Capítulo 1025
Mariana abrió la puerta del coche y empujó a Walter adentro. Walter se abrochó el cinturón de seguridad a tientas. Al subir al coche, Mariana lo encontró sentado obedientemente y no pudo evitar sonreír.

Mariana conducía despacio. Había mucho tráfico; la mayoría de las personas salían a ver fuegos artificiales o se apresuraban a llegar a casa. Walter miraba de reojo, su mirada siempre fija en Mariana. Ella sentía que él la observaba, pero no lo miraba a él. Su mente estaba llena del mensaje de su padre.

¿Dejarlo? ¿Debería ella dejarlo?

Mariana frunció el ceño, apoyando una mano en la frente, con el corazón pesado.

—¿Te deseo...? —De repente, la voz ronca de Walter sonó en su oído.

Mariana miró hacia él, curiosa.

—¿Beber hace que te desee? —preguntó de nuevo, como un niño, temiendo que Mariana estuviera enfadada.

—No —Mariana sacudió la cabeza. Era difícil para él; incluso borracho, todavía se preocupaba por sus sentimientos.

—Lo siento —dijo de repente.

Mariana apretó los labios, como s
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