—Yo también —admitió, dando un paso más cerca—. Y me di cuenta de algo.Madison tragó saliva, sintiendo su piel erizarse.—Yo también…Se quedaron en silencio, respirando en el mismo compás, compartiendo un pensamiento que no necesitaba ser dicho en voz alta. Algo había cambiado en ellos. Algo se había revelado en esos sueños que los habían llevado hasta aquí, cara a cara, sin barreras ni excusas.Ethan inspiró profundamente y, con una de
El amanecer trajo consigo un aire de emoción y nerviosismo. Madison despertó con una sensación indescriptible en el pecho. Hoy era su boda.Ethan, por su parte, ya estaba despierto, ajustando su corbata frente al espejo. No había nervios, solo certeza.El jardín donde se llevaría a cabo la ceremonia estaba decorado con luces suaves y flores blancas. Era sencillo, pero perfecto para ellos. No necesitaban una gran multitud, solo estar juntos.Cuando Madison apareció, vestida con un hermoso vestido blanco, Ethan sintió que su respiración se detenía. Nunca había visto algo tan hermoso.Entre los asistentes, una figura familiar captó su atención: su madre. Su mirada reflejaba orgullo y felicidad, lo que hizo que Madison se sintiera aún más segura de dar este paso.Se detuvo frente a Ethan, mirándolo con amor.—¿Lista? —susurró él.—Lista —respondió ella con una sonrisa.El oficiante comenzó la ceremonia, pero ellos solo podían verse el uno al otro. Cuando llegó el momento de los votos, Eth
La sede principal de Sterling Enterprises era un edificio majestuoso en el corazón de Nueva York, un lugar donde todo funcionaba como un reloj suizo: preciso, elegante y sin margen de error. Al menos, eso pensaba Ethan Sterling, el CEO más respetado y temido de Wall Street.Ethan estaba sentado en su enorme despacho de vidrio y acero, ajustándose los gemelos con movimientos meticulosos. Su reloj marcaba las 8:00 AM. Alzó la vista hacia la puerta, esperando ver a su asistente entrar con los informes de la junta programada para las 8:15. Pero la puerta permanecía cerrada.—Típico —murmuró, apretando los labios en una fina línea.Mientras tanto, Madison Lane, su asistente, estaba al otro lado de la ciudad, corriendo por las calles mientras intentaba equilibrar un café derramándose, una bolsa de desayuno y su cartera que había decidido abrirse de repente.—¡Dios mío! ¿Por qué siempre me pasa esto a mí? —gritó mientras esquivaba a un hombre en bicicleta.Llegó a la entrada del edificio jad
Antes de que Ethan pudiera articular palabra, el dispositivo en el suelo emitió un destello final, bañando la penumbra de la oficina con una luz rojiza inquietante. Un número comenzó a proyectarse en la superficie, pulsando con cada segundo: 30 días. Una cuenta regresiva apareció con precisión implacable, cada parpadeo resonando como un golpe seco en el tenso silencio del lugar.Entonces, una voz metálica, fría y desprovista de emoción, surgió desde el aparato:—Treinta días. Este es el tiempo asignado para el cambio. De no cumplirse, el proceso será irreversible.Ethan sintió un escalofrío recorrerle la espalda mientras el eco de las palabras parecía extenderse más allá de la habitación, invadiendo cada rincón de su mente. La amenaza implícita colgaba pesada en el aire, transformando el simple tic-tac de la cuenta regresiva en un recordatorio implacable del tiempo que se desvanecía.—¿Qué... qué significa eso? —preguntó Madison, su voz ahora grave por el cuerpo de Ethan, mientras ret
Ethan se puso rígido, sus ojos llenos de furia.—¡Esto no es gracioso, Madison! ¿Cómo voy a... cómo se supone que voy a hacer... cualquier cosa con esto? ¡Ni siquiera sé caminar con este cuerpo!—Bueno, cariño, bienvenido al club. Porque yo tampoco sé qué hacer con este montón de músculos tensos y esa cara de permanente irritación —replicó Madison, señalándose con una mueca burlona—. Aunque, sinceramente, el ceño fruncido es todo un accesorio.Ethan respiró hondo, intentando calmarse, pero cada vez que miraba hacia abajo o sentía un movimiento extraño en su nuevo cuerpo, el pánico volvía a apoderarse de él. Finalmente, estalló.—¡Esto es tu culpa! ¡Siempre estás metiéndome en problemas con tus comentarios sarcásticos y tus malditas bromas! ¡Y ahora... ahora estamos atrapados en... esto!Madison levantó las manos en señal de rendición, aunque su expresión seguía siendo divertida.—Oh, claro, porque yo controlé el rayo y la tormenta, ¿verdad? —respondió, sarcástica—. Si me disculpas, es
El sol apenas despuntaba, pero para Ethan y Madison, el día comenzó mucho antes de que sonara cualquier alarma.Ethan (en el cuerpo de Madison)Ethan despertó sobresaltado por un estruendoso ruido metálico. Al abrir los ojos, vio que algo brillante y circular estaba rodando por el suelo. Tardó unos segundos en darse cuenta de que era... una sartén.—¿Qué demonios? —murmuró, con la voz todavía ronca de Madison.Giró la cabeza y se encontró con un caos: el pequeño apartamento de Madison parecía haber sido asaltado durante la noche. Había papeles por todas partes, una planta caída y un gato gordo que lo miraba desde el sofá, lamiéndose tranquilamente una pata.—¿Un gato? —dijo Ethan, poniéndose de pie torpemente. El animal le lanzó una mirada de absoluto desprecio antes de saltar al suelo y desaparecer bajo la mesa.Con una mano en la cadera, Ethan miró alrededor y suspiró profundamente.—Perfecto. Ahora tengo que vivir en este desastre.Se dirigió al baño para prepararse, pero su batall