La veo marcharse triste y, me siento miserable. No soy ese tipo de hombre, no tengo esos malos hábitos de hacer llorar a las mujeres. No fue así como me criaron mis padres. Carajo, pero es complicado, es muy complicado estar en este lugar.
Yo no debí acostarme con ella, debía rechazarla, sin embargo, no pude, fue imposible hacerlo. Tenía tanto tiempo sin intimar, sobre todo, sin desear de la forma en que la desee en ese momento.
Ahora me arrepentía, deseaba regresar el tiempo, no haberlo hecho, pero lo hecho, hecho está y, no puedo cambiar lo que hice, solo puedo arreglar esta incomodidad hablando, haciéndole frente a lo que pasó y, no hacer de cuentas que nada sucedió. Era su primera vez, recuerdo claramente al momento de hundirme lo estrecha que estaba, como la hice mujer. No podía ignorar aquello, tampoco sabía qué hacer.
—No tiene que sentirse responsable —empezó ella—, porque fue mi decisión, yo pude detenerlo, pero no quise. Y no quise porque desde el primer momento en que mis ojos lo vieron, lo desearon —era valiente, aguerrida para decir lo que sentía—. Usted me gusta, me gusta tanto que, la noche en que me entregué a usted fue la noche más feliz de mi vida —mi saliva se hace un nudo. La confesión de sus sentimientos me deja en trance.
Lo sospechaba, sí que sospechaba por su forma de mirarme, sonreírme, hablarme y halagarme, pero no pensé que tendría los ovarios para decirme a la cara como me lo estaba diciendo ahora.
Suspiro y la miro—. Eylin, agradezco tu sinceridad y los sentimientos que tienes hacia mí, pero sabes que entre nosotros no puede ni podrá existir nada. Son muchos los motivos, el primordial es que, trabajamos en el mismo hospital, soy el ex de tu cuñada, nuestra familia tiene algunos inconvenientes, y el más importante, no tengo sentimientos por ti —sí, lo sé, estaba siendo muy duro con ella, pero tenía que decir lo que sentía como ella lo estaba haciendo. No podía dejar que se hiciera ilusiones conmigo porque yo, no saldría con alguien cercano al esposo de mi ex—. Lo siento —digo al ver su rostro triste.
—No se preocupe. Yo sabía que no sentía nada, que entre los miles de mujeres que existen, sería la última en la que se fijaría —se levanta— Por favor, pida mi cambio, ponga alguna queja o algo por el estilo para que me envíen a otra área, porque creo que después de esta situación, no podremos continuar compartiendo el mismo espacio.
—No te preocupes, tomaré mis vacaciones y, dejaré un reemplazo, será con esa persona con la que compartirás este espacio —asiente, se gira para irse, pero mi voz vuelve a detenerla— ¡Perdón! —digo con un nudo en la garganta. Sé cómo se siente estar en su lugar. Sé cuánto duele, y puedo decir que duele demasiado— ¡Perdón por haberme ido de esa forma, haberte ignorado y, perdón por lo que te hice! —Ella no me mira, solo asiente y se va.
Ya solo me froto las sienes intentando aliviar el punzante dolor de cabeza que me atormenta. No puedo dejar de pensar en lo que he hecho, en la terrible equivocación que cometí. ¿Cómo pude dejarme llevar de esa manera? Maldigo entre dientes mientras recuerdos de esa noche invaden mi mente.
Eylin siempre me ha parecido una chica encantadora, brillante e increíblemente dedicada a su profesión. Pero nada más que eso, porque esa noche, aunque sentí el deseo más grande de hacerla mía, no significó nada más que solo eso, deseo. Quizás fue el cansancio, o tal vez el licor que habíamos compartido.
Aún puedo sentir sus labios sobre los míos, la suavidad de su piel bajo mis dedos. Recuerdo la forma en que su cuerpo tembló cuando la toqué, la forma en que susurraba mi nombre entre gemidos. Fue una experiencia embriagadora, adictiva, que nubló por completo mi juicio.
