RELATO DE AUTOR.Alicia llegó minutos después del accidente a su casa, con el corazón desbocado y la mente en una tormenta de pensamientos caóticos. Subió las gradas a toda prisa, sintiendo la presión de cada paso, como si cada uno de ellos la acercara más a un destino inexorable. Preparó su maleta con frenética urgencia, arrojando ropa y objetos sin un orden claro, guiada solo por el instinto de huir. Cuando estaba terminando, su madre, Ester Kaya, ingresó en la habitación con una mirada de preocupación.—¿Dónde vas? —preguntó, la voz entrecortada por la ansiedad.Alicia se detuvo un momento, dándose cuenta de que no podía ocultar nada. Era un momento en el que la verdad parecía querer salir a la luz, pero, en cambio, optó por la evasión.—Me voy del país —respondió con firmeza, tratando de sonar más segura de lo que se sentía.—No puedes —dijo su madre, dando un paso hacia ella—. Sabes que saliste bajo fianza, que aún debes recibir las terapias…—¡Me voy! —gritó Alicia, una rabia qu
POV DE EYLIN.El aire fresco me golpea en la cara cuando Rolan abre la puerta del coche. El trayecto de regreso a casa ha sido un silencio pesado, un vacío que se siente en cada rincón del vehículo. La carretera se despliega ante nosotros, pero mi mente está atrapada en un laberinto de pensamientos oscuros.La puerta de nuestra casa se siente como un umbral entre dos mundos: uno donde todo estaba bien y otro donde la vida nos ha golpeado sin piedad. Rolan toma mi mano con fuerza, como si pudiera sostenerme en este momento frágil. Nuestras miradas se cruzan, y en sus ojos veo el mismo dolor que siento en mi corazón. Al entrar, la familiaridad del hogar me envuelve, pero no hay consuelo en ella. Las paredes están decoradas con fotos de ecografías de nuestro bebé y eso duele como un golpe en el seno. La luz del sol entra por la ventana, iluminando cada rincón, pero no hay calor en esa luz. Solo un silencio que grita por la ausencia de nuestro hijo.Rolan me guía hacia la habitación del b
POV DE ROLAN. El zumbido de mi teléfono me saca de mis pensamientos. Es un mensaje de Tito, quiere verme en la cafetería cerca de casa. Suspiro, sabiendo que este encuentro no será agradable. —Eylin, cariño —llamo a mi esposa mientras ella continúa empacando para nuestro viaje—. Tengo que salir un momento. Tito quiere verme. Ella me mira con preocupación. —¿Está todo bien? —No lo sé —respondo honestamente—. Pero no te preocupes. Sigue preparando las maletas, volveré pronto. Salgo de casa. Cuando llego a la cafetería Tito ya está allí, bebiendo un capuchino. Me siento frente a él, observándolo. —¿Querías verme? ¿Para que? —No es que seamos los mejores primos. No es porque me caiga mal o yo a él, sino que, es nueve años menor a mí, crecimos en edades diferentes y, nunca tuvimos momentos para compartir. Cuando él era un bebé, yo era un niño de nueve años. Cuando él era un niño de nueve años, yo era un adolescente, y así pasamos, creciendo en etapas diferentes. Él m
Llevamos algunos meses recorriendo México. Hoy es el cumpleaños de Eylin, y he estado planeando una sorpresa especial durante semanas.—¿A dónde vamos? —pregunta con curiosidad mientras la guío por un sendero que se adentra en la jungla.—Es una sorpresa —le respondo con una sonrisa misteriosa—. Confía en mí.Después de una corta caminata, el sendero se abre a una playa privada de arena blanca y aguas turquesas. Eylin jadea de asombro, pero su sorpresa es aún mayor cuando ve lo que he preparado.En la arena, justo donde las olas apenas rozan la orilla, he dispuesto una mesa decorada con velas, flores tropicales y conchas marinas. Un camino de pétalos de rosa conduce desde donde estamos hasta la mesa.—Oh, Rolan —susurra Eylin, sus ojos llenándose de lágrimas—. Es hermoso.La conduzco hasta la mesa, donde nos espera una cena gourmet preparada por el chef importante que contraté. Brindamos con champagne mientras el sol comienza a ponerse, pintando el cielo de colores vivos que se
