Capítulo 1043
Mariana llegó a Mesoluz justo a las cinco de la mañana. El sol se levantaba y toda la ciudad tenía una indolencia indecible. El clima de Mesoluz es constante, entre veinte y treinta grados, al lado del mar, y el viento siempre es muy suave.

En el hotel de Mesoluz, la puerta de la suite presidencial estaba abierta, como si esperara la llegada de Mariana.

Ella tomó la maleta del mayordomo, sonrió y dijo: —Está bien, gracias.

El mayordomo asintió, le dio algunas instrucciones más y luego se fue.

Mariana escuchó una voz de niña hablando por teléfono en la habitación de la suite, muy suave: —Querida, ¿no ves que tengo vacaciones? Solo salí a divertirme.

Mariana frunció el ceño. Al escuchar, supo que era Yolanda, escapando de nuevo de su asistente. El asistente se preocupaba desesperadamente por Yolanda todos los días.

Mariana abrió la puerta de la habitación, cruzó los brazos y se apoyó casualmente en la entrada, mirando hacia arriba, y se encontró con Yolanda, que se volvía para mirarla.

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