LUCIEN BLACKWELL—Había escuchado que te estabas volviendo loco por una mujer, pero no quise creerlo —dijo uno de los investigadores que trabajaban para mí y que consideraba de confianza. El mismo que me había llevado a Camille, señalándola como mi objetivo.Sostenía su sonrisa, mientras estaba amarrado a esa silla, escondiendo su nerviosismo porque sabía lo que se avecinaba. —Por tu culpa la iba a matar… —siseé dándole vueltas al picahielo entre mis manos.—Por mi culpa la conociste… ¿No tengo mérito por eso? —soltó con arrogancia y una risotada que me hizo hervir la sangre—. Si me vas a juzgar por una cosa, deberías juzgarme por la otra. ¿No sería más justo?—Yo no soy justo. —Arrastré una silla hasta sentarme frente a él y encajé el picahielo en su muslo, retorciéndolo mientras él gritaba.—¡Sin mi nunca la hubieras conocido! ¡Sin mí, tú, maldito monstruo, nunca te hubieras enamorado! —escupió junto con saliva y desesperación—. De nada. —¿Quién te acompañaba ese día? Tú orden fu
CAMILLE ASHFORD—¿En verdad esto es necesario? —pregunté mientras avanzaba detrás de Damián y Andy, quienes andaban como la pareja perfecta, tomados de la mano, levantando suspiros de admiración por todos los trabajadores de la empresa que los veían al pasar—. Te recuerdo que ya no soy dueña de nada. —Sigues siendo mi hermana —respondió Damián con media sonrisa, intentando reconfortarme—. Tienes un lugar muy importante en todo. Entendía por qué lo hacía, sabía que quería reconfortarme y darme un premio de consolación después de perderlo todo, pero no me gustaba y no lo quería. Era como un premio por ser perdedora, confiada y manipulable. Sentía que a cada paso recordaría los errores que cometí. Solo quería esconderme en una cueva y permanecer lejos del mundo. —¡Mamá! —exclamó de pronto Leoncito. Cuando volteamos estaba con los ojos llorosos y las mejillas infladas.—¿Qué ocurre? —preguntó Andy deteniendo nuestro andar y yendo hacia su hijo, quien junto a su hermana parecían enfurru
CAMILLE ASHFORDSu aliento se apoderó de mi boca, sus labios se movían con desesperación sobre los míos y sus manos se aferraban a mi cuerpo como ganchos. Quería resistirme y gritar, sabía que eso era lo que tenía que hacer, pero… no lo hice. Quise luchar, sabía que era lo correcto, pero… me derretí entre sus brazos mientras las palabras de Damián resonaban en mi cabeza: Si cedes, no te lo quitarás de encima. Tal vez eso era lo que quería, sabía que Lucien era un cazador y quería que me persiguiera por el resto de mis días, aunque eso fuera una sentencia de muerte.Cuando el aire se acabó en mis pulmones, por fin tuvo piedad de mí y liberó mi boca sin despegar su frente de la mía. Mis ojos lloraban, porque estaba decepcionada de mí misma, porque… siempre me sentí orgullosa de ser una mujer fuerte y determinada, y ahí estaba condenándome por un sentimiento al que no podía dominar, por el contrario, me dominaba a mí. Un suave sollozo salió de mis labios y por fin Lucien abrió sus ojos
CAMILLE ASHFORDEntré presurosa a la oficina de Damián. Solo podía escuchar mi taconeo y ese pitido en mis oídos, producto del estrés. La imagen que encontré dentro era muy tierna. Los niños estaban tirados de panza sobre la elegante alfombra, usando los costosos bolígrafos para dibujar en hojas membretadas, mientras Andy y Damián hablaban muy cerca el uno del otro, viéndose con adoración y compartiendo sonrisas cargadas de complicidad y amor. Eso era lo que yo quería, una familia bonita, pero… ¿Lucien podía dármela? Esa voz que parecía ser mi conciencia me gritaba que no, que él no era el indicado, que solo volvería a sufrir a su lado, que no habría un final feliz. —¿Camille? —preguntó Damián al encontrarme paralizada en la entrada—. ¿Estás bien?De inmediato rodeó el escritorio y se acercó, pero se detuvo en cuanto notó la presencia oscura que acechaba detrás de mí. No pude evitar cerrar los ojos, como niña descubierta en mitad de una travesura, esperando el regaño.—Dime que no e
CAMILLE ASHFORDTodo el camino fuimos en silencio. Mi mirada no se apartaba de la ventana y mi mente estaba completamente en blanco. La decepción y el rechazo de Damián aún me corroía el alma. Ya comenzaba a extrañar a los mellizos y a Andy, y de pronto ese odio tan pequeño y casi inexistente que sentía hacia Lucien, empezó a cobrar forma.No me había dolido tanto sus humillaciones y sus dedos clavados en mi carne, como que me obligara a alejarme de mi familia. Estábamos haciendo las cosas por las buenas, pero en realidad eran por las malas, porque tenía miedo de lo que fuera hacer si me resistía.Cuando por fin llegamos a su mansión, me abrió la puerta de su auto y me ofreció su mano para poder bajar, pero simplemente lo ignoré y arrastré los pies de regreso a su hogar, no él mío, jamás podría serlo.
