Capítulo 90
Al poco tiempo, la casa de Mariana se transformó en un mar de flores, con Yolanda trayendo casi todas las rosas de Yacuanagua.

En ese momento, ella estaba en el balcón, contemplando las rosas en el jardín delantero y trasero, sumida en un dulce pensamiento: «Con una amiga tan buena, ¿por qué debería sufrir por un hombre que no importa?»

En la sala de estar del primer piso, Tobías, que acababa de llegar del trabajo, miraba las rosas por toda la casa, rascándose la cabeza, desconcertado. —¿Qué pasó aquí? Querida, ¿tienes un nuevo pretendiente? ¡Esto es increíblemente romántico!

Mientras caminaba, levantó la cabeza, preocupado y advirtió: —Ay, te estás dejando llevar por el amor, de verdad me preocupas. Oye, ¡no te vayas con cualquiera sólo por estas rosas!

Mariana, al escuchar eso, hizo una mueca de descontento. De repente, su celular sonó. Se giró, se apoyó en la barandilla y lo sacó. Al ver en la pantalla que era una llamada de Walter, dudó unos segundos y, finalmente, contestó. Se lo
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