Capítulo 149.

—Debe culparme por lo que ocurrió, y no me excuso —la voz de Harper irrumpió en la estancia.

Keyla levantó la vista desde el sillón en el que se había acomodado, sus dedos acariciaban levemente la tela del reposabrazos.

—No me conoces y no actúes como que lo haces —exclamó la nutricionista colocando la barbilla sobre sus dedos. Los ojos de Harper neutralizaban con ese tono, pero a Keyla el efecto no la golpeaba, no cuándo estaba acostumbrada a ver cosas que otros veían en pesadillas—. No culpo a nadie de nada. Excepto a los verdaderos responsables de cada situación.

Harper sostuvo su mirada, buscando la hipocresía habitual con la que la gente la trataba, la condescendencia velada con la que siempre la abordaban. Pero en Keyla no había ni rastro de eso. Su rostro era una pared firme, sin grietas.

Antes la había destruido, ahora confiaba en que vería a su hijo mayor de nuevo.

—Las cosas que crees que conoces no son de esa manera —intervino, entonces, la madre de Mateo. Su tono era mes
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