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3. ¿En las manos de mafiosos?

Noah no podía estar más alejado en ese momento de lo que significaba su apodo, Hades no le hacía justicia pues aún salvaba vidas y de hecho estaba luchando por la de una completa desconocida.

Con lo poco que tenía disponible de medicinas había logrado estabilizar durante toda la noche y ahora finalmente a solas con ella, podía observaba a detalle, “siempre me preguntaré lo mismo, cual es el motivo por el cuál estamos aquí, se nota que tiene una buena vida y de hecho yo la tenía antes de llegar aquí.

Agotado se quedó dormido en una silla a su lado y se despertaba constantemente para chequear que todo estuviera bien.

Dos días después Sophia despertó, apenas abrió los ojos con dificultad se dió cuenta que estaba en un lugar completamente desconocido para ella, parecía una tienda de esas películas en el desierto del Sahara.

De pronto un suave aliento rozó su cuello y pensó que se trataba de Joseph, “Quizá todo fue una pesadilla o quizá el destino nos está dando una nueva oportunidad, sin embargo, en cuanto se giró vio un hombre completamente extraño junto a ella.

— ¡¿Quién eres y qué haces a mi lado?!— , gritó intentando empujarlo para apartarlo pero aquel hombre corpulento ni se movió, repitió la acción con todas sus fuerzas pero un gran dolor la invadió.

Aquel hombre varonil e increíblemente atractivo se colocó sobre ella sobre sus rodillas para no aplastarla y la sujetó de las manos colocándolas sobre su cabeza, — Te lastimaras, estás herida.

— Te voy a lastimar yo a ti, ¿qué intentas?, ¿abusar de mi?— , levantó la pierna y logró pegarle en su parte íntima lo que le produjo gran dolor pero no la soltó.

— No seas bruta, se te abrirán los puntos y sobre lo de tener sexo contigo puedes quedarte tranquila, no me atraes en lo más mínimo, para mí no eres atractiva, ademas eres una salvaje.

— Bien, entonces solo déjame ir— , Sophia estaba asustada pero aquello que no le parecía atractiva le había caído mal, ella nunca fue rechazada antes.

— Te dejaré ir cuando te recuperes.

— ¿Dónde estoy?, ¿por qué me quieres retener?, ¿sabes quién soy?, ¿Acaso estás detrás de mi dinero y por eso me secuestraste?

— No me interesa quien eres y aquí tu dinero no vale nada niña mimada y caprichosa, cuando puedas tomar decisiones coherentes y caminar e irte por tus propios pies.

— ¿Quién eres?, dime tu nombre imbécil.

— Para ti, soy Hades, un demonio al que no podrás manipular como seguramente sueles hacer, es más es hora de que duermas, ya he tenido suficiente de ti.

Tomó una jeringa que se encontraba cerca en una mesa improvisada y que había preparado con anticipación, se la aplicó y solo espero mientras Sophia se retorcía incomodandolo en su parte íntima sin siquiera saberlo.

Él se inclinó y le habló de cerca, — Tranquila fiera, solo relájate y descansa, por ahora estarás segura— , y sin poder resistirse más se dejó llevar por la sensación de relajación que estaba sintiendo.

En ese momento entró al lugar Martha la que era considerada la matriarca del campamento, —Ya veo que despertó y te dió un poco de trabajo.

— Ni que lo digas, creo que cuando sepa la verdad le será difícil aceptarlo.

— Como todos, solo deberemos tener paciencia y empatía, soy una de las que tiene más tiempo aquí y a veces he cuestionado mis decisiones a través del tiempo.

— Tienes razón, a veces soy demasiado intolerante.

— No te ha sido fácil ser el líder, en un principio te enfrentaste a muchas pruebas, debiste tomar decisiones difíciles para poder crear un lugar donde pudiéramos ser libres lejos de la utopía.

— Creo que igual fracasamos, no quiero ser pesimista pero fuimos traídos aquí como un castigo por nuestros pecados o para empezar de cero y hemos traído los problemas de la humanidad con nosotros, el egoísmo, envidia, vicios, en fin.

— Para mí, si te haces preguntas como esas es porque te quieres alejar de las malas acciones que pudiste cometer, eso no quiere decir que no te equivoques.

— Soy un ser imperfecto, amo y odio con intensidad, no soy tolerante y me saca de quicio las personas que se victimizan.

— Tienes mucha carga sobre tus hombros, no puedes proteger a las personas de sí mismos pero si puedes compartir la carga, creo que deberías confiar en tu instinto, las respuestas que tienes años esperando pronto las tendrás frente a ti.

— ¿A qué te refieres?

— Los sabes, no hace falta que te lo explique, pero deberás aceptarlo.

— Creo que estás un poco misteriosa mejor me voy a hacer mis labores, te la encargo, tardaré sólo lo que dura el calmante, tranquila, solo intenta limpiarla un poco.

— Está bien, ve tranquilo.

Una vez a solas con la chica acarició su frente y le susurró que todo estaría bien como hacía ya dos mañanas que había llegado allí, mientras cambiaba su ropa y limpiaba sus heridas le cantó dulces nanas como solía hacerlo su madre y una vez terminó permaneció junto a ella leyendole un libro.

Un par de horas después Noah regresó, — ¿Cómo te ha ido con la bella durmiente?

— Bien, supongo que no puede decir mucho.

— Gracias Martha, creo que eres una de las personas con mejor energía aquí, estoy seguro que lograste serenar sus pensamientos, ahora ve a desayunar tranquila.

— Estoy a la orden para lo que necesites.

Una vez a solas, revisó las heridas y se sintió aliviado de que parecían estar empezando a sanar, no había presentado fiebre y su peor temor, el cual era una infección, parecía estar controlada.

“Debe estar por despertar, tomaré previsiones está vez”

Sophia volvió a despertar, está vez se sentía un poco más serena, “seguramente todavía estoy aletargada por lo que ese hombre me inyectó, ojalá me encuentre en otro lugar”, pensó.

Pero en cuanto abrió los ojos allí estaba su peor pesadilla observándola, otra vez aquel hermoso y perverso hombre, —Hola de nuevo, nueva habitante de este lado de la isla, digamos que somos los oscuros.

— ¿Y cuál es el nombre de esta isla?

— La verdad que no idea al igual que tú tenemos más preguntas que respuestas.

De pronto Sophia intentó moverse pero no tuvo éxito, — ¿Qué es esto?, ¿Por qué estoy amarrada?

— Porque a partir de este momento te convertirás en mi sumisa, la verdad el verte con esas cuerdas se me hace increíblemente tentador— , dijo con la voz baja y profunda y Sophia pensó lo peor, estaba en manos de una red de trata de mujeres.

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