05 de Mayo de 1944
“Las ventas en medio de la guerra han resultado bastante bien.
Hemos conseguido crear más ingresos que en los últimos diez años.
Las negociaciones con los enemigos de Su Majestad solo se traducen en éxito.
La guerra nos ha resultado en completa ventaja.
Le mantendremos al tanto de cualquier novedad y esperamos que siga confiando en nosotros.
Larga vida a Su Alteza”
Atte.: Conde Gerard Di Mort
¿Por qué siempre que Marlote era obligada a salir con su madre estaba lloviendo? Con tan solo mirar a través de la ventana sentía el enorme deseo de permitir que las sábanas se envolvieran nuevamente en su cuerpo como si de una oruga se tratara y permitir que Morfeo le llevara consigo una vez más, y es que el cielo se encontraba completamente abarrotado de nubes. No se podía divisar ni siquiera un pequeño rayo de luz solar, solo habían nubarrones oscuros que resultaban ser el preludio de un día completo de lluvia, uno que solo estaba diseñado para dormir.
El sonido de algunos vehículos de motor que recorrían las calles que rodeaban el pequeño lugar donde vivía le hacía enfadar. No se trataba de algo fuerte, pero era cierto que la chica tenía un sueño bastante delicado, donde un solo mugido de las vacas en el establo podía despertarla de muy mal humor. Así era Marlote, una joven con un carácter bastante explosivo que pasaba de la felicidad a la ira en tan solo un abrir y cerrar de ojos.
—Date prisa, Marlote. Llegaremos tarde —la voz de su madre se filtró a través de las sábanas.
Ah, sí que deseaba en esos momentos darle algo a su progenitora para que se quedara dormida y no le molestara.
La chica por fin se levantó de la cama, dando traspiés con sus ojos medio cerrados llegó al espejo, notando su figura de horror. Llevaba todos los cabellos sobre la cara y la horrible pijama viejo que amaba por lo cómoda que era. Pero claro, nada que un buen baño y algo en su guardarropa no pudiera arreglar. Luego de tallar sus ojos tomó una coleta, se recogió una cola y puso manos a la obra.
No podía ignorar el delicioso olor al estofado que preparaba Hendrika mientras tarareaba una extraña canción que la joven suponía era de los años de su abuela. Marlote no era muy amante a la música, por lo que oír a su madre silbar sonidos le resultaba extremadamente extraño. Miró las pocas prendas que tenía en el closet y rascó su cabeza dejando salir un suspiro.
—¿A dónde se supone que iremos, mamá? —preguntó en un susurro que, por lo visto, la mayor no escuchó—. ¡Mamá! —gritó con mayor fuerza—. ¿¡A dónde vamos!?
Las paredes de madera de la pequeña cabaña parecían hacer que el ruido se expandiera y, en ocasiones, Marlote pensaba que las vacas escuchaban cada una de las conversaciones que ella y su madre tenían. Ni hablar de los gritos. Era probable que hasta los cuervos que llegaban con el fin de robar las cosechas se posaran en el techo a disfrutar de un buen momento de chisme mientras bebían el té.
—Iremos a la mansión Di Mort —respondió la mujer mayor desde la cocina—. He sido contactada por los dueños para ser la nueva criada de la casa.
—Oh, los Di Mort —soltó Marlote asintiendo mientras usaba esa información con el fin de ubicar la ropa más adecuada, pero claro, solo oyó aquel apellido sin detenerse a analizar lo que realmente su madre le había mencionado. Sus ojos se abrieron llenos de absoluto asombro e incredulidad antes de cerrar el guardarropa de un portazo y correr hasta la cocina, donde se encontraba su madre—. ¿¡LOS DI MORT!? ¿¡Los dueños de la marca más reconocida de vino a nivel internacional!? ¿Los mismos que trabajan para el rey?
Solo pudo observar a Hendrika asentir con los labios apretados. Era evidente que su misma madre ni siquiera se creía lo que estaba pasando. Se trataba de un giro bastante drástico en la vida de ambas y estaban a solo un paso de salir de la horrible pobreza en la que se encontraban. Marlote comprendió eso en el instante en que se dio cuenta de que entraría a la mansión más grande de todo el país.