Pero ahora, la realidad me golpea con toda su crudeza. Eylin es una mujer joven, inexperta que se entregó a mí porque su corazón está lleno de amor por mí. Y yo, como un maldito imbécil me he aprovechado de eso. La he usado para satisfacer mis propios deseos egoístas, sin pensar en las consecuencias ni el dolor que le he causado.
Carajo, como fui tan miserable, como puedo ser un imbécil en hacerla sufrir. ¿Cómo voy a mirarla a los ojos ahora? Después de lo que pasó, sé que ella me ha entregado su corazón. Y yo, en mi estupidez, lo he roto en mil pedazos. Soy un maldito canalla, un ser despreciable que no merece siquiera ser llamado médico.
Me recuesto en mi silla, cubriendo mi rostro con las manos. Las imágenes de esa noche siguen acosándome, atormentándome sin descanso. Pude ver su mirada llena de adoración, su sonrisa tímida mientras se acercaba a mí. Y luego, la forma en que su rostro se desfiguró en una expresión de dolor y decepción cuando le confesé que no podía corresponder a sus sentimientos.
¿Cómo pude dejarme llevar de esa manera, sabiendo que ella era virgen, que para ella significaba todo? Soy un monstruo, un maldito depredador que ha destrozado la ilusión de una joven inocente.
Me levanto de mi silla, incapaz de permanecer quieto. Camino de un lado a otro, maldiciéndome una y otra vez. Debí haberme detenido, debí haber sido más fuerte, más responsable. Pero en lugar de eso, me dejé arrastrar por el deseo, por la lujuria, olvidándome por completo de las consecuencias.
Me detengo frente a la ventana, observando la lluvia que cae incesante sobre la ciudad. Es como si el cielo llorara por mí, por mi pecado imperdonable. Cierro los ojos, intentando bloquear los recuerdos, pero es inútil. Siguen atormentándome, recordándome una y otra vez lo que he hecho.
¿Cómo voy a poder seguir viviendo con esto? ¿Cómo voy a poder mirarme al espejo sin sentir asco y desprecio por mí mismo? He roto su corazón sin ninguna consideración. Y ahora, no puedo más que lamentarme y arrepentirme, sabiendo que nada de lo que haga podrá deshacer el daño que he causado.
Aprieto los puños con fuerza, sintiendo cómo las uñas se clavan en la palma de mi mano. El dolor físico es nada comparado con el tormento que me consume por dentro.
Suspiro profundamente, intentando encontrar algo de paz en medio de esta marea de emociones turbulentas. Pero es inútil. Sé que no habrá descanso para mí, no hasta que logre encontrar una forma de redimirme, de enmendar mi error. Aunque tal vez eso sea imposible. Quizás he cruzado una línea que no tiene vuelta atrás.
La puerta de mi consultorio se abre, no regreso a ver pensando que es ella, solo espero que sea lo que sea por lo que haya venido, que lo diga o agarre pronto y se vaya.
—Rolan, cariño —es mi madre. Suspiro profundo y la miro— ¿Qué tienes?
—Nada —digo regresando a la silla.
—¿Volviste a discutir con tu padre? —niego.
—Tomaré mis vacaciones —digo al mirarla—. Tengo más de dos años que no las he recibido así que, es momento de tomarla.
—¿Cuánto tiempo estarás fuera del hospital?
—No sé, un mes, dos meses, quizás tres, la verdad es que necesito alejarme un tiempo.
—¿Es por esa mujer? ¿Te sigue doliendo? Cariño, porque no empiezas a salir con alguien más, mira, hay muchas chicas hermosas esperando que dirijas la mirada hacia ellas —sí, y una de esas es la hermana de Dylan Mancini. Suspiro—, Dorita, la hija de tu madrina ha regresado, podrías invitarla a salir, que se yo, viajar juntos…
—Te agradezco tus consejos, mamá, pero no es eso lo que necesito. Quiero estar solo, absolutamente solo. Incluso ahora quiero estar solo, por eso me iré a casa.
