Capítulo 91
Aunque las palabras de Tobías parecían dirigirse a Mariana, Walter sabía perfectamente que era una advertencia para él. Su intención era obvia: les instaba a divorciarse cuanto antes y les recordaba que dejaran de enredarse.

—Entendido, papá —respondió Mariana con seriedad antes de lanzarle una mirada a Walter, indicándole que salieran primero.

Walter la siguió de cerca. Ese día, ella se veía espectacular: llevaba un vestido negro de tirantes suelto que ondeaba con el viento, revelando sus delicadas clavículas; su cabello suelto brillaba bajo el sol, al igual que su piel blanca.

Pero lo que más llamaba la atención eran las vendas blancas en su muñeca y espalda. Las heridas todavía le causaban dolor a él con sólo pensarlo.

—Eres tan persistente que hasta viniste hasta aquí. Ya te dije que no estoy enojada —dijo Mariana perezosamente, arrancando al azar una rosa y quitándole las espinas con cuidado.

Walter había notado el mar de rosas nada más entrar en el jardín y, sin poder contener su
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