—¿Cómo demonios conseguiste empleo en un lugar como ese? —Marlote seguía sin creer que la suerte se hubiese puesto de su lado esta vez—. Parece algo imposible.
—Lo sé, lo sé, y no he sido yo quien lo ha buscado. Simplemente vino a nosotras —la confusión se expresó en el rostro de la joven sin decir una palabra. Drika soltó una leve carcajada—. Al levantarme vi que había un mensaje en el buzón con el sello de los Di Mort. Solo expresaba que estaban interesados en nuestro trabajo de mantenimiento y nos escoltarían hasta la mansión a las 10 AM en el puerto de carga.
Si, definitivamente se trataba de un asunto de suerte. Marlote no conseguía otra explicación para eso, pero lo que si tenía totalmente claro era que le quedaban menos de treinta minutos para arreglarse. ¿Tenía siquiera algo decente como para pisar una mansión tan grande como el mismísimo palacio del rey? No había estado en ninguno de los dos, pero los rumores decían que el lugar era simplemente gigantesco.
Lotie era una chica bastante sencilla, por lo que no tardó mucho en alistarse, batiendo un tiempo record para ella. ¡Le habían quedado incluso diez minutos! Se miró al espejo divisando sus cabellos rojizos amarrarse en una cola muy bien peinada. Los ojos cafés de esta eran bastantes afilados. No solía pintarse con maquillaje, por lo que sus pecas eran visibles de forma natural al igual que los rosados y regordetes labios que podía presumir. No tenía ropa de buena calidad ni en perfecto estado, por lo que tomó el mejor vestido que solo usaba en ocasiones realmente especiales, uno de tela oscura, un poco desteñida pero seguía viéndose elegante.
¿Estaría lo suficientemente presentable para presentarse frente a la familia Di Mort?
—Mamá, estoy lista —reconoció orgullosa y Hendrika sonrió al verla—. ¿Me veo bien?—Te ves preciosa —soltó por fin la progenitora sintiendo el enorme cariño de madre sobre esta–. ¿Nos vamos? Por favor, recuerda no decir nada imprudente cuando estemos allí. Conozco tu lengua Marlote.—Sí, sí, mami, lo sé —rio nerviosa—. Me mantendré calladita.La chica sabía que su madre conocía su mayor debilidad: su lenguaLos truenos seguían cayendo junto con el aguacero, por lo que ambas tuvieron que tomar sus sombrillas rotas y desgastadas. No existía garantía de que el viento les permitiera llegar con ellas intactas, pero el intento deb&iac
Se detuvieron en la entrada principal del edificio. Las dos puertas del auto fueron abiertas, cada una por un sujeto diferente que traía abierto un enorme paraguas. Bajaron y de inmediato fueron acompañadas al interior de la mansión. Marlote soñaría a partir de ahora con el emblema de la familia, eso era un hecho, ya que lo veía en los lugares que menos se imaginaba dentro de las pertenencias de la familia. Por mucho que mirara a los lados le era imposible observar cada detalle de aquel lugar, por lo que debía limitarse a lo que sus ojos capturaban.Una vez dentro sintió que su mandíbula se caía al suelo. Era espléndido, como un lugar ensueño. ¿Acaso había muerto y resucitado en el cielo? ¡Podía verse a sí misma en el suelo de madera pulida! A
17 de Mayo de 1944“En esta ocasión el informe no es positivo, Alteza.Un pequeño inconveniente ha generado pérdidas en nuestros bienes.Un altercado que lamentamos informar a Su Majestad.Solicitamos encarecidamente su apoyo mientras ubicamos una solución.”Atte.: Condesa Angelica Di Mort¿Cómo podría reaccionar Marlote al escuchar a su madre explicarle que a partir de ese momento trabajaría nada más y nada menos que como ama de llaves de la familia Di Mort? Era simplemente increíble escuchar aquella noticia y se le hacía complicado procesarlo inclusive. No era un secreto para ninguna de las dos que incluso la habitación en la cual estaban resu
