La brisa fresca le levanta varias hebras y le da esa sensación de bienestar que la hace sonreír. Varios pétalos de rosas le acarician la piel al ser levantados por el viento, asimismo, le regalan un delicioso aroma que la hace suspirar.Aquel lugar se siente tan bien, que desea quedarse allí por siempre.De repente, el cielo se torna oscuro y las nubes se reúnen en un tono gris. Varios relámpagos acaban con la paz anterior y el viento se torna brusco.—Ya despertó. —Escucha la voz de una mujer desconocida que la termina de despertar.—¿Dónde estoy? —balbucea con tono débil.—A salvo. —Esta vez es un hombre quien habla.Otsana se incorpora llena de exaltación y mira a su alrededor desorbitada y temerosa.—¿Quiénes son ustedes? —interpela nerviosa.Frente a ella se encuentra un hombre de buen parecer, cabellera rojiza y rizada, ojos verdes y cuerpo atlético. Junto a él, hay una mujer de cabellera rubia y rizada, ojos grises y piel muy blanca.—Mi nombre es Arel —contesta el chico con vo
El alfa Tron regresa de la batalla con una intranquilidad que lo ha mantenido preocupado en todo el trayecto.Después de dejar todos los informes en el campamento, él decide ir a casa de inmediato, aunque todavía tiene el calor de la batalla encima.—¿Ya se va, Alfa? —pregunta el gamma sorprendido, puesto que él siempre espera uno o dos días para ir a la mansión porque suelen quedarse celebrando, luego descansa y se relaja del estrés del enfrentamiento antes de volver a su hogar.—Sí, necesito llegar pronto. Tengo el presentimiento de que algo anda mal allí.—¿De verdad? Creo que si hubiese sucedido algún evento preocupante ya nos habríamos enterado, Alfa.—Supongo, pero necesito llegar cuanto antes. Tú encárgate de todo junto a Yuá, por favor.Su gamma lo mira sorprendido, al escuchar "por favor".—Váyase tranquilo, Alfa.Tron se apresura hacia la casa con un cofre pequeño en manos; sin embargo, se detiene al recordar que la batalla se extendió más tiempo del que esperaba, así que es
Otsana, con una mano reposada en el tronco de un árbol y con la otra en su cintura, vomita lo poco que fue capaz de comer en la mañana. El cuerpo se le sacude debido a las grandes arcadas, los ojos le lagrimean y la garganta se le irrita, gracias al esfuerzo y a la quemazón que los fluidos de su estómago le causan.—¿Estás bien? —inquiere Arel, quien se mantiene a una distancia prudente de ella.En esos días en los que Otsana ha estado esperando por el alfa Claudio, a quien su gamma fue a buscar a la manada Fuerza de bronce, Arel ha sido quien ha cuidado de ella, le ha hecho compañía y es el único que entabla una conversación decente sin juzgarla ni propasarse.Otsana se recuesta del árbol cuando piensa que ya no le queda nada en el estómago, entonces inhala y exhala para recuperar el ritmo natural de su respiración.—Me siento un poco mejor —responde sofocada.—La doctora me dijo que es normal que vomites en tu estado, pero me preocupa mucho que no retengas nada de lo que comes. —Are
Otsana se encuentra dentro del río que rodea el campamento de los guerreros del alfa Claudio. Ella lava algunas piezas de la ropa que pertenecen a ellos, debido a que hacer parte del trabajo doméstico es su manera de devolverles el refugio que éstos le han brindado.Aquel día su ánimo ha mejorado, asimismo, ha sido capaz de retener el desayuno en la mañana. Ella levanta la vista al cielo templado, que posee pocas nubes blancas y un hermoso resplandor que indica un atardecer soleado.—Te ves muy bien hoy, Nila —le comenta Arel, quien se aparece frente a ella de forma repentina.—Me siento mejor. Muchas gracias por cuidar de mí, eres un buen chico —le responde con una sonrisa sincera. Es la primera vez que él la ve sonreír de manera genuina, pese a que todavía sus ojos mieles denotan mucha tristeza.Arel también le sonríe ruborizado, puesto que no está acostumbrado a recibir alabanzas.Entre ellos se instala un silencio cómodo, pero pronto esa tranquilidad es reemplazada por ruidos y vo
