ANDY DAVISHabíamos pasado tiempo suficiente estando lejos como para que la necesidad de sentirnos se volviera aguda e insistente, y ese beso que había empezado como la confirmación de mi amor por él, se había transformado en algo más. La desesperación de marcarme como suya había escalado hasta el punto de rasgar mis ropas con una facilidad que me sorprendió. Sus manos recorrían mi cuerpo con una lujuria que nunca me había mostrado antes. Sujetó con fuerza mis muñecas en el momento justo que se hundió en mí, dominándome con su cuerpo mientras me poseía. Sus celos e inseguridades se habían convertido en fuerza y deseo, en una posesividad que parecía enfermiza, en una dominancia que me daba miedo y al mismo tiempo me gustaba. Damián marcó el ritmo de nuestro encuentro y yo no pude hacer otra cosa que obedecer, en contra de mi temperamento, me dejé someter por ese rubio de ojos oscuros, sucumbiendo entre temblores y gimoteos, víctima de esa sensación mortal que amenazaba con detener mi
LUCIEN BLACKWELL—Había escuchado que te estabas volviendo loco por una mujer, pero no quise creerlo —dijo uno de los investigadores que trabajaban para mí y que consideraba de confianza. El mismo que me había llevado a Camille, señalándola como mi objetivo.Sostenía su sonrisa, mientras estaba amarrado a esa silla, escondiendo su nerviosismo porque sabía lo que se avecinaba. —Por tu culpa la iba a matar… —siseé dándole vueltas al picahielo entre mis manos.—Por mi culpa la conociste… ¿No tengo mérito por eso? —soltó con arrogancia y una risotada que me hizo hervir la sangre—. Si me vas a juzgar por una cosa, deberías juzgarme por la otra. ¿No sería más justo?—Yo no soy justo. —Arrastré una silla hasta sentarme frente a él y encajé el picahielo en su muslo, retorciéndolo mientras él gritaba.—¡Sin mi nunca la hubieras conocido! ¡Sin mí, tú, maldito monstruo, nunca te hubieras enamorado! —escupió junto con saliva y desesperación—. De nada. —¿Quién te acompañaba ese día? Tú orden fu
CAMILLE ASHFORD—¿En verdad esto es necesario? —pregunté mientras avanzaba detrás de Damián y Andy, quienes andaban como la pareja perfecta, tomados de la mano, levantando suspiros de admiración por todos los trabajadores de la empresa que los veían al pasar—. Te recuerdo que ya no soy dueña de nada. —Sigues siendo mi hermana —respondió Damián con media sonrisa, intentando reconfortarme—. Tienes un lugar muy importante en todo. Entendía por qué lo hacía, sabía que quería reconfortarme y darme un premio de consolación después de perderlo todo, pero no me gustaba y no lo quería. Era como un premio por ser perdedora, confiada y manipulable. Sentía que a cada paso recordaría los errores que cometí. Solo quería esconderme en una cueva y permanecer lejos del mundo. —¡Mamá! —exclamó de pronto Leoncito. Cuando volteamos estaba con los ojos llorosos y las mejillas infladas.—¿Qué ocurre? —preguntó Andy deteniendo nuestro andar y yendo hacia su hijo, quien junto a su hermana parecían enfurru
CAMILLE ASHFORDSu aliento se apoderó de mi boca, sus labios se movían con desesperación sobre los míos y sus manos se aferraban a mi cuerpo como ganchos. Quería resistirme y gritar, sabía que eso era lo que tenía que hacer, pero… no lo hice. Quise luchar, sabía que era lo correcto, pero… me derretí entre sus brazos mientras las palabras de Damián resonaban en mi cabeza: Si cedes, no te lo quitarás de encima. Tal vez eso era lo que quería, sabía que Lucien era un cazador y quería que me persiguiera por el resto de mis días, aunque eso fuera una sentencia de muerte.Cuando el aire se acabó en mis pulmones, por fin tuvo piedad de mí y liberó mi boca sin despegar su frente de la mía. Mis ojos lloraban, porque estaba decepcionada de mí misma, porque… siempre me sentí orgullosa de ser una mujer fuerte y determinada, y ahí estaba condenándome por un sentimiento al que no podía dominar, por el contrario, me dominaba a mí. Un suave sollozo salió de mis labios y por fin Lucien abrió sus ojos
