Capítulo 220
Mariana se quedó como una estatua, como si le hubieran lanzado un hechizo de inmovilización.

Walter, con los brazos cruzados, la miraba con una expresión divertida en el rostro. —¿Qué pasa? ¿No puedo? —dijo con una sonrisa juguetona.

Mariana tragó saliva y respondió con una voz casi inaudible: —Parece que no es muy apropiado.

Walter levantó una ceja y su sonrisa se amplió. —¿No es apropiado? ¿Qué tiene de inapropiado?

—Dada nuestra relación actual, no es adecuado que compartamos una habitación... —respondió ella con seriedad.

—¿Qué relación tenemos?

Walter entrecerró los ojos y se levantó de repente, acercándose paso a paso a la cama. Al ver eso, Mariana tuvo un mal presentimiento y se encogió instintivamente.

Él se inclinó, apoyando las manos a ambos lados de su cabeza, y bromeó con su voz baja y llena de magnetismo: —No decías eso ese día en el coche.

Mariana se quedó otra vez aturdida y parpadeó con confusión.

¿Ese día? ¿Qué día? ¿Se había perdido algo importante?

Al ver su expresió
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