2 No puedo perder.

Laura:

Los minutos pasan, cada asalto da la sensación de que es más largo que el anterior, pero sé que se debe a que estoy cansada, herida en demasía, diablos debo reconocer que estoy al límite, es la lucha más larga que eh tenido y eso que lucho desde los 18 años, cualquiera diría que con 23 años ya tendría que estar más que acostumbrada, pero no es así, no puedo acostumbrarme al continuo maltrato, nadie puede acostumbrarse a ser golpeado.

Recibo un golpe más, donde sentí como mi labio se abría y la sangre brotaba de el, apenas podía ver, el corte en la ceja derecha que me había provocado un rato antes era grande y la sangre cubría mi ojo derecho, el izquierdo estaba totalmente cerrado de lo hinchado que lo dejo con el gancho que me dio, estaba jodida, sé que la persona con la que estoy luchando no es un simple lobo, no, él es algo más, al igual que yo, pero ¿qué? ¿Un guerrero? ¿Un rastreador? ¿Un beta?

— Ríndete belleza, estas acabada, no me gustaría seguir desfigurando ese bello rostro. —  a pesar de que le cuesta hablar, porque esta tan cansado como yo, no deja su soberbia de lado, mientras que mira con burla a mi familia y a mí.

— Nunca…para ti solo es diversión…yo me juego mi honor, mi vida, mi todo. — su cara refleja confusión.

— ¿Eh?

Aprovecho su distracción y arremeto contra él, nunca vi a alguien que soportara mis golpes como lo hace este hombre, es alto, mucho más que yo, debe medir dos metros, estoy casi segura, sus músculos sobresalen de una forma casi exagerada, y puedo asegurar que no son producto del uso de anabólicos, aun así logro que caiga chocando contra las rejas de la jaula, mi patada fue certera, no importa su tamaño, logre derribarlo en más de una ocasión,  y sé que esto le dolió, más que por el golpe es el hecho de que una chica tan delgada como yo lo derribo en más de una vez, pero solo consigo que se enfade aún más y de inmediato me arrepiento de ello.

Maldición, ahora lo puedo ver, sus ojos cambiaron de color, pasaron de un café oscuro a un rojo opaco, ¡es un maldito ALPHA!, estoy jodida, con suerte mi muerte será esta noche.  

Pero no entiendo que hacen aquí, al principio pensé que era un lobo desterrado no alguien que pertenezca a una manada, este club lo maneja Víctor, un vampiro de sangre pura, hermano del rey de los vampiros, ellos son enemigos mortales, ¿cómo sucedió esto? es un Alpha, eso explica sus músculos y tamaño, y como si mis pensamientos necesitaran ser confirmados escucho a un hombre gritar.

— ¡Ciro demuestra de lo que es capaz el próximo Alpha de la manada Rosa y espina!

Ahora entiendo cómo fue capaz de lastimarme de esta forma, llevo años luchando, desde que era una joven, y hasta ahora tenía el título de invicta, claro que era algo fácil de mantener cuando te enfrentas a simples humanos, lobos exiliados y brujos que buscan morir, pero hoy mi suerte se acabó, justo hoy que Baltazar al fin consiguió ayuda para romper el hechizo de mis padres, ¿esta es la suerte que me diste diosa?

El Alpha se levanta , clavando una mirada asesina en mí, trato de mantener la distancia, de hacerlo caer una vez más, de salir de su ruta de ataque, pero es inútil, arremete contra mí persona, entre los gritos de alientos de sus amigos, me devuelve la patada con la misma técnica con la que hace segundos lo tire,  fui consciente  de que el impacto de este me rompió al menos dos costillas, mi cuerpo golpea contra los hierros de la jaula y caigo a la lona, la sangre ahora sale  por mi boca dejando un patrón de pequeños puntos, sé que viene de mis pulmones, siento como me estoy ahogando lentamente con mi propia sangre, aunque no soy muy pequeña de estatura, mido un metro setenta, si soy delgada, demasiado,  por lo que la fuerza que él implemento en mi hizo que saliera volando  y  me causo aún más daño del que yo le hice anteriormente.

Quede tirada en la lona de la jaula de lucha, no puedo respirar, me duele demasiado, por una milésima de segundo pasa por mi mente el rendirme, algo que es desechado gracias a los gritos de mi padre.

— Sabes lo que pasara si no te levantas, ¡Arriba ahora Laura!

El grito del maldito de mi padre me hace sacar fuerzas de donde ya no tengo, pero aun así logro levantarme, no estoy dispuesta a que entregue mi cuerpo como pago si pierdo esta pelea, no a ese maldito vampiro, ni a nadie, prefiero terminar muerta esta noche.

Veo como el lobo sonríe ante mi estado, puedo ver que ya se corona ganador de este encuentro, pero él no está mejor que yo, también lo he lastimado, aun no todo está perdido.