CAMILLE ASHFORDEntré presurosa a la oficina de Damián. Solo podía escuchar mi taconeo y ese pitido en mis oídos, producto del estrés. La imagen que encontré dentro era muy tierna. Los niños estaban tirados de panza sobre la elegante alfombra, usando los costosos bolígrafos para dibujar en hojas membretadas, mientras Andy y Damián hablaban muy cerca el uno del otro, viéndose con adoración y compartiendo sonrisas cargadas de complicidad y amor. Eso era lo que yo quería, una familia bonita, pero… ¿Lucien podía dármela? Esa voz que parecía ser mi conciencia me gritaba que no, que él no era el indicado, que solo volvería a sufrir a su lado, que no habría un final feliz. —¿Camille? —preguntó Damián al encontrarme paralizada en la entrada—. ¿Estás bien?De inmediato rodeó el escritorio y se acercó, pero se detuvo en cuanto notó la presencia oscura que acechaba detrás de mí. No pude evitar cerrar los ojos, como niña descubierta en mitad de una travesura, esperando el regaño.—Dime que no e
ANDY DAVIS—¡¿Embarazada?! —exclamé emocionada e inquieta. No podía sonreír más de lo que ya lo hacía. Mi corazón golpeaba tan fuerte como un tambor y de pronto no sabía si reír o llorar por la emoción. —Así es… —contestó el doctor mientras revisaba mis estudios—. Me alegra que la inseminación artificial haya dado resultados tan satisfactorios. Al parecer tienes tres semanas de gestación. El producto está bien implantado. Ahora solo falta revisar si es uno solo o gemelos.Hizo a un lado el folder con los resultados de sangre y sacó los de ultrasonido mientras sus palabras aumentaban mi sorpresa.—¿Gemelos? —pregunté ansiosa. Me faltaba la respiración. Mi esposo y yo nos habíamos esforzado tanto por tener un hijo, si eran dos, sería una bendición. —En la fertilización in vitro suele haber gestaciones múltiples, pues inoculamos varios óvulos fecundados para aumentar el porcentaje de éxito —dijo el doctor con una sonrisa mientras revisaba el estudio—, y como decía, hay dos productos qu
ANDY DAVIS—No tiene sentido hablar de eso en este momento —dijo John mientras acariciaba la mejilla de su amante y esta levantaba su mirada hacia él. Había chispas entre ellos. Derramaban miel, pero para mí era veneno puro. Cuando la chica se alzó en las puntas de sus pies para alcanzar los labios de mi esposo decidí que yo también podía jugar en este juego y salir victoriosa. En cuanto sus labios se tocaron, saqué mi teléfono y tomé un par de fotografías, tomándolos por sorpresa antes de guardar mi celular en el bolsillo. —¿Qué se supone que…? —No dejé que mi suegra indignada terminara su pregunta cuando les ofrecí a los tres una amplia sonrisa.—Se llama evidencia… —contesté mientras volvía a revisar el contrato de divorcio, esta vez con más atención y el corazón frío. Como me lo esperaba, yo no sacaría nada de este matrimonio. No me darían ni las gracias por haber desperdiciado cinco años de mi vida amando a un ingrato y soportando a una bruja como suegra. —¿Evidencia? —pregunt
ANDY DAVIS—¿Cómo que no…? —ni siquiera terminé de preguntar cuando ya me sentía mareada y con náuseas. —Lo siento tanto, créame que fue un accidente —contestó el doctor verdaderamente apenado.—¡¿Un accidente?! ¡Me acaba de decir que mis hijos no son de mi esposo! ¡¿Cómo pudieron equivocarse?! ¡No concibo que una clínica de su categoría…!—Señora, le juro que la pasante que confundió las muestras ya fue despedida —insistió el médico cada vez más avergonzado del error.Por un momento caminé en círculos dentro del consultorio. Lo que parecía un día en el que nada podría salir mal, en realidad era un día en el que todo estaba saliendo mal. Primero la traición de John y ahora eso. La encargada de fecundar mis óvulos con el esperma de John se había equivocado y ahora estaba embarazada de… ¡quién sabe quién! ¿Cómo habían dejado algo tan importante en manos de una novata? ¡¿Qué, nadie la estaba supervisando?! Bueno, era obvio que no. —Si mi esposo no es el padre de mis hijos… entonces, ¿