Otsana se detiene cuando la carretera se termina y frente a ella se encuentra el bosque, que oculta el lugar secreto que le mostró el alfa.—Gracias por acompañarme hasta aquí. Ya puede regresar —dice ella sin mirar al guerrero.Él no responde, como tampoco se mueve de su lugar.—Le dije que ya puede marcharse, yo sigo desde aquí —repite.No recibir ninguna respuesta de su parte la pone recelosa.—Debo acompañarte hasta que estés segura —contesta él al fin.Otsana niega con la cabeza y se cruza de brazos.—El alfa me dio otras instrucciones —replica—. Usted no se atrevería a desafiarlo.Él sonríe con una maldad que la pone alerta.—El alfa es un hombre astuto y sabe jugar bien sus fichas. Él está en guerra con el alfa Claudio, por lo tanto, rechazarte lo dejará muy débil para la batalla. No obstante, tú te has convertido en una carga para él, quien debe marcar a su nueva luna lo antes posible.»Tu muerte le dolerá, debido al lazo, pero, dado que nunca te marcó no será tan trágico para
Ella corre a toda velocidad y salta por encima de los obstáculos que le pone el bosque. Es la primera vez que su loba tiene tal destreza y rapidez, pero puede que se deba a la adrenalina del momento o a ese instinto materno que la hace sacar fuerzas de donde no las hay."Ven aquí, lobita", se burla el lobo detrás de ella, quien saliva con exageración al imaginarse destrozando a Otsana con sus garras.La herida aún no se le cierra, por lo que la sangre salpica cada vez que él salta para atraparla.Mientras tanto en tierras lejanas, Tron lucha contra los guerreros de la manada Fuerza de bronce, quienes fueron a su encuentro para impedir que él tomara venganza, por el ataque que ellos le hicieron a los territorios bajo el mando de Luna de hierro.Los guerreros de Tron llevan ventaja sobre los de Claudio, y él mismo ciega la vida de decenas de lobos con su espada y en su forma humana. De repente, una angustia extraña le invade el pecho, pero no entiende de qué se trata.La inquietud de su
Espasmos fuertes le sacuden el cuerpo peludo y sus aullidos espantan a las aves del lugar, que vuelan aterradas lejos de allí.Aunque Otsana puede ver el cuerpo inerte sobre el suelo, no lo puede asimilar."Mamá..."Siente que el corazón le es apuñalado una y otra vez con crueldad y la razón se le nubla. Su hocico olfatea el aroma que aún permanece en el cadáver y ella frota el rostro en la piel gélida y pálida de su progenitora.Trata de encontrarle lógica a esa desgracia, asimismo, a la razón para que su madre esté muerta y justo frente a esa choza, pero en ese momento no se siente capaz de deducir nada."Mamá, por favor despierta...", ruega en su interior.El sentimiento de abandono, temor, soledad y esa sensación de vacío que la hace sentir desamparada la torturan con crueldad.Siente que lo ha perdido todo y que ya no tiene sentido seguir luchando; sin embargo, recuerda que dentro de ella hay una vida que corre peligro en ese momento, entonces sale de aquel trance doloroso, donde
El cuerpo pequeño y desnudo es arrastrado por las corrientes como si de una hoja se tratara. Su piel luce pálida debajo del agua y su cabello largo y marrón flota en diferentes direcciones.—¡Hay alguien en el río! —grita un hombre. De inmediato, un grupo de guerreros corre en dirección a él y buscan con la mirada lo que sea que haya visto su compañero.—¡Es una chica! —exclama otro mientras se apresura a ir hacia ella.Los demás lo imitan y pronto sacan a la joven del agua y la acuestan en la orilla arenosa. Las miradas de ellos examinan el cuerpo desnudo por un largo rato, entonces el más decente se quita su camiseta y la tira encima de la joven mujer.—Dejen de mirarla como si fuera un trozo de carne —los increpa, provocando las burlas de sus compañeros.—¡Habló el fiel! —se mofa uno, y todos estallan en carcajadas—. Ya veo que no nos dejarás divertirnos si la lobita no está muerta.—¡Dejen de decir sandeces! Mejor infórmenle al alfa acerca de este evento —comanda, y se gana los ab