De acuerdo, llego la hora de mostrar de lo que soy capaz. Sé que esto me traerá problemas con mis padres, me tienen prohibido usar la magia, mejor dicho, nunca me enseñaron a usarla, aprendí por mí misma y este conjuro en especial gracias a Baltazar, él me encontró un día buscando algún hechizo que me ayude a escapar de ellos, pero ahora no me importa quedar expuesta, no puedo perder esta pelea, solo debo mantener mi invicto un poco más hasta que Baltazar y su amigo el tal Dima me ayuden a escapar de mi familia.

Víctor siempre quiso poseerme, pero mis padres por lo menos tuvieron un poco de piedad y no me entregaron, claro que llegaron a un acuerdo, Ismael y Alexa, los malditos que me tocaron como padres, siempre apuestan grandes sumas de dinero en mis peleas obviamente a mi favor, creyendo que nunca perderé, pero si alguna vez eso llegara a pasar, Víctor sería el que pague las perdidas, y a cambio, podría tener mi cuerpo, un ser tan despiadado que incluso mato a su compañera, no merece ni siquiera existir.

Me pregunto si todos los brujos son así con sus hijas, porque claro que con mis hermanos Baltazar, Ron y Ezu no son así, con ellos son cariñosos y protectores. Los golpes e insultos son guardados para mí, la única que es diferente en la familia, la que desentona por su color de cabello, el mío es castaño, el de ellos rubio, mis ojos son color avellana, el de ellos celestes, definitivamente mi madre engaño a mi padre y yo soy castigada por ello.

Trato de concentrarme a pesar del ruido que generan los gritos a mi alrededor y el pitido constante en mi oído, tanto de los amigos del lobo, como las personas que están exaltadas ante mi  probable derrota, algunos han estado esperando años a que esto suceda, recito el encantamiento en mi mente, mientras la bola de fuego se forma en la palma de mi mano, veo como el  lobo se sorprende de lo que ve, no cualquier bruja tiene  la templé para manejar el fuego, pero antes que haga un movimiento más Víctor aparece en medio de los dos, su poder es tan fuerte que todo humano presente  queda en un estado de trance, y sé que sus recuerdos serán afectados, para que olviden la última parte del enfrentamiento.

— La lucha termino. —  sentencia con toda calma y una enorme sonrisa aparece en su rostro mientras yo deseo morir.

— ¡NO! —  Mi grito se pierde en su mirada fría, la cual está dirigida a mí.

El bullicio de los seres místicos se levanta ante la sentencia de mi derrota, es todo, perdí.

— Está prohibido usar la magia, y lo sabes Laura, por fin…. perdiste. —  Su sonrisa demuestra lo encantado que esta con ello, lo mucho que lo ha deseado, cinco años observándome con deseo, uno que me hacía sentir sucia.

— Sabía que no podrías contra mí, pequeña bruja.  — Pasó por alto lo que dice el lobo, ya que la desesperación se apodera de mí, sé muy bien lo que pasara ahora.

No puedo evitar que unas lágrimas salgan de mis ojos y se mezclen con mi sangre, jamás he llorado en la jaula de lucha, nunca he llorado al frente de otros, solo Baltazar conoce mis lágrimas, hasta hoy.

— No, por favor, dame una oportunidad, te lo imploro Víctor. —  mi voz se quiebra mientras me arrodillo.  

No me importa ponerme de rodillas ante él, no me importa humillarme, pero parece tener el efecto contrario, ya que el vampiro sonríe con gusto y sus ojos se vuelven más oscuros.

— No, ya fue todo.

Es lo único que dice, miro a mis padres con desesperación, DIOSA, soy su hija, ¡no pueden permitir esto! Pero el único que me mira con pesar es Baltazar, mi hermano mayor fue el único que siempre demostró quererme, aunque lo haga a escondidas.

— ¡Por favor, madre!  — Ruego una vez más con desesperación y terror, pero soy ignorada.

Estoy perdida. Ellos me ignoran por completo y un deje de decepción pasa por sus ojos, como si ellos fueran los afectados y no yo. Ridículo.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué suplicas? — la confusión toma el rostro de mi oponente y se nota inquieto, maldito lobo.

— Nada que te incumba, futuro Alpha, nuestro trato término aquí, querías un reto digno y lo conseguiste, ahora sal de mi club, sabes que tu gente no es bienvenida en mi ciudad. — le responde el vampiro con seriedad y yo estoy a punto de rogarle al lobo que me mate de una vez, que termine con mi miseria.

— Tienes razón, adiós hermosa, quizás para la próxima puedas ganarme, aunque lo dudo, pequeña bruja.

El odio crece dentro de mí, su burla quema algo en el centro de mi pecho que se extiende por todo mí ser, el vino a este lugar por diversión, pero yo soy obligada a pelear día tras día, y los humanos que caen en mis manos, lo hacen por necesidad, por el dinero no por diversión como él.

— ¡Te maldigo, Ciro, Alpha de la manada rosa y espina, la próxima vez que nuestros caminos se crucen te acabare! — El maldito solo ríe, y sale siendo cargado por lo que supongo es parte de su manada. Víctor da la orden de que le paguen, mientras soy llevada a los vestidores.

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