ANDY DAVIS—No puedes darle simplemente la espalda… —dije viendo con atención a Damián mientras caminaba de un lado para otro en la casa, sacando las cosas de Camille y poniéndolas en una maleta que tenía pensado enviar con Shawn a casa de Lucien.—Yo no le di la espalda, ella se la dio sola —contestó con molestia y por supuesto, frustración—. ¡¿Qué más necesita?! Aquí tiene todo, amor, techo, comida, no me importó que estuviera embarazada de ese tipo, acepté a ese niño incluso antes de que naciera, y aun así prefiere regresar a ese lugar.»¡Estuvo casi a punto de abortar estando con él! ¡¿Qué puta necesidad tiene de regresar ahí?!
ANDY DAVIS—¡¿Embarazada?! —exclamé emocionada e inquieta. No podía sonreír más de lo que ya lo hacía. Mi corazón golpeaba tan fuerte como un tambor y de pronto no sabía si reír o llorar por la emoción. —Así es… —contestó el doctor mientras revisaba mis estudios—. Me alegra que la inseminación artificial haya dado resultados tan satisfactorios. Al parecer tienes tres semanas de gestación. El producto está bien implantado. Ahora solo falta revisar si es uno solo o gemelos.Hizo a un lado el folder con los resultados de sangre y sacó los de ultrasonido mientras sus palabras aumentaban mi sorpresa.—¿Gemelos? —pregunté ansiosa. Me faltaba la respiración. Mi esposo y yo nos habíamos esforzado tanto por tener un hijo, si eran dos, sería una bendición. —En la fertilización in vitro suele haber gestaciones múltiples, pues inoculamos varios óvulos fecundados para aumentar el porcentaje de éxito —dijo el doctor con una sonrisa mientras revisaba el estudio—, y como decía, hay dos productos qu
ANDY DAVIS—No tiene sentido hablar de eso en este momento —dijo John mientras acariciaba la mejilla de su amante y esta levantaba su mirada hacia él. Había chispas entre ellos. Derramaban miel, pero para mí era veneno puro. Cuando la chica se alzó en las puntas de sus pies para alcanzar los labios de mi esposo decidí que yo también podía jugar en este juego y salir victoriosa. En cuanto sus labios se tocaron, saqué mi teléfono y tomé un par de fotografías, tomándolos por sorpresa antes de guardar mi celular en el bolsillo. —¿Qué se supone que…? —No dejé que mi suegra indignada terminara su pregunta cuando les ofrecí a los tres una amplia sonrisa.—Se llama evidencia… —contesté mientras volvía a revisar el contrato de divorcio, esta vez con más atención y el corazón frío. Como me lo esperaba, yo no sacaría nada de este matrimonio. No me darían ni las gracias por haber desperdiciado cinco años de mi vida amando a un ingrato y soportando a una bruja como suegra. —¿Evidencia? —pregunt