Me despido dándole un beso en la cabeza y salgo—. Los esperaré para cenar, mañana salgo temprano —dicho eso me voy. Salgo apresurado del hospital porque no quiero detenerme a hablar con nadie de aquí, lo que necesito es salir porque si me quedo un segundo más terminaré ahogándome en mi propia sofocación.
En la madrugada estoy de pie en mi habitación, observando con ojos cansados la maleta abierta sobre la cama. Es casi la una de la madrugada y dentro de pocas horas debo estar en el aeropuerto para tomar mi vuelo. Aún me cuesta creer que esté haciendo esto, que esté huyendo como un cobarde.
Con un suspiro, comienzo a recoger algunas prendas, doblándolas con cuidado y colocándolas en la maleta. Necesito llevar lo esencial, nada que me ate a este lugar. Quiero dejar todo atrás, olvidar los horribles errores que he cometido.
Cada vez que recuerdo la mirada de Eylin, llena de dolor y decepción, siento como si me clavaran un puñal en el corazón. No puedo seguir viviendo con eso, con la culpa que me consume por dentro. Por eso he decidido huir, escapar de todo esto, aunque sea solo por un tiempo.
Termino de empacar y cierro la maleta con firmeza. Doy una última mirada a mi alrededor, a la habitación que ha sido testigo de tantos momentos de mi vida, y siento una extraña mezcla de alivio y arrepentimiento. Sé que lo que estoy haciendo no es la solución, pero en este momento es lo único que puedo hacer.
Con pasos lentos salgo de mi casa y me dirijo al aeropuerto. Las calles están desiertas a esta hora, y el silencio me envuelve como un manto. Siento que, de alguna manera la ciudad también está llorando por mí, por este dolor que me atraviesa.
Llegó al aeropuerto y me dirijo a la zona de embarque. Hay pocas personas a esta hora, pero aun así me siento abrumado por la sensación de estar huyendo. Me siento en una de las sillas, mirando fijamente mi boleto de avión. Es mi boleto de salida, mi oportunidad de escapar de todo esto.
Cuando finalmente abren las puertas de embarque, me levanto con un nudo en la garganta. Avanzo por el pasillo, sintiendo cómo cada paso me aleja más de la vida que he conocido. Es una sensación agridulce.
Una vez a bordo del avión, me acomodo en mi asiento, observando por la ventanilla cómo las luces de la ciudad se van perdiendo en la distancia. Cierro los ojos, intentando encontrar algo de paz en medio de este torbellino de emociones. Sé que no será fácil, que tendré que enfrentar mis demonios tarde o temprano, pero por ahora, este es el único refugio que tengo.
Cuando el avión despega, siento una extraña sensación de liberación. Es como si pudiera dejar atrás todo el peso que cargaba sobre mis hombros.
Llegó al hotel y me instalo en la habitación. Es un lugar impersonal, falto de calidez, pero en este momento es justo lo que necesito. Me dejo caer sobre la cama, sintiendo cómo el cansancio se apodera de mí. Con un suspiro, me levanto y me acerco a la ventana. Observo la ciudad que se extiende ante mí, tan ajena y distante.
Pero a pesar de todo, siento que este viaje, esta huida, es lo que necesitaba. Tal vez aquí, lejos de todo, pueda encontrar la fortaleza para redimirme y volver a ser el hombre que alguna vez fui. Aunque no sé si eso será posible, al menos debo intentarlo.
