«¿En qué estaba pensando cuando me acerqué al área del alfa?», piensa con nerviosismo y temor.
No le conviene acercarse tanto porque solo es una esclava más, una repugnante omega que fue traída a esa manada para servir y ser explotada.
—Pero no pude evitarlo. Ese olor es muy atrayente —musita entre dientes cuando es confrontada por la cordura.
No lo entiende, ¿por qué el aroma a tierra mojada y perfume amaderado la atrajo tanto, al punto de terminar en esa área peligrosa?
Ese es el tercer día de su celo, razón por la que su madre le aconsejó que estuviera encerrada en casa hasta que este pasara.
Es mejor encontrar a un buen omega esclavo que la marque, a estar expuesta a los betas de aquella manada.
En situaciones normales, encontrar a un beta que desee convertirla en su esposa sería la mejor de las decisiones; sin embargo, para los esclavos no existe esa posibilidad, puesto que ellos son el motivo del odio y la burla de aquella manada.
—¿Quién es? —La voz imponente del alfa resuena en el bosque, lo que la paraliza al instante.
«Estoy perdida», piensa angustiada.
Desea moverse y huir, pero ese perfume la detiene y el deseo de su cuerpo toma el control.
—Rosas silvestres... —pronuncia él.
Ella, como si le fuera concedida la voluntad de escapar, empieza a correr de nuevo.
No puede creer lo irresponsable que fue al acercarse al campamento de entrenamiento del mismo alfa, todo porque le atrajo aquel exquisito olor.
—¿Quién osa escapar del alfa? —gruñe mientras su boca emana más saliva de lo común.
Odia el celo y lo vulnerable que se encuentra cada seis meses por todo un día.
Solo espera que, quien emana aquel dulce aroma, sea una loba digna de pasar un rato con él.
—Aquí estás, pequeña —dice airoso mientras se le pone en frente a la joven que huía.
—¡Tenga piedad, alfa! —exclama ella, al saberse descubierta.
La joven cae de rodillas y llora por su vida.
—¿Piedad? Te gustará lo que haremos, pequeña. Espera... —La detalla mejor.
Ella tiene la piel más oscura que él y su cuerpo es diminuto y delgado, pero lo que lo hace dudar y lo pone a la defensiva, es que ella posee la marca de la manada rayo dorado en el antebrazo.
Ella es el enemigo.
«Maldición...», piensa desconcertado.
"¡Mate!", grita su lobo con euforia, deseoso por calmar su celo con su pareja destinada.
—No me quite la vida, por favor... —solloza ella.
Él se le acerca en silencio, asombrado aún por la burla del destino.
—¿Cómo te atreves a ser mi compañera destinada? Yo soy el alfa más poderoso del continente de los lobos, el más temido y deseado. En cambio, tú eres una omega asquerosa de esa manada. ¡Una puta esclava!
—Aceptaré su rechazo, alfa, pero tenga piedad de mí —ruega entre llantos.
Él agranda los ojos al escucharla.
«¿Qué acaba de decir esta inmunda mujer? ¿Para ella su repugnante vida es más importante que el vínculo que nos une?», piensa aturdido y con el ego destrozado.
Él la agarra por el cabello y la levanta para encararla; sin embargo, un punzón doloroso le atraviesa el corazón cuando descubre aquel rostro inocente y lleno de pureza.
Esos ojos parecidos a la miel, la simetría perfecta de aquel rostro, que no reconoce, y los labios más lindos y sensuales que haya visto jamás.
La odia.
Nunca se había sentido tan vulnerable hasta ese momento, por eso no la soporta.
—No me haga daño, por favor —ruega con lágrimas en los ojos.
Él la besa.
Su boca fiera se aferra a los labios temblorosos e inexpertos de la chica, quien también sucumbe en la delicia de estos y se deja dominar por el deseo que aquel desconocido le provoca.
En una cabaña, ella es tomada con pasión y delicadeza, creyendo que su pareja destinada ha dejado de lado la barrera de enemistad que los separa, para darle el lugar de luna; sin embargo, ella no podría estar más equivocada.
***
Su cuerpo frágil se encuentra rodeado por una sábana que le da calor y el olor de su amante le transmite mucha calma y alegría.
—¿Qué haces aquí? —Su voz imponente la espanta, entonces ella se levanta del colchón delgado con nerviosismo.
—Creí que debería esperarlo, señor —responde ilusionada—. Quiero saber si ya debo hablar con mi madre acerca de nuestra unión.
Él la mira perplejo ante su insolencia.
—¿Te has vuelto loca, esclava mugrosa? ¿Nuestra unión? ¿Hablar con tu madre? ¿Acaso se te olvida quién soy yo? ¡Sal de mi vista, mugrienta! Tú solo eres una esclava.
Ella se queda atónita ante sus palabras.
—Pero somos mates y usted... —Las lágrimas salen de sus ojos mieles.
