Nueve años y seis meses atrás Mark se encontraba sentado en esa silla de escritorio, frente al mismo hombre que lleva puesta una bata blanca. Estar ahí en ese momento le trae pésimos y dolorosos recuerdos, y podría jurar que puede verse a él mismo, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, su cabello castaño desordenado, su ropa desastrosa y su pie derecho golpeando constantemente el suelo de manera nerviosa.
El día en que regresó para buscar a su hija creyó que sería la última vez que visitaría ese lugar lleno de sueños destrozados. Y, en cambio, ahí se encuentra de nuevo, y aunque en esta ocasión su cabello está bien peinado y su ro
Miedo, eso es todo lo que siente en ese momento, en el que permanece escondida bajo la cama de la habitación de paredes blancas, manteniendo los ojos cerrados con fuerza, y sus manos temblorosas cubriendo su boca para evitar emitir algún sonido. No quiere que la escuchen, no quiere que la encuentren, quiere irse de ese lugar y volver a casa con su papá.—¡Emely, ya deja de meterte ahí!Gr
Cuando por fin llegan al campo de fútbol en donde se desarrollará el partido, Matt toma su mano con firmeza para juntos ingresar en la localidad. Emely se siente realmente maravillada, con el panorama que sus ojos aprecian. El campo verde iluminado por los enormes faroles bajo la luz de la luna, que resplandece tanto que ella puede jurar que se refleja en el pasto, es algo que le parece extremadamente hermoso, y romántico. El lugar es enorme, el campo de futbol al que asistieron con Matty no era ni la mitad de grande que ese, y a pesar de la extensión, la mayoría de las bancas de la gradería se encuentran repletas de personas que esperan con ansias el inicio del partido.
Luego de esperar un rato a que Emely se calme, ambos suben al coche con la intensión de volver a casa. Ya todos se han marchado y en el estacionamiento el coche de Matt es el único que queda. Se suponía que luego del partido asistirían a una fiesta para celebrar la victoria, pero con lo ocurrido, sabe que ella no se encuentra de humor para festejar, y, a decir verdad, él tampoco.Ambos permanecen en completo silencio. Él mantiene sus antebrazos sobre el volante, con la barbilla apoyada en estos, mientras roza ligeramente la yema de su dedo pulgar contra su labio inferior. Observa a la chica a través del rabillo del ojo y la nota decaída y triste; lo último que quería era empeorar su noche
14/02/2018Emely abre los ojos lentamente, sintiendo como los rayos de sol que se cuelan por la ventana dan directamente en su rostro. Suelta un ligero bostezo, mientras se remueve en la cama, rozando su mejilla contra la suave y cálida piel de la persona que se encuentra recostada a su lado. Alza la mirada para ver, embelesada, el rostro dormido de Matt, quien mantiene los brazos alrededor de su cuerpo en un agarre firme.Esboza una pequeña sonrisa, y cierra los ojos tratando de conciliar el sueño, pero entonces los abre
Al caer la tarde, Emely espera con ansias el regreso de su familia. Desea poder contarles sobre el señor Gray, aunque se siente algo nerviosa por el hecho de no saber que responder en caso de que su padre le pregunte cómo lo obtuvo. Supone que a él no le hará gracia saber que fue Elliot quien se lo obsequió, no después de todo lo malo que hizo, y peor aún, que ella lo haya aceptado sin reproche. Teme que eso lo haga molestarse, ya que no ha visto a su padre enojado desde diciembre.Tuerce un poco la boca mientras se observa frente al espejo, sus mejillas siguen sonrojadas aun despu
El niño de ojos bicolor permanece sentado en la arena del parque. El día se encuentra nublado y parece que en cualquier momento comenzará a llover. El menor mantiene el ceño fruncido, y en sus labios un puchero con una expresión de disgusto, mientras observa en dirección a la banca en la que se supone debe estar su niñera; pero ésta brilla por su ausencia.—Elliot, hola. —escucha una suave voz infantil, y al alzar la mirada se topa con la niña castaña de ojos color esmeralda. Emely avanza a pasos rápidos a través del pasillo de paredes blancas sintiendo cómo, de los nervios, sus piernas flaquean a cada paso que da. Su padre y Matty, quien se encontraba despierto e insistió hasta el cansancio en acompañarlos tras escuchar lo del accidente, caminan junto a ella, tratando de llegar lo más pronto posible al lugar en donde podrán darles información sobre los chicos.¿Qué fue lo que pasó? Por más vueltas que le da en su cabeza, no llega a una conclusión exacta sobre lo que pudo haber ocurrido, Matt siemprCapítulo 32
Es el tercer día consecutivo en el que Emely permanece sin salir de su habitación, está castigada, al igual que el pobre Matty, y no siente ánimos de salir a convivir con su familia. No hace más que estar acostada en la cama, llorando todo el día con el celular en la mano, leyendo una y otra vez todos los mensajes que Matt había enviado, ignorando que el teléfono se encontraba extraviado.Ahora que lo analiza, puede verlo todo con mucha claridad. Esas pastillas ya no tenían el mismo efecto en ella; el cansancio, sus alucinaciones, las pesadillas… la niña… ¡todo aquello apareció en su vida una vez que dejó el psiquiátrico y comenzó a consumir