Una semana antes…El viento le golpea el rostro, dejándole una sensación fría en la piel. Al mismo tiempo, el sudor le rueda por las sienes, el corazón le late con vehemencia y la respiración se le torna cada vez más rápida.La angustia, la incertidumbre y la sensación de abandono es una tortura que lo enloquece a medida en que se hace la misma pregunta, una y otra vez:«¿Dónde estás, pequeña loba?»Cada rincón del bosque es recorrido por él, pero obtiene el mismo resultado una vez más: Ella no está en ningún lado. Es como si se la hubiera tragado la tierraCon el pecho adolorido y las ansias de olfatear su perfume haciéndole estragos en su corazón, él da un salto y se convierte en lobo.El cielo y la hermosa vista frente a él son testigos de su sufrimiento.Un aullido resuena en toda la manada y es tragado por el hermoso paisaje que se muestra debajo de él, provocando el temor entre los demás miembros al sentir el desahogo del alfa incrustárseles en los huesos.Por otro lado, en un c
Los guerreros del alfa Tron se han dividido en varios grupos, a los que se les han asignado jefes de acuerdo a la jerarquía de cada uno.La orden es simple: encontrar a la omega esclava y no tocarle ni un a hebra del cabello.—¡Un rasguño y la sangre de los culpables ensuciará mi espada! —Son las palabras del alfa Tron.Antes de la salida del sol, los guerreros se conducen a las afueras de la manada por medio del territorio, donde los campamentos de entrenamiento se encuentran ubicados.Ese es el camino más acertado para llegar al sitio donde podría estar Otsana, puesto que se escapó utilizando el pasaje secreto que conduce a las tierras ricas en fauna y virgen que rodea los límites de la manada Luna de hierro.—¡El alfa Tron busca a su mate! —vociferan los guerreros, aunque aquello les parece una ofensa.—¡Lealtad al alfa Tron! —exclama otra división.La euforia del momento, además de la fidelidad que tienen aquellos guerreros con su alfa, opaca cualquier razonamiento en cuanto a lo
Los chillidos de espadas, el sudor, los alaridos y gruñidos, la sangre y las amenazas protagonizan un atroz escenario, donde los pocos guerreros que se encuentran en el campamento espía son asesinados y sometidos por los hombres de Tron.«¿Dónde está la mate del alfa?», se escucha como frase repetida, pero la respuesta esperada nunca llega.—No conocemos a ninguna Otsana —responden los hombres que son torturados allí de forma cruel. De repente, los guerreros de la manada Luna de hierro son sorprendidos por cien hombres de Claudio, quienes, al parecer, no estaban lejos del campamento al momento del ataque.El alfa Tron sostiene la espada y de un salto lame a los lobos que se abalanzan en su contra.El viento le levanta las hebras negras y lacias, el polvo le cubre la piel y los músculos se le contraen debido a los movimientos bruscos que él hace.Varios de sus hombres cambian a su forma lobuna cuando los guerreros del alfa Claudio se convierten en su parte más salvaje; sin embargo, Tr
En esos días, Tron ha dejado de probar bocado, se ha descuidado de su aspecto y solo se la pasa entrenando en el campamento de manera rigurosa y sin descanso.Después de que termina de entrenar a varios grupos de guerreros en todo el día, él se dirige a un estanque que queda cerca de allí para refrescarse.Decide no cenar esa noche tampoco, puesto que los alimentos le parecen insípidos y hasta desagradables.Con la mirada fija en la luna, que se encuentra acompañada de muchas estrellas en un cielo muy oscuro, Tron se pierde en los recuerdos, entonces el deseo de volver a tener a su amada entre sus brazos se torna insoportable.—¿Qué diablos haces aquí? —interpela cuando percibe que no se encuentra solo.—Solo vine a hacerte un poco de compañía y a que te relajes. Luces tan tenso, mi amor —responde ella mientras trata de masajearle los hombros; sin embargo, Tron le aprieta las muñecas de las manos para evitar que logre su cometido.—No te atrevas a tocarme —profiere entre dientes y con