Capítulo 1038
—No, solo cerré los ojos por un rato —Mariana empujó a Walter.

Walter, preocupado de que ella se enfriara y se enfermara, se sintió angustiado.

Ambos se empujaron, y Mariana, con los pies dormidos y un poco inestable, apoyó los dedos en el borde de la cama.

Walter agarró el brazo de Mariana y le preguntó: —¿Qué pasa?

—Los pies me han dormido —respondió Mariana con calma.

Él la ayudó y le pidió que se sentara en la cama.

Mariana suspiró. Walter de repente se agachó y, sorprendida, Mariana vio que él le masajeaba la pierna.

Mariana se detuvo abruptamente. La presión de sus dedos era justa, cálida y cómoda. Incluso se perdió por un momento.

—¿Te sientes mejor? —preguntó él.

Mariana tragó saliva, sintiendo claramente la presión de sus dedos en su pierna, lo que inevitablemente desordenó su corazón. Simplemente no podía evitar pensar si Jimena también había recibido este tipo de trato antes.

Al pensar en esto, Mariana dijo deliberadamente: —No, no me siento mejor.

Walter la miró a los ojos,
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