Solo a mí, Eylin Mancini se le ocurre enamorarse de alguien que amaba a otra persona. Bueno, es que, en ese tiempo, cuando mis ojos se cruzaron con los suyos no podía imaginar que ese hombre tuviera el corazón ocupado, sobre todo, que la dueña fuera la que ahora es mi cuñada. Irónico ¿No?¿De haberlo sabido habría abierto mi corazón para él? Es la pregunta que siempre me hago, pero siempre termino diciendo que sí, porque en el corazón no se manda, porque nadie elige a quien amar, más una inexperta en el amor como yo. Tal vez si hubiera tenido experiencias dolorosas en el amor, no me habría fijado a la primera y, tras saber que pasó por mi cuñada, menos lo haría.Pero aquí estaba, con mi corazón destrozado por no tener un amor correspondido. No sé si a alguna le pasó, no sé si alguna de ustedes tuvo la mala suerte como yo, de amar a alguien sin decirle y, cuando decidiste decírselo, te dio un rotundo no.Sonrío de mí misma, de mi estupidez. Joder ¿Quién con veintiún años se enamora com
Para alguien como yo que pocas veces había viajado, sobre todo, solo. Estas vacaciones no fueron del todo malas. Muchas veces se necesita realizar viajes en soledad porque así te detienes a pensar y valorar el tiempo y los espacios.La soledad puede ser buena, pero también mala. Pero por ahora voy a gozarla ya que, forzar una relación por despecho solo me llevaría a más problemas y, me encerraría en una red de engaños y mentiras de las cuales no podría escapar. Tendría que haber una fuerza mayor para que yo pueda intentarlo con alguien más.Tras haber pasado dos meses fuera del país me encuentro en casa. Ingreso y al sentir la soledad en esta casa suspiro. No hay nadie. Seguramente mis padres están en el hospital.Subo lentamente a mi habitación, al abrir la puerta contemplo mi cama, los cuadro, las fotografías, todo a mi alrededor está como lo dejé. Se siente bien estar de regreso, tengo una sensación diferente a la que salí. Ahora hay una paz en mi interior, la sed y esas ganas de m
Y no sé qué hacer. Me frustro. Siento que no voy a poder salir de esta sin que haya consecuencias.Mis padres son buenos, mis hermanos también, sé que si saben de mi embarazo no me juzgarían, tendría su apoyo, más si no había padre. La familia es la familia y está para apoyarse. Es lo que siempre dicen.Sin embargo, hay algo que no aceptarán y eso es que el padre sea Rolan Kaya, hermano de la mujer que manipuló a un niño de casi cuatro años a asesinar a mi cuñada. Sé que si les cuento que espero un hijo de ese hombre pondrán el grito en el cielo, más que todo mi padre, porque se llenó de odio hacia esa mujer que, escuchar ese apellido le perturba y lo saca de quicio.Entiendo que su coraje es solo hacia Alicia Kaya, quien era maestra de Dael, mi sobrino. Pero por despecho, cuando Dylan, mi hermano la dejó, manipuló a mi pequeño sobrino para que atentara contra Damaris. Fue tanto su manipulación que, por poco, logra que mi pequeñín se convierta en asesino a esa edad. Pero creo que, si
Que alivio siento cuando dice que estuvo ahí, pero no lo hizo. ¡Dios! ¡Gracias! ¡Gracias por todo esto!Nunca me hubiera perdonado si mi hijo perdía la vida por mi inmadurez y cobardía. Porque fue cobardía mía haberme ido, haberle destrozado el corazón a Eylin con esas palabras.No tenía como saber que había quedado embarazada. Sé que hay muchos casos en los que se embaraza a la primera, pero esperaba que no fuera mi caso. Sin embargo, con la suerte que me cargo, me tocó.Y esto es una gran suerte. Si que lo es. Independientemente de que no ame a la madre de mi hijo, me siento afortunado y bendecido por esto. Sé que vendrán muchas cosas duras, para los dos, no solo para ella. Porque nuestras familias no pasan por un momento amigable que se diga. Pero eso no es nuestro problema. Yo no abandonaré a mi hijo por las malas decisiones que otros tomaron.A Alicia nadie le dijo manipula a aquel pequeño para que asesine a su madrastra. Si lo hizo, fue porque quiso, porque de amor nadie se muer
