Capítulo 222
Al escuchar eso, Walter se limitó a asentir ligeramente, concentrado en abrocharse la corbata, mostrando una actitud indiferente.

Había que admitirlo, la atracción que emanaba ese hombre era indescriptible.

Incluso en su estado medio dormido y perezoso, su atractivo era tal que resultaba imposible apartar la mirada.

Tomó la chaqueta que estaba a un lado y, con sus largos dedos, fue abrochando los botones uno a uno con una gracia innata.

Ay...

Jimena realmente era muy afortunada.

Una vez listo, Walter se giró hacia ella y dijo con un tono neutral: —Me voy.

Mariana se quedó parada, observando cómo se alejaba, y suspiró para sus adentros.

Pero al llegar a la puerta, Walter se detuvo de repente.

Se giró y sus ojos se posaron en ella.

Mariana le devolvió la mirada, levantando una ceja en señal de pregunta.

Él esbozó una sonrisa juguetona y, con indiferencia, soltó: —La señorita Chávez tiene una cintura bastante flexible.

Mariana lo fulminó con la mirada, tan enfurecida que no podía articula
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