MESES ATRAS.Damaris cerró la puerta lentamente, se fue acercando a la camilla donde el grande cuerpo del Dylan descansaba. Se paró a un lado, lo observó fijamente. Inconscientemente llevó la mano a él. Como si quisiera tocarlo pasó la mano por un centímetro de distancia de los cabellos, al mismo tiempo iba inclinando su rostro y susurró suavemente. —Te vez tan tranquilo ahí, que nadie podría imaginar lo loco que eres —sonrió suavemente, con sus ojos brillando.El rostro de Damaris rozó el de Dylan. Como si sintiera una necesidad de hacerlo, unió sus labios a los de él. En ese momento la puerta se abrió, y lo que los ojos de Rolan vieron le partió el corazón —al mirar en esa dirección, Damaris se quedó perpleja, la cartera rodó de sus manos, y todos sus sueños se vieron aplastados por una avalancha dolorosa. Rolan tuvo que parpadear dos veces para poder asimilar lo que estaba viendo, pensó que era una jodida pesadilla, alguna alucinación, no obstante, su novia estaba ahí, besando a
POV DE EYLIN.Había aceptado salir, escapar de este encierro en el que me encontraba. Desde que Esme decidió marcharse, desobedeciendo las reglas de mi padre, yo había permanecido obediente a todo para no alterar a mi padre.Todo empezó después del atentado de Dylan, luego la desaparición de Thomas. Mi padre se empeñó en que permaneciéramos en casa y si salíamos cargáramos detrás dos grandulones los cuales bien podían servirnos como escudo y atrapar las balas con sus musculosos cuerpos.Yo lo soporté. Siempre he sido una hija obediente a la cual le dices no vas y, no hay réplica. Pero Esme no es así. Ella es rebelde, respondona, si mis padres le dicen una, ella les responde tres.Cansada de la presión familiar, decidió irse. Ya era mayor de edad, quería una vida distinta a la que nuestros padres nos estaban dando. Llegó un día de la universidad, reunió a la familia y confesó haberse ganado una beca para estudiar fuera del extranjero.Obviamente después de lo que pasó con Thomas nuestr
POV DE EYLIN.Con un nudo en la garganta y controlando todo el dolor que embargaba mi corazón, tomo mi lugar y empiezo a ayudar en las consultas médicas. Leo el nombre del primer niño, abro la puerta y lo llamo con una sonrisa. La madre se levanta cargándole en los brazos. Cuando los veo venir me giro, camino hacia la camilla donde se recostará al pequeño, ignorando completamente al hombre del escritorio.Él está sentado en su asiento, al momento que la señora ingresa le sugiriere se acomode en la silla, le hace un par de preguntas y, cuando termina levanta la mirada indicándole acomode al pequeño en la camilla que ya he preparado.—Hola, pequeño —le hace unas caricias y, aquel chiquitín muestra sus dos dientes, tendrá unos cuatro meses y ya tiene unos preciosos dientes. Estoy concentrada observando la sonrisa del niño cuando se dirige a mí— Señorita Mancini, venga por este lado —con las piernas temblando y el corazón acelerado me paro a su lado. Retengo el aire mientras me daba indic
La veo marcharse triste y, me siento miserable. No soy ese tipo de hombre, no tengo esos malos hábitos de hacer llorar a las mujeres. No fue así como me criaron mis padres. Carajo, pero es complicado, es muy complicado estar en este lugar.Yo no debí acostarme con ella, debía rechazarla, sin embargo, no pude, fue imposible hacerlo. Tenía tanto tiempo sin intimar, sobre todo, sin desear de la forma en que la desee en ese momento.Ahora me arrepentía, deseaba regresar el tiempo, no haberlo hecho, pero lo hecho, hecho está y, no puedo cambiar lo que hice, solo puedo arreglar esta incomodidad hablando, haciéndole frente a lo que pasó y, no hacer de cuentas que nada sucedió. Era su primera vez, recuerdo claramente al momento de hundirme lo estrecha que estaba, como la hice mujer. No podía ignorar aquello, tampoco sabía qué hacer.—No tiene que sentirse responsable —empezó ella—, porque fue mi decisión, yo pude detenerlo, pero no quise. Y no quise porque desde el primer momento en que mis o