La brisa fresca le levanta varias hebras y le da esa sensación de bienestar que la hace sonreír. Varios pétalos de rosas le acarician la piel al ser levantados por el viento, asimismo, le regalan un delicioso aroma que la hace suspirar.Aquel lugar se siente tan bien, que desea quedarse allí por siempre.De repente, el cielo se torna oscuro y las nubes se reúnen en un tono gris. Varios relámpagos acaban con la paz anterior y el viento se torna brusco.—Ya despertó. —Escucha la voz de una mujer desconocida que la termina de despertar.—¿Dónde estoy? —balbucea con tono débil.—A salvo. —Esta vez es un hombre quien habla.Otsana se incorpora llena de exaltación y mira a su alrededor desorbitada y temerosa.—¿Quiénes son ustedes? —interpela nerviosa.Frente a ella se encuentra un hombre de buen parecer, cabellera rojiza y rizada, ojos verdes y cuerpo atlético. Junto a él, hay una mujer de cabellera rubia y rizada, ojos grises y piel muy blanca.—Mi nombre es Arel —contesta el chico con vo
El alfa Tron regresa de la batalla con una intranquilidad que lo ha mantenido preocupado en todo el trayecto.Después de dejar todos los informes en el campamento, él decide ir a casa de inmediato, aunque todavía tiene el calor de la batalla encima.—¿Ya se va, Alfa? —pregunta el gamma sorprendido, puesto que él siempre espera uno o dos días para ir a la mansión porque suelen quedarse celebrando, luego descansa y se relaja del estrés del enfrentamiento antes de volver a su hogar.—Sí, necesito llegar pronto. Tengo el presentimiento de que algo anda mal allí.—¿De verdad? Creo que si hubiese sucedido algún evento preocupante ya nos habríamos enterado, Alfa.—Supongo, pero necesito llegar cuanto antes. Tú encárgate de todo junto a Yuá, por favor.Su gamma lo mira sorprendido, al escuchar "por favor".—Váyase tranquilo, Alfa.Tron se apresura hacia la casa con un cofre pequeño en manos; sin embargo, se detiene al recordar que la batalla se extendió más tiempo del que esperaba, así que es
Otsana, con una mano reposada en el tronco de un árbol y con la otra en su cintura, vomita lo poco que fue capaz de comer en la mañana. El cuerpo se le sacude debido a las grandes arcadas, los ojos le lagrimean y la garganta se le irrita, gracias al esfuerzo y a la quemazón que los fluidos de su estómago le causan.—¿Estás bien? —inquiere Arel, quien se mantiene a una distancia prudente de ella.En esos días en los que Otsana ha estado esperando por el alfa Claudio, a quien su gamma fue a buscar a la manada Fuerza de bronce, Arel ha sido quien ha cuidado de ella, le ha hecho compañía y es el único que entabla una conversación decente sin juzgarla ni propasarse.Otsana se recuesta del árbol cuando piensa que ya no le queda nada en el estómago, entonces inhala y exhala para recuperar el ritmo natural de su respiración.—Me siento un poco mejor —responde sofocada.—La doctora me dijo que es normal que vomites en tu estado, pero me preocupa mucho que no retengas nada de lo que comes. —Are
Otsana se encuentra dentro del río que rodea el campamento de los guerreros del alfa Claudio. Ella lava algunas piezas de la ropa que pertenecen a ellos, debido a que hacer parte del trabajo doméstico es su manera de devolverles el refugio que éstos le han brindado.Aquel día su ánimo ha mejorado, asimismo, ha sido capaz de retener el desayuno en la mañana. Ella levanta la vista al cielo templado, que posee pocas nubes blancas y un hermoso resplandor que indica un atardecer soleado.—Te ves muy bien hoy, Nila —le comenta Arel, quien se aparece frente a ella de forma repentina.—Me siento mejor. Muchas gracias por cuidar de mí, eres un buen chico —le responde con una sonrisa sincera. Es la primera vez que él la ve sonreír de manera genuina, pese a que todavía sus ojos mieles denotan mucha tristeza.Arel también le sonríe ruborizado, puesto que no está acostumbrado a recibir alabanzas.Entre ellos se instala un silencio cómodo, pero pronto esa tranquilidad es reemplazada por ruidos y vo