Capítulo 225
Al terminar de hablar, Serafín lanzó una ojeada intencionada a Walter, que lo miraba sin expresión alguna, como una estatua.

Sin embargo, si las miradas pudieran matar, supuso que ya habría sido despedazado mil veces.

Serafín sonrió con suficiencia, como un zorro astuto, y se dio la vuelta para marcharse, satisfecho.

La puerta de la habitación se cerraba lentamente y los puños de Walter se apretaban cada vez más.

De repente, se escuchó la pregunta de Mariana, interrumpiendo sus pensamientos: —¿Y tú? ¿No te vas?

Walter se giró bruscamente para mirarla, casi riéndose de la furia.

—Te vine a traer la cena, ¿no llevo ni cinco minutos aquí y ya quieres que me vaya?

¿Y cómo trataba a Serafín? Apenas supo que se iba, mostró mala gana, ¡claramente renuente a que se fuera!

¡Esa mujer cambiaba de opinión más rápido que un parpadeo!

Mariana bajó la mirada hacia su celular y murmuró: —Ya pasaron más de cinco minutos...

Walter la miró incrédulo.

Respiró hondo, tratando de calmarse.

Mariana, al ver
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