Capítulo 43

Miranda

Al llegar al restaurante suelta mi mano y me mira a la espera de algo.

—¿Qué? —pregunto.

—Tu abrigo —dice, con obviedad, y sonrío como tonta.

Sujeto el cinturón que ciñe el gabán a mi cintura y aprieto las manos alrededor de él al recordar un minúsculo detalle.

—Acabo de recordar que tengo calor —digo, y tapo mi boca—. ¡No! Frío. Lo que tengo es frío, lo juro.

James suspira y me observa como si intentara descifrarme y doy gracias al cielo a que sea tan cuadriculado como para presentir algo de mi parte. Se encoge de hombros y toma mi mano para seguir nuestro camino por donde nos

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