Miranda
Al llegar al restaurante suelta mi mano y me mira a la espera de algo.
—¿Qué? —pregunto.
—Tu abrigo —dice, con obviedad, y sonrío como tonta.
Sujeto el cinturón que ciñe el gabán a mi cintura y aprieto las manos alrededor de él al recordar un minúsculo detalle.
—Acabo de recordar que tengo calor —digo, y tapo mi boca—. ¡No! Frío. Lo que tengo es frío, lo juro.
James suspira y me observa como si intentara descifrarme y doy gracias al cielo a que sea tan cuadriculado como para presentir algo de mi parte. Se encoge de hombros y toma mi mano para seguir nuestro camino por donde nos
JamesDejar de soñar y desear desenvolver ese precioso regalo que me estaba ofreciendo Mira tan libremente me tenía ansioso. Mi plan es regresar al origen de su fantasía, el lugar donde pretendía dar inicio a otro de sus fantásticos intentos de seducción. No significa que no me guste que lo haga, pero se pone tan nerviosa que simplemente me causa gracia mirar como intenta llamar mi atención con su cuerpo. Pero ella no sabe que me tiene encantado desde hace tanto. Incluso cuando era una mujer escuálida que no tenía más que unos hipnóticos y dulces ojos violetas que atravesaban mi alma, y una voz de sirena que me arrastraba a lo profundo de una paz con la que sólo podía soñar. Aun con esa ropa que le quedaba gigante sobre ese cuerpo de adolescente desgarbada que tenía. Ahora sí parece una mujer, con sus carnes bien pues
JamesAl ver el mal estado de Christopher, sus gimoteos de nena y la sangre que no se detiene dentro de su nariz, decido intervenir, obligo a Miranda a alejarse. Forcejea conmigo, pero logro sacarla de la oficina.—Vamos. No me hagas esto —suplica ella, y sonrío—. Esto es divertido.—Quédate allí.Chilla como bebé, igual a Isis cuando me suplica que la tome en brazos. Ruedo los ojos y resoplo, cosa que la hace reír.—Prometo quedarme en una esquina.Cierro la puerta con firmeza, escuchando perfectamente su grito inconforme, y vuelvo a enfrentar esta escena tan patética que tiene lugar en mi oficina. Un asesinato en mi alfombra de l
JamesCon cortos besos, suaves caricias y movimientos pausados, nos levantamos de la alfombra donde hemos terminado nuestro maratónico día. Nos cambiamos, boto las dos botellas de vino y los empaques de comida que nos sustentó. Salimos del edificio con el mismo ánimo aletargado, con ella siempre sujeta a mí, acaramelada, pero también buscando apoyo para sus piernas temblorosas. Cosa que no ha dejado de hacerle gracia.De camino le escribo a Brianna para que me ayude con mi matrimonio mañana, pero me niega su ayuda al decir que no está en el país. No quiero inmiscuir a Christopher en más decisiones que tome, y ahora no podré evitarlo.Estaciono frente al edificio y el portero corre a abrir la puerta para Miranda. Ella sale y me espera. Con algo de inquietud y con
James—Miranda —digo, en voz baja.Doy un paso hacia ella y, en el segundo paso, me congelo en mi lugar al sentir su salto, su lejanía y su miedo hacia mí. Aprieto mi mano en un fuerte puño, tragándome la impotencia con ácido. Veo su duda, pero al fin me mira, intentando mostrar una confianza que ha perdido en menos de doce horas. Como si lo vivido estos meses no fueran más que segundo efímeros y sin valor. Como si amarlos no significara más que una mentira.Murmura algo, pero mis oídos se sientes huecos. Sólo comprendo cuando muestra a Isis, entonces asiento. Sonrío, inevitable al ver esa preciosa sonrisa de mi pequeña diosa al lanzarse hacia mí, como lo ha hecho desde el primer día que la sostuve en mis brazos, donde durmi&oacu
MirandaDebería estar feliz. Bueno, en realidad lo estoy, pero esa nube oscura que se ha cernido sobre nosotros me tiene inquieta. Un día me sentía nerviosa por decidir conocer a mi hermano mayor y por sorprender a mi novio con un atuendo sexy en la oficina, y al otro día estaba enfrentando la realidad sobre quién fue el donante de esperma que me abusó hace más de un año.Pero, a quien gracias tengo una hermosa familia con un hombre agrio y perfecto, quien resulta ser tío de mis hijos. Tengo mis dudas, me entristece decirlo. Tengo tantas dudas sobre casarme con James sabiendo lo que ahora sé. Mis hijos llevan su sangre y no estoy nada segura de que eso sea algo que me guste.Aquel hombre me escogió al azar en un bar cualquiera, me drogó, me hizo cosas hor
MirandaMe despido de Astrid, un tanto insegura por irme sin hablar con él, por dejarlo con la impresión de verse comparado con aquel hombre, su hermano, quien no tiene nada que ver con lo que es el hombre de quien mis hijos y yo nos hemos enamorado. Mi James. El verdadero padre de mis hijos.Jeanne me toma del brazo y me impulsa a caminar para irnos, al fin.—Pero…—Esto es necesario si de verdad quieres avanzar junto a él, si estás dispuesta a perdonarle quien es.O quienes son su familia, evita decir.Sonrío para ella, muy agradecida porque que esté aquí. Me dejo arrastrar por ella aún con el sentimiento traicionando mis pens
JamesLos tres nos sentamos en la sala luego de que los niños se durmieran y los dejara en su habitación. Saber que Jeanne había sacado a Miranda del apartamento sin mi permiso me molestó, aunque iban bien cuidadas y confío en que la chica tatuada jamás la pondría en peligro innecesariamente. Los dos hombres que las escoltaban me han mantenido informado de cada paso, y mi sorpresa aún no merma al enterarme que estuvo por casi dos horas en una iglesia cristiana. Jeanne no deja de sorprenderme.Ahora, mientras escucho los diferentes planes que sueltan mi abogado, y al que hasta hoy sería mi cuñado, hablar de cómo podría resolver sin tener que separarme de mi familia, pero donde cada uno de esos caminos no llegan a un buen final. Excepto si envío a algún experto para que se ocupe de ese pr
MirandaEsa sensación de desasosiego aún no me abandona y quiero que se vaya. Es horrible y desesperante. No se ha separado de mí desde que tuvimos esa conversación ayer, como si supiera que necesito aquello para confiar en él, en que no me apartará de su lado y nos abandonará.Realmente no soportaría que otra persona más me dejara. Él menos que nadie.Parpadeo para evitar dejar mis lágrimas caer, que amenazan con severidad mi cordura.Haber escuchado a todas esas personas hablar de sus casos, como buscan ayuda y en quien apoyarse para salir de ese oscuro agujero en el que la vida y las situaciones los han metido. Todos con casos graves y mayores que los míos, con verdaderos traumas dignos de estudios. En espe