Quiero intervenir, pero la hermana de Eylin, que por cierto es como estar viendo la copia, me detiene—. La está maltratando.—Mamá se encargará, creo que debe irse, doctor…—No me pienso ir —digo viendo como los ojos azules de ese hombre me taladran.—Edu, esto no se soluciona así —interviene la señora Emilia y, Eduany Mancini suelta a su hija dejándole los brazos enrojecidos. Me acerco, observo los moretones que pronto se harán verde.—¡Señor Mancini! —en su mirada hay fuego, un fuego que bien podría hacerme cenizas. Quiero hablar, explicarle que no soy culpable de lo que mi hermana hizo. ¿Por qué tendría que juzgarme si yo no hice nada a su familia? Me parece tan injusto lo que está haciendo, porque ni Eylin ni yo somos responsables de lo que sucedió en nuestras familias. Pero el señor no me deja hablar, da un ultimátum que obliga a Eylin decir la verdad. Una verdad que, por el estado en que se encontraba su padre, no quise decir, pues eso agravaría más las cosas.—Eylin, tienes sol
No es la primera vez que se confiesa. Siempre, desde que se convirtió en mujer no ha hecho otra cosa que decirme cuanto le gusto, pero nunca he podido verla con otros ojos que no sean como las de una hermana.Pasé la mayor parte de mi niñez y adolescencia con ella y Alicia, las dos son como mis hermanas. Una lo es de sangre, pero Dora es mi hermana de corazón y, esperaba que si me alejaba de ella podía olvidarse de eso que decía sentir, pero siguen pasando los años y sigue esperando que la acepte.Si no lo hice en el pasado, cuando no había nadie de por medio, menos lo haré ahora, cuando hay una mujer en mi habitación a la cual tampoco amo, pero lleva en su vientre a mi hijo y, por ello estoy dispuesto a hacer todo.—Dora, no quiero ser grosero, pero te voy a pedir que no vuelvas a dirigirme la palabra si aun tienes sentimientos por mí. Esperaba que en todos estos años que tenemos sin vernos, hubieras hecho tu vida, pero veo que sigues en la misma y, para evitar malentendidos, te pido
El silencio perdura, porque tras su propuesta me he quedado sin respuesta. Sé que es un médico muy importante, cuyos padres tienen una reputación intachable, pero con esto podría verse afectada. No quiero ser la causante de la destrucción de la carrera de sus padres, pero, tampoco quisiera ser una sombra.—Eylin, no voy a presionarte. Cualquier decisión que tomes, la respetaré. Buscaré otra solución —si me niego, sus padres me odiarían por el resto de sus vidas, sobre todo, sería difícil que a futuro tengan una buena relación con mi hijo.Si quiero que en un futuro me acepten, acepten a mi hijo, debería aceptar esa propuesta. Sola será un tiempo, hasta que se olviden de que por ahí pasó Eylin Mancini.—Está bien, no tengo problema. Tampoco es que vaya a aparecer por el hospital con mi barriga. La ciudad es muy grande y, espero nunca encontrarme con compañeros o médicos del hospital.Mis manos reposan sobre la mesa. Él arrastra las suyas hasta las mías, las arropa provocando un estreme
POV DE ROLAN.Salgo del hotel, ingreso al auto y me quedo un momento observando en silencio a la nada. No pienso, ni observo algo en particular, simplemente estoy con la mente en blanco y, me quedo así por unos segundos.Suelto un suspiro y voy al hospital. Pensaba en tomarme una semana más, pero ya estuve mucho tiempo fuera del hospital y, mi madre ha convencido a mi padre que no me dé ningún día más libre. Sé que lo hace por haberme metido con la hija de los que ellos consideran sus enemigos, al menos mi madre. Por eso han decidido enviarme toda la noche y el día siguiente también, piensa que así me hará recapacitar.Llego al hospital, hago el ingreso y voy hacia mi consultorio, donde me quito el abrigo para seguido colocarme la bata de médico. Mi madre ingresa, lo sé porque desde que abre la puerta empieza a recriminar mis decisiones.—Rolan, hijo, por favor, reacciona, no puedes irte a vivir con esa mujer. Ni siquiera sabes si ese niño es tuyo. Tu padre ya me contó que solo te est