Marlote tarareaba mientras agitaba el guiso que su madre le había pedido que preparara para la cena, aunque, a decir verdad, era uno de los tres diferentes que realizaba. ¿Cómo podría una familia de cuatro integrantes comer tanto? Ni siquiera tenían mala figura. Sea como fuera, silbaba la melodía que su madre siempre usaba al cocinar. Curioso, porque la joven era todo menos amante a la música.Carne, pollo y cerdo eran preparados simultáneamente, cada uno siendo supervisado por una cocinera diferente, aunque el nuevo cargo de Lottie y su madre abarcaban la supervisión de todas las áreas de la casa.Lamentablemente Hendrika no había tenido el tiempo ni los recursos para estudiar en ninguna prestigiosa universidad de cocina, pero la experiencia había traído como fruto que todos sus clientes quedaran encantados con su comida y, a su vez, con la de Marlote
¿Cómo se podría describir la noche que transcurría? Definitivamente hacía mucho frío y Lottie estaba enrollada en su edredón con la ventana cerrada. ¿Tenía intenciones de levantarse a charlar con Lion? No. Había decidido comportarse y hacer caso de la única orden expresa que la condesa le había hecho saber. ¿Por qué buscar problemas a su madre de forma innecesaria? Estaba bastante claro para ella que se trataba de una acción bastante inmadura.Pero claro, hubiese seguido durmiendo plácidamente de no ser por el ruido del cristal. Parecían arrojar pequeñas piedras en intervalos de diez segundos y, luego de haber recibido unas quince piedritas, los ojos de la pelinegra se abrieron lentamente. Dejó salir un bostezo y talló su rostro intent
Lottie salió por fin del interior de la casa, mirando desde allí el hermoso cielo estrellado. Hacía frío y era la razón por la cual agradecía haberse colocado un abrigo por encima del vestido que llevaba. Desde donde se encontraba aquel jardín parecía una enorme pradera repleta de flores y diferentes árboles frutales y de decoración. ¿Cómo alguien podía tener dinero para darse tales lujos? Definitivamente Marlote estaba fuera de lugar en aquella mansión.Escuchó un siseo y fue en ese momento cuando la silueta del mayor de los hermanos apareció a la distancia haciéndole señas para que le siguiera. ¿De verdad nadie les vería? Aquello seguía pareciéndole un suicidio, pero su corazón le dictaba una y otra vez que caminara hacia adelante.Le siguió sin dejar de mirar hacia los lado
No existía algo que Marlote amara más que despertar cuando el sol alcanzaba su punto más alto, es decir, a mediodía. Sin embargo pudo sentir el tacto de su madre indicándole que despertara incluso cuando podía sentir el frío de la madrugada. ¿Por qué tan temprano? Solo había una tenue luz en la habitación y la chica se dio cuenta tan pronto como abrió los ojos.¿Ni siquiera había salido el sol? ¿Qué estaba haciendo despierta tan temprano? Sus parpados pesaban más de lo que siquiera deseaba admitir y no podía evitar maldecir dándose cuenta de que la luna seguía en el enorme y estrellado cielo. Bostezó, soltando una clara evidencia del enorme sueño que seguía sintiendo.—¿Por qué... tan temprano? —musitó en un balbuceo intentando que sus pupilas enfocar
El mejor momento del día para Marlote era, sin lugar a dudas, el desayuno. No tenía razones en particular, simplemente era la comida que más disfrutaba. Quizá por los sabores, quizá por la enorme hambre con la que se levantaba de la cama... —¿Has visto nuevamente a Angelica? —inquirió la joven pelirroja mirando a su madre lavar su plato mientras ella continuaba degustando los panqueques. —Sí, y me ha dicho algo que tú no —los ojos de Lottie se abrieron como platos—. ¿Por qué me ocultaste que te habían prohibido ver a Frederik? ¡Podías meterme en problemas, Marlote! —Yo... lo siento —musitó dejando salir un suspiro—. Tampoco tenía en planes desobedecer la orden de la condesa —su voz era débil y en ese pequeño instante sintió el peso de la culpa golpear su espalda. Hendrika suspiró acercándose por fin a su hija y acariciando suavemente sus cabellos. La pelirroja se sintió ligeramente aturdida y