Capítulo 53

En las noches, Otsana duerme poco debido a las pesadillas, el insomnio y el llanto. En el día, parece cuerpo sin alma que vaga por el jardín porque no se le permite ir a otro lugar.

Aquel día, ella se encuentra sentada en la mecedora donde solía amamantar a su bebé. Clarice le permitió sacarla de la habitación para que pudiera mecerse mientras admira las flores, a cambio de que comiera un poco de su desayuno.

A distancia, Riú observa a Otsana con esa expresión seria que lo caracteriza, mientras que ella se mece con los brazos hacia delante, como si tuviera cargando a un bebé.

«Ya se volvió loca», piensa él mientras la contempla con lástima.

Hace una mueca de disgusto y suspira. De alguna manera la entiende, pero le molesta que sea tan débil y sucumba en la locura.

—En fin, no es mi problema —masculla entre dientes.

—¿Por qué espías a Otsana? —lo sorprende Arel.

—Porque el alfa me lo ordenó —responde con indiferencia—. Gracias a ello no ha cometido ninguna imprudencia. ¿Sabías que trat
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