—Yo ¿qué? ¿Te follé? Sí, ¿y qué? Solo fue un desahogo porque no había nadie más cerca y tú estabas muy dispuesta. Debes sentirte privilegiada de que yo, el alfa Tron, te haya hecho el favor de desvirgarte.
La chica empieza a sollozar, gracias a las palabras crueles y humillantes de parte de aquel alfa.
Él es su compañero destinado, el hombre que debe amarla y protegerla por encima de todo; sin embargo, la desecha como si fuera una basura sin valor.
«Eso soy, una esclava inservible ante él. ¿Qué esperaba?, se trata del alfa, el hombre que nos odia y nos trata con mano dura», ironiza en sus pensamientos.
Ella se viste rápido y sin mirarlo, puesto que la vergüenza que siente es demasiado grande como para seguir estando delante de él.
Se entregó a un hombre que la odia debido a su origen, se dejó utilizar por un ser despiadado que ni a su mate protege.
Ella le da una última mirada a la mancha roja que tiñe la tela que cubre el colchón, entonces se traga el sollozo que quiere escapar de su boca.
Con el corazón sangrándole y la dignidad perdida, ella se marcha lejos del hombre que la ha humillado, lejos de su compañero destinado.
«Ellos son mis enemigos. Esos malditos esclavos solo deben sufrir», dice en sus pensamientos mientras se aprieta el cabello.Ese es el conflicto del alfa Tron, de la manada Luna de hierro.Él es cruel, poderoso y ambicioso, que ha preparado las divisiones de guerreros más letales de todo su alrededor.Heredó el liderazgo a temprana edad, debido a que su padre murió en la batalla.Él es temido por la mayoría de las manadas, venerado por su gente y deseado por las mujeres que tienen la dicha de ser testigos de su belleza fiera.Como con todos los alfas, se espera que él encuentre a su luna destinada, quien tiene que ser una loba fuerte, hermosa y muy sabia, puesto que debe ser de ayuda idónea en su gobierno.No obstante, él acaba de descubrir que su compañera es una simple omega.Mas no cualquier omega, peor que eso, ella es una esclava que pertenecía a otra manada, la manada que trajo la desgracia y el dolor a su familia.En ese momento, uno de sus hombres de confianza entra a su estud
Los nuevos esclavos son expuestos ante todos los presentes, incluyendo a las hermosas mujeres.Otsana se sintió aliviada de que el alfa hubiera elegido a las dos mujeres que estaban a su lado.Pero cuando ve al alfa besar los labios de dos de esas mujeres, quienes lo manosean muy gustosas y sonrientes, ella no puede evitar el dolor que le aprieta el pecho.Puede percibir la dicha en el semblante de ellas, al haber sido escogidas para calentar el lecho del hombre más apuesto de la manada, quien, a su vez, es el líder de todos.«Y mi compañero destinado», piensa con tristeza y desesperanza.¿Acaso podría ser más desdichada?Mientras tanto, otra que sufre por las atenciones que recibe el alfa en público, es Vesti, quien lo mira con rabia y ojos cristalizados.—Tranquila, ellas son solo un par de esclavas para pasar el rato. Tú eres mejor que esas aparecidas y la única al nivel del alfa —la anima Yuá.—No me importa que esas zorras sean esclavas, para mí es muy humillante el comportamient
El sudor que emana de los cuerpos musculosos se mezcla con sangre, al mismo tiempo en que los alaridos de aquellos conquistadores se unen al chirrido de las espadas.El alfa Tron, cuan imponente y fiero guerrero, lame los cuerpos de sus enemigos sin un atisbo de piedad ni remordimiento.—Por favor, seré su esclavo de por vida si me deja vivir —suplica un joven entre lágrimas y grandes espasmos.—¿Por qué crees que debo dejar con vida a una rata asquerosa como tú? Le haré un bien a nuestro continente si te borro de la faz de la tierra.El chico traga pesado al escuchar su voz ronca y poderosa, que podría ser comparada al trueno.—Por favor, no quiero morir —llora con gran angustia, pero antes de que pueda volver a suplicar, la espada de Tron se levanta en su contra y la cabeza del joven rueda sobre el terroso suelo, que de inmediato es manchado por la sangre que chorrea del joven.Con cara de asco, Tron limpia su espada y tira el trapo encima del cadáver mutilado, entonces continúa con
Desde la zona rural hasta la urbana, el alfa camina con Otsana sobre sus hombros, quien no se rinde, puesto que sigue pataleando, llorando y golpeándole la espalda a Tron con sus pequeños puños.—¿Sabes que tus ataques se sienten como si me estuvieras dando un masaje, pequeña? —se burla con tono juguetón, lo que provoca que ella se detenga.—Usted es un alfa malo y cruel. ¿Por qué no me permitió despedirme de mi madre? —Ella llora con más fuerza y se tapa la cara con las manos.—Y tú eres una lobita berrinchuda y terca.Las personas observan al alfa con asombro, puesto que es la primera vez que lo ven en esa acción.«¿No es ese el alfa Tron?», se escucha en forma de murmullo.«¿Quién es la chica? ¿Acaso lo ofendió y por eso la va a castigar?», especulan con voz baja.Aunque el alfa puede escuchar sus murmuraciones, ignora que lo hace porque le parece divertido ver la confusión en sus facciones, oler su miedo y ser el centro de atención en ese momento.—Llegamos a tu nuevo hogar, peque
En el cuarto del café y los bocadillos del alfa, que es semejante a una cocina elegante, Otsana mira a la joven mujer, quien le explica todo lo concerniente a sus tareas con tono poco amigable.—¿Entiendes? —pregunta la chica, sacando a Otsana de su ensoñación.—Ah... —balbucea ida—. ¡Claro! Muchas gracias por la explicación —finge haber prestado atención.—Es mi trabajo. —Hace una mueca—. Me pregunto por qué el alfa me quitó mis labores a mí para dártelas a ti —refunfuña.Otsana agranda los ojos y se remueve incómoda.—¿Eras su mucama personal? —inquiere asombrada y un poco avergonzada.—Sí, hasta ahora. Era lo más cerca que podía estar del alfa, ya que no soy lo suficiente bonita para ser una de sus amantes. Pero ahora mi trabajo se reducirá a la limpieza de este piso y todo por tu culpa. Es que no entiendo qué hace una esclava mugrosa como tú en la casa del alfa. Eres nuestro enemigo, así que debes estar en el campo no aquí.Otsana baja el rostro con tristeza. Al parecer, no solo s
El perfume amaderado le inunda las fosas nasales, entonces ella sonríe por inercia ante el delicioso aroma.No solo es el olor de su compañero lo que la hace tan feliz, también es el hecho de sentirse segura con su calor, ese que emana de su cuerpo peludo.«Su pelaje es tan suave...», piensa y vuelve a sonreír. Sus ojos se abren con lentitud y, a medida en que recupera el conocimiento, la sensación de seguridad se va desvaneciendo hasta que se siente sola y desamparada.—Alfa Tron... —balbucea.Ella se incorpora y mira a su alrededor confundida, entonces cae en cuenta de que ya no se encuentra dentro de aquella lujosa habitación ni que su compañero está con ella.De inmediato, las lágrimas le mojan las mejillas, gracias a la decepción que la tortura ante su cruda realidad.Está sola y su compañero destinado no se preocupa por ella.—Solo fue un sueño, el alfa nunca estuvo conmigo en su forma lobuna. Pero si ya sé cómo es él, ¿por qué me duele tanto su indiferencia? —llora desconsolad
Unos segundos de silencio se sienten eternos y la tensión provoca que Otsana empiece a sofocarse.—Otsana... —Tron saborea el nombre y se queda pensativo.Con esa fachada de muro de hielo impenetrable es difícil para ella poder descifrar su expresión. Su mirada gris siempre se muestra fría, calculadora e indiferente, como si aquel alfa careciera de sentimientos o expresiones alegres.Sí, lo ha visto reír y sonreírle de esa manera escalofriante que tanto la intimida, pero en su semblante no se ve la chispa de la felicidad o comodidad cuando lo hace, más bien, la maldad denota en todo su esplendor de una manera atractiva.—Alfa, solo le pediré un favor antes de que me rechace —dice ella con los puños apretados.Lo único que quiere es ver a su madre y pasar aquel dolor en el campo, sintiendo las caricias de la brisa y olfateando el aroma de la naturaleza.—No te voy a rechazar, Otsana. Por lo menos, no ahora. Tú no serás la única en sufrir cuando rompa el lazo; por más fuerte y alfa que
Otsana le da el mensaje de parte del alfa a Zafra, quien la envía junto a otra mucama a la alcoba de la amante que se encuentra en condiciones para complacer a su amo, puesto que la segunda de las dos chicas nuevas está menstruando.—¿Negro o rojo? —inquiere la amante mientras levanta dos vestidos sexis y muy cortos, al aire.—El alfa prefiere que las amantes lleven lencería roja —le informa la otra mucama.—El rojo será, entonces —dice la hermosa mujer de cabellera rojiza.Ella luce muy emocionada, puesto que ya ha pasado más de dos semanas desde que la nombraron amante del alfa y este no había enviado a buscarla. Fue ella la mujer que lo siguió el día de la fiesta, la misma que se le ofreció para hacerle una felación.Otsana la reconoce al instante.Una sensación desagradable le invade el pecho al recordarla arrodillada frente a su mate; sin embargo, ella disimula su disgusto muy bien.—Tú eres la mucama personal del alfa, ¿cierto? —se dirige a Otsana, quien ha permanecido en silenc