Embarazada del alfa
Embarazada del alfa
Por: Angie Pichardo
Capítulo 1

«¿En qué estaba pensando cuando me acerqué al área del alfa?», piensa con nerviosismo y temor.

No le conviene acercarse tanto porque solo es una esclava más, una repugnante omega que fue traída a esa manada para servir y ser explotada.

—Pero no pude evitarlo. Ese olor es muy atrayente —musita entre dientes cuando es confrontada por la cordura.

No lo entiende, ¿por qué el aroma a tierra mojada y perfume amaderado la atrajo tanto, al punto de terminar en esa área peligrosa?

Ese es el tercer día de su celo, razón por la que su madre le aconsejó que estuviera encerrada en casa hasta que este pasara.

Es mejor encontrar a un buen omega esclavo que la marque, a estar expuesta a los betas de aquella manada.

En situaciones normales, encontrar a un beta que desee convertirla en su esposa sería la mejor de las decisiones; sin embargo, para los esclavos no existe esa posibilidad, puesto que ellos son el motivo del odio y la burla de aquella manada.

—¿Quién es? —La voz imponente del alfa resuena en el bosque, lo que la paraliza al instante.

«Estoy perdida», piensa angustiada.

Desea moverse y huir, pero ese perfume la detiene y el deseo de su cuerpo toma el control.

—Rosas silvestres... —pronuncia él.

Ella, como si le fuera concedida la voluntad de escapar, empieza a correr de nuevo.

No puede creer lo irresponsable que fue al acercarse al campamento de entrenamiento del mismo alfa, todo porque le atrajo aquel exquisito olor.

—¿Quién osa escapar del alfa? —gruñe mientras su boca emana más saliva de lo común.

Odia el celo y lo vulnerable que se encuentra cada seis meses por todo un día.

Solo espera que, quien emana aquel dulce aroma, sea una loba digna de pasar un rato con él.

—Aquí estás, pequeña —dice airoso mientras se le pone en frente a la joven que huía.

—¡Tenga piedad, alfa! —exclama ella, al saberse descubierta.

La joven cae de rodillas y llora por su vida.

—¿Piedad? Te gustará lo que haremos, pequeña. Espera... —La detalla mejor.

Ella tiene la piel más oscura que él y su cuerpo es diminuto y delgado, pero lo que lo hace dudar y lo pone a la defensiva, es que ella posee la marca de la manada rayo dorado en el antebrazo.

Ella es el enemigo.

«Maldición...», piensa desconcertado.

"¡Mate!", grita su lobo con euforia, deseoso por calmar su celo con su pareja destinada.

—No me quite la vida, por favor... —solloza ella.

Él se le acerca en silencio, asombrado aún por la burla del destino.

—¿Cómo te atreves a ser mi compañera destinada? Yo soy el alfa más poderoso del continente de los lobos, el más temido y deseado. En cambio, tú eres una omega asquerosa de esa manada. ¡Una puta esclava!

—Aceptaré su rechazo, alfa, pero tenga piedad de mí —ruega entre llantos.

Él agranda los ojos al escucharla.

«¿Qué acaba de decir esta inmunda mujer? ¿Para ella su repugnante vida es más importante que el vínculo que nos une?», piensa aturdido y con el ego destrozado.

Él la agarra por el cabello y la levanta para encararla; sin embargo, un punzón doloroso le atraviesa el corazón cuando descubre aquel rostro inocente y lleno de pureza.

Esos ojos parecidos a la miel, la simetría perfecta de aquel rostro, que no reconoce, y los labios más lindos y sensuales que haya visto jamás.

La odia.

Nunca se había sentido tan vulnerable hasta ese momento, por eso no la soporta.

—No me haga daño, por favor —ruega con lágrimas en los ojos.

Él la besa.

Su boca fiera se aferra a los labios temblorosos e inexpertos de la chica, quien también sucumbe en la delicia de estos y se deja dominar por el deseo que aquel desconocido le provoca.

En una cabaña, ella es tomada con pasión y delicadeza, creyendo que su pareja destinada ha dejado de lado la barrera de enemistad que los separa, para darle el lugar de luna; sin embargo, ella no podría estar más equivocada.

***

Su cuerpo frágil se encuentra rodeado por una sábana que le da calor y el olor de su amante le transmite mucha calma y alegría.

—¿Qué haces aquí? —Su voz imponente la espanta, entonces ella se levanta del colchón delgado con nerviosismo.

—Creí que debería esperarlo, señor —responde ilusionada—. Quiero saber si ya debo hablar con mi madre acerca de nuestra unión.

Él la mira perplejo ante su insolencia.

—¿Te has vuelto loca, esclava mugrosa? ¿Nuestra unión? ¿Hablar con tu madre? ¿Acaso se te olvida quién soy yo? ¡Sal de mi vista, mugrienta! Tú solo eres una esclava.

Ella se queda atónita ante sus palabras.

—Pero somos mates y usted... —Las lágrimas salen de sus ojos mieles.

—Yo ¿qué? ¿Te follé? Sí, ¿y qué? Solo fue un desahogo porque no había nadie más cerca y tú estabas muy dispuesta. Debes sentirte privilegiada de que yo, el alfa Tron, te haya hecho el favor de desvirgarte.

La chica empieza a sollozar, gracias a las palabras crueles y humillantes de parte de aquel alfa.

Él es su compañero destinado, el hombre que debe amarla y protegerla por encima de todo; sin embargo, la desecha como si fuera una basura sin valor.

«Eso soy, una esclava inservible ante él. ¿Qué esperaba?, se trata del alfa, el hombre que nos odia y nos trata con mano dura», ironiza en sus pensamientos.

Ella se viste rápido y sin mirarlo, puesto que la vergüenza que siente es demasiado grande como para seguir estando delante de él.

Se entregó a un hombre que la odia debido a su origen, se dejó utilizar por un ser despiadado que ni a su mate protege.

Ella le da una última mirada a la mancha roja que tiñe la tela que cubre el colchón, entonces se traga el sollozo que quiere escapar de su boca.

Con el corazón sangrándole y la dignidad perdida, ella se marcha lejos del hombre que la ha humillado, lejos de su compañero destinado.

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