Capítulo 87
El mensaje implícito era que Mariana no era una empleada del local, por lo tanto, si algo salía mal durante su tratamiento, la cafetería no se haría responsable.

—Yo mismo asumo toda la responsabilidad —gritó Liberto con firmeza.

Mariana no pudo evitar reír suavemente, sorprendida por la confianza del director en ella. Dado eso, no lo defraudaría.

No perdió tiempo y preparó hábilmente sus herramientas de acupuntura. Las agujas en su mano parecían símbolos de autoridad, inspirando respeto.

Liberto, curioso, se incorporó un poco y observó detenidamente las agujas, murmurando para sí mismo: «¿Por qué las agujas me resultan familiares?»

Mariana le echó un vistazo, tomó con cuidado su pierna, que se había hinchado como una zanahoria morada, y dijo con seriedad: —Voy a empezar.

Liberto asintió, y apenas la vio levantar la mano cuando la primera aguja ya se había insertado en su pierna derecha. Él esperaba un dolor intenso, pero para su sorpresa, no sintió nada. Se preguntó si era una coincid
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