Capítulo 224
Mariana se giró bruscamente y, al reconocer quién había llegado, abrió los ojos como platos. Parpadeó, recuperando la compostura, y saltó de la cama como un resorte. —¿Qué haces aquí?

Serafín, vestido con un impecable traje negro y gafas de montura dorada, le daba un aire intelectual. Con un ramo de lirios blancos en una mano y comida en la otra, bromeó: —Vine a ver a la gran heroína.

Mariana se sintió un poco avergonzada por sus palabras. —Ay, no digas eso. Al final, alguien más tuvo que protegerme de la cuchillada.

—¿Qué, estás decepcionada de no haber recibido la cuchillada tú? —continuó Serafín en tono de broma, mientras dejaba la comida en la mesa de noche y le entregaba las flores— Son para ti. Están frescas.

Mariana miró el ramo y se sintió conmovida y triste a la vez.

Había esperado durante años que Walter le regalara flores, pero nunca sucedió.

—Gracias —dijo, sonriendo sinceramente—. Me encantan mucho.

—Te traje algo de comer, aunque no sé si te gustará —dijo Serafín, señalan
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