Capítulo 51
Jimena miraba por la ventana cuando un trueno ensordecedor retumbó, seguido de un relámpago que parecía rasgar el cielo. Jadeó sobresaltada, y murmuró: —Eso realmente me asustó...

Walter miró hacia arriba y frunció el ceño, lleno de preocupación.

Al pasar junto al coche de Mariana, la lluvia caía a cántaros, permitiéndole sólo vislumbrarla apoyada sobre el volante.

Al cabo de un buen rato, el Pagani seguía sin moverse.

En ese momento, Mariana, acurrucada sobre el volante, se cubría las orejas intentando bloquear el aterrador sonido de los truenos. Pero los truenos, como si la desafiaran, retumbaban una y otra vez.

Cuando levantó la cabeza de nuevo, su rostro estaba pálido como el papel. Rápidamente sacó una manta del asiento trasero y se envolvió en ella, buscando algo de seguridad en la tormenta.

Yacuanagua, donde ya comenzaba la vida nocturna en otros tiempos, se veía desolada debido a la tormenta repentina, y las luces del bar lucían especialmente tenues.

Mariana se